MADRID, 17 Feb. (CHANCE) - José Ortega Cano se encuentra volcado por entero al cuidado de su familia, pero prestando especial atención a su hijo José Fernando quien se recupera de sus adicciones en la clínica López Ibor tras sufrir una recaída el pasado mes de diciembre. El conocido extorero acompañó a su hijo a la madrileña estación de Atocha donde el joven cogió un tren con destino a Sevilla para visitar a su hermana Gloria Camila. No cabe duda de que el conocido matador, ahora convertido en empresario, es un hombre renovado que comienza a mirar con optimismo su futuro, tras un año marcado por las luces y sombras que, sin duda, han marcado su vida. Como recordaremos a principios del mes de junio lograba el tercer grado penitenciario casi 14 meses después de ingresar en la cárcel de Zuera (Zaragoza). El diestro era condenado a dos años y medio por causar la muerte de Carlos Parra en un accidente de tráfico en 2011 cuando superaba la tasa de alcohol permitida. Además de disfrutar de la vida con su pareja y su hijo biológico, también ve cómo sus dos hijos mayores empiezan a caminar por la senda correcta. La recuperación de José Fernando, ingresado en la clínica López Ibor, es favorable tras una grave recaída en sus adicciones, y Gloria Camila se encuentra inmersa en su nueva faceta empresarial al frente de una tienda de moda en Sevilla. Precisamente el pasado martes, Ortega Cano acompañó a su hijo José Fernando a la estación de Atocha. Y es que el joven se disponía a disfrutar de uno de sus permisos en la clínica, donde continua con su exhaustivo tratamiento para superar sus problemas de adicción, visitando a su hermana en la capital hispalense. Mientras esperaba pacientemente el reencuentro con su hijo, el maestro aprovechó para visitar una tienda de móviles donde adquirió numerosas carcasas. Instantes después se reunía con el joven, al que saludaba con dos cariñosos besos. Padre e hijo disfrutaban de una distendida charla durante la cual Ortega Cano le hizo entrega de cien euros a su hijo para sus gastos durante los próximos días. Muy pendiente de la evolución de su estado a la par que temeroso por una posible recaída le dijo antes de despedirse de él "tienes que venir conmigo". Fue entonces cuando José Fernando se acercó a su padre y cogiéndole tiernamente por la nuca, le dio dos besos en la mejilla.