PALENCIA 18 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los tres médicos acusados de homicidio por imprudencia tras la muerte de una mujer de 82 años por gangrena en Palencia aseguraron en la primera sesión del juicio que se sigue contra ellos que no apreciaron anomalías en las lesiones de la paciente.
Los tres traumatólogos del Hospital Río Carrión, que se sentaron en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal 1 de Palencia, están imputados por la muerte de María Andrés García, de 82 años y vecina de la localidad palentina de Guardo, que falleció en 2006 por gangrena tras ser arrollada por una motocicleta.
El primero en prestar declaración ha sido el doctor Fernando C.T., médico de guardia cuando sucedieron los hechos, quien ha relatado tanto al abogado de la acusación particular como al fiscal, que sobre las 23.00 horas del viernes 7 de julio de 2006, se le avisó desde urgencias porque una paciente había sufrido un accidente, lo que la había supuesto un traumatismo cráneo encefálico.
Tras realizarle las pertinentes radiografías, pidió más de la rodilla y decidió inmovilizar la zona con una férula, hecho que sucedió en torno a la 1.00 horas, ya que antes la sala de yesos no estaba libre.
Fernando C.T. ha asegurado que la paciente tenía "dos apósitos limpios" por debajo de la rodilla y que como su estado era normal, se los dejó puestos.
"No solicité un preoperatorio", ha dicho, ya que ha añadido que no se necesitaba "una operación quirúrgica de urgencia". Simplemente se la ingresó por la contusión y solicitó un análisis de sangre "por rutina y para ganar tiempo" por si hubiera que entrar en quirófano. "No tengo intención de ocultar algo, nunca lo he hecho ni lo voy a hacer", ha finalizado su declaración.
SIGUIENTE GUARDIA
Tras él, prestó declaración José María L.D., que entró de guardia al día siguiente, sábado 8 de julio, quien ha explicado al fiscal que cuando llegó a la guardia "no se encuentra con nada especial" ni le comunican ninguna incidencia.
De hecho, ha asegurado que tuvo contacto por primera vez con la familia a las 17.00 horas "porque quería trasladar a la paciente" y ha añadido que nadie le preguntó por su estado. El acusado se ha reiterado en su anterior declaración al aseverar que "en ningún momento" llegó a ver a la paciente.
Es a esa hora cuando la enfermera le informó de que había adelantado a la paciente la analgesia de por la tarde, pero desconocía que también le habían adelantado la de la mañana, sin que obtuviera explicación alguna más. Entonces decidió cambiar la medicación por otra más fuerte, ya que cree que la que se la está suministrando "es insuficiente".
Además, el doctor José María L.D. ha indicado al abogado de la acusación que "no vio signos de síndrome compartimental", un dolor pos inflamación, y que tampoco leyó completamente el informe de enfermería que revelaba dolores y otros síntomas de la paciente, y en la parte que sí leyó antes de marcharse no contempló ningún problema en el mismo.
El último en declarar ha sido Julio A.M. de A, el médico que entró el domingo 9 julio de guardia, quien ha explicado que José María L.D, no le comentó nada raro. Según su declaración, a las 13.00 horas subió a planta por a ver las cosas "motu propio" y fue abordado por la familia, mientras que las enfermeras "no comentan incidencias".
LESIONES NORMALES
La familia le comenta que ven a su madre muy adormilada, pero el médico ha declarado que la estimuló y que le dijo que "estaba bien". Contempla sus dedos y ve que "tienen el aspecto habitual" después de una contusión y que la pierna escayolada "está dentro de los parámetros normales".
A las 17.00 horas recibe otro aviso de la familia, vuelve a subir a planta y la examina los dedos, que "están como tienen que estar después de una fractura".
Ya por la noche hay dos urgencias por accidentes y el doctor tiene que operar y es en el mismo quirófano donde recibe la llamada de que la paciente está peor y ordena que la retiren el vendaje. Alrededor de las 1.45 horas vuelve a ver la pierna y no ve nada fuera de lo normal.
De nuevo entra en quirófano y al terminar sube a planta otra vez y pide una consulta a medicina interna, que a las 2.00 horas informa de que puede haber una gangrena gaseosa o una trombosis.
Julio A.M. de A. llama entonces al cirujano quién, según su testimonio, "no la opera porque no hay un diagnóstico establecido". Entonces el traumatólogo decide amputar la pierna, pero no puede hacerlo al haberse atravesado la mano con instrumental quirúrgico en una intervención anterior y no sabe si puede estar contagiado.
Además, ha asegurado que "la familia demora la operación" porque dice que tiene que estar el marido de la paciente presente para dar su consentimiento. De esta forma, a partir de las 08.00 horas es cuando se programa la operación y se la practican.
En la vista también declaró la hija de la fallecida, María Piedad, vecina de Valladolid, quien considera responsables a los médicos y que el hecho de que su madre tuviera los pies amarillos y fríos la hizo pensar que se trataba de algo más grave.
El Ministerio Fiscal y la acusación particular consideran que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio por imprudencia profesional, si bien la primera de las acusaciones tan sólo responsabiliza de los hechos a dos traumatólogos, José María L.D. y Julio A.M. de A, y pide para ellos una pena de dos años de prisión, cuatro de inhabilitación especial y el pago de una indemnización de 60.000 euros a la familia de la afectada, de forma solidaria junto con las compañías AMA y Zurich, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.
La acusación particular, por su parte, incluye entre los imputados a un tercer traumatólogo, Fernando C.T, de forma que los tres profesionales compartirán el banquillo de los acusados.