Laura Fernández revisa la metamorfosis de la adolescencia en su última novela 'La chica zombie'

"El microcosmos del instituto es muy duro, después de superar aquello la vida es mucho más fácil"

La periodista y escritora Laura Fernández
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Europa Press Catalunya
Actualizado: viernes, 22 marzo 2013 12:47

BARCELONA, 22 Mar. (EUROPA PRESS) -

La periodista y escritora Laura Fernández vuelve a la adolescencia en su última novela 'La chica zombie' (Seix Barral) protagonizada por Erin Fancher, una joven de 16 años que despierta descubriendo que su cuerpo no es el que era y que está muerta, en una metáfora de los cambios experimentados en esta edad en los que uno mismo no se reconoce.

La idea de este libro surgió a raíz de 'La metamorfosis' de Franz Kafka, quien despierta habiéndose convertido en una cucaracha y, a diferencia de Fancher, pasa el mal trago solo en su habitación, mientras que la chica zombie se pasea por los pasillos del instituto pensando que los demás la ven como un muerto que apesta y se pudre, ha explicado Fernández en una entrevista de Europa Press.

"A esa edad eres una masa informe, te salen pelos y ya no eres un niño", ha apuntado la autora, remarcando que en la adolescencia uno no controla lo que hace, ni lo que piensa, estando siempre manipulado por su entorno, algo que recrea a través de la mejor amiga de la protagonista, la chica más popular del instituto, quien la deja de lado cuando más la necesita.

Llena de términos anglosajones, la novela está ambientada en la imaginaria ciudad de provincias Enron, situada al lado de una gran urbe --con paralelismos con la Terrassa natal de la autora--, y se desarrolla en 1997, cuando justamente Laura Fernández contaba con 16 años.

UNA AMIGA "NINFÓMANA"

Aunque los hechos no son biográficos, todos los personajes y notoriamente la protagonista, tienen rasgos de aquella Laura adolescente y alumna del instituto Nicolau Copèrnic de Terrassa, preocupada por su propia metamorfosis --asegura riendo que era gorda--, por tener que ceder a las presiones de los demás --tuvo una mejor amiga "ninfómana"-- y por no mostrarse como era --leía libros a escondidas por no parecer rara--.

Pero además de ser una revisión de la adolescencia, este libro aborda también la complicación de ser uno mismo a cualquier edad de la mano de la profesora suplente y el director de la escuela, en un reparto de personajes que también tocan temas como el acoso escolar.

"El microcosmos del instituto es muy duro, después de superar aquello la vida es mucho más fácil", bromea la autora, quien ha comparado el paso del instituto con una partida de ajedrez en la que cada decisión --fumar, tener relaciones y alienarse con las amistades-- es vital para la supervivencia.

Sin haberse tenido que documentar para esta novela --le ha bastado con los recuerdos de aquella época tan fuerte, dice--, la autora augura que los institutos actuales deben ser todavía mucho más "bestias" con las redes sociales y los teléfonos móviles.

Simultáneamente, Laura Fernández publica 'El show de Grossman' (Aristas Martínez), una novela fantástica de marcianos admiradores de la Tierra que regresan a conocer a su madre.

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