Muy cerca de Heidelberg, la cuna del romanticismo alemán, justo en la desembocadura del río Jagst en el río Neckar, se levanta majestuosamente en la punta de un cerro la silueta de Bad Wimpfen, la llamada Ciudad Libre Imperial construida en el siglo XII por el emperador Federico I Barbarroja, con sus dos bellas torres, la Azul y la Roja, los dos distintivos de la villa que enorgullecen a sus habitantes. En una de ellas, la Torre Azul, justo después de subir 167 escalones, vive la única mujer guardia que custodia una torre histórica en Alemania. Se llama Blanca Knodel y habla español porque trabajó en Ibiza antes de que llegaran los "hippies" a la isla pitiusa.
Merece la pena dar un paseo tranquilo por esta pequeña villa de 6.700 habitantes que ha mantenido el sabor medieval de sus casas y edificios históricos. Se puede acceder al recinto a través de la antigua entrada principal de la sede del emperador (Hohenstaufentor) para alcanzar a continuación la Torre Roja, situada al sur de la ciudad, que fue el último refugio de Barbarroja para los casos de "peligro inminente". Del interior destaca una sala de estar con chimenea, pero lo más recomendable es subir a lo más alto de la edificación para contemplar una vista encantadora del valle del Neckar y del interior de la ciudad.
La iglesia de San Pedro, uno de los primeros templos góticos de Alemania, los arcos de los Staufer y la Capilla del Palacio Imperial pueden ser las tres siguientes paradas en el recorrido. La capilla estuvo conectada por un pasadizo con el palacio de Barbarroja, fue utilizada más tarde en el siglo XIX como granero y establo y en la actualidad alberga el Museo Histórico Eclesiástico.
Estamos ya muy cerca de la Torre Azul, el gran símbolo de la ciudad, que debe su nombre al hecho de que durante su construcción se empleó piedra caliza de ese color. Esta parte de la residencia de la dinastía de los Staufer sufrió un grave incendió en 1848 que debilitó enormemente sus muros, pero en 1972 la torre fue restaurada gracias a las 300 toneladas de cemento que rellenaron los huecos de sus paredes.
Lo más espectacular de la torre es, aparte de su belleza en sí, la panorámica que se divisa desde lo más alto, pero quizás despierta más curiosidad que sólo unos escalones antes de llegar a la terraza del edificio vive la única mujer guardia de una torre histórica en suelo alemán.
Blanca Knodel está instalada en un apartamento -en realidad es una única sala- de 53 metros cuadrados desde hace ocho años y lo ha hecho en compañía de sus tres hijos y de un gato que sabe, incluso, posar ante las cámaras fotográficas de los turistas. Siguiendo la tradición medieval de los guardias que custodiaban las torres de los castillos y los palacios, Blanca está encantada con su función. Lo tiene todo, electricidad, teléfono, piano y hasta una bañera de hidromasaje, aunque últimamente su hijo mayor ya no cabe en una de las camas de este original hogar.
Después de pasar por el Ayuntamiento, un edificio neoclásico que luce los cuatro escudos de las principales épocas históricas de la ciudad, la visita debe llevarnos a la Iglesia Evangélica, un templo construido entre los siglos XIII y XVI que fue en primera instancia de culto católico (Iglesia de Santa María) y que cuenta con varios estilos en su interior: románico (las partes inferiores de sus torres) y gótico (el coro). Su tesoro más preciado es la Cruz de los Misterios, talla datada en 1481 que se puede ver en una capilla lateral. La cabeza y los brazos son movibles y el cabello del Cristo es humano.
Pero además Bad Wimpfen tiene otro gran atractivo para los turistas que se acercan hasta esta ciudad. Se trata de una reconocida estación balnearia especializada en medicina interna, cardiología y ortopedia, donde el visitante puede disfrutar de un variado abanico de programas termales en piscinas termales de agua con un alto porcentaje de sal. Otra opción es realizar alguna excursión fluvial en canoa o barco.