Observar las plantas y conocer su origen

Analiza y cuida cada paso del cuidado de tu jardín.
Beatriz Velasco.
Actualizado: jueves, 21 enero 2010 13:47

Las plantas son seres vivos, por lo que se desarrollan, respiran, se alimentan, palidecen, y desde un punto de vista humano incluso entristecen y enferman. Para beneficiarnos de la belleza de las plantas es imprescindible tener algunos conocimientos básicos sobre sus necesidades. Por lo que hay que tener en cuenta su origen y características propias, observándolas e interpretando la información que ellas mismas nos suministran.

No todas las especies requieren la misma luz o riego, ni tampoco se desarrollan de la misma forma. Por esta razón, hay que tener en cuenta los trasplantes entre otro tipo de labores. Además, la procedencia de una planta nos dará valiosa información sobre sus necesidades.

Una planta de origen tropical, por ejemplo, estará condenada a la vida de interior en climas continentales. Mientras que una planta procedente de ambientes desérticos es un indicio claro de que tolerará bajos niveles de agua. Incluso aquellas plantas que se adapten bien a nuestro clima pueden sufrir innumerables contratiempos, muchas veces por nuestra propia torpeza o porque no sabemos cuidarlas adecuadamente.

Antes de adquirir una planta hay que asegurarse de que las circunstancias en que se va a desarrollar son compatibles con su especie. Además, se deben obtener unos cuantos conocimientos básicos sobre las labores a llevar a cabo rutinariamente en jardinería, lo que nos permitirá disfrutar mucho tiempo de plantas hermosas y sanas.

Controlar la luz y la temperatura...

Las plantas necesitan luz para realizar la función básica de la fotosíntesis, por la cual convierten la energía luminosa su fuente de alimentación. Gracias a la luz del sol producen sustancias alimenticias para su correcto crecimiento.

Pero también existen sistemas de luz artificial que pueden sustituirlo para forzar determinados cultivos, y que se basan en lámparas especiales que imitan algunas de las radiaciones solares. Eso se suele hacer en viveros o en plantaciones profesionales, casi nunca en una vivienda.

La intensidad de luz...

La intensidad de luz que necesita una planta puede ser muy diferente según la especie de la que se trate. Algunas sólo pueden sobrevivir con luz tenue, mientras que otras precisan los rayos directos del sol para no languidecer. Si una planta tiene una iluminación excesiva los pétalos y las hojas presenten manchas marrones.

Sin embargo, si la iluminación es deficiente puede presentar hojas pequeñas, caedizas y rizadas. Igualmente, es importante determinar si en el emplazamiento de la planta, dispondrá del periodo de luz adecuado para cumplir con el ciclo que permita la elaboración de las sustancias que necesita para su crecimiento.

La falta o escasez de luz también provoca en las plantas el ahilamiento, es decir los tallos se alargan y adquieren un tono verde pálido como resultado de su búsqueda de la luz. Cuando vuelven a tener una iluminación adecuada, detienen el estiramiento del tallo y comienzan a engordar. Este efecto es muy común en los cactos y determinadas crasas, dando lugar a deformaciones que tardan en desaparecer, pues los cactos no se regeneran igual que lo hacen las demás plantas.

Por otra parte, la iluminación deficiente impide que las flores crezcan con normalidad, e incluso en muchas ocasiones no llegan a salir. Las pocas que consiguen brotar suelen presentar cierta palidez. Si una planta sufre una deficiencia lumínica hay que ir buscando el punto más adecuado para su ubicación, pero no debe cambiarse bruscamente a un lugar fuertemente iluminado.

Esta operación debe realizarse paulatinamente, para que la planta se vaya adaptando. Puede ocurrir que una planta no se ahíle, pero puede inclinarse hacia una fuente de luz de una forma más que visible. En ese caso hay que ir dándole de vez en cuando media vuelta al tiesto, de esa forma se irá enderezando el tallo pues buscará continuamente la luz.

La temperatura según la especie y origen...

Determinar la temperatura adecuada para cada especie es otro factor de suma importancia. Como norma general las plantas de origen tropical, que son las que utilizamos habitualmente como plantas de interior, necesitan una temperatura que oscile entre los 20º y 24º centígrados para el día, y de noche entre 18º y 20º centígrados.

No obstante, hay que observar algunas precauciones. Por un lado, debemos alejar las plantas de las fuentes de calor o frío, o que mantenga fluctuaciones de temperatura, por ejemplo en invierno una ventana o un calefactor.

En invierno y en climas continentales, las plantas de exterior no perennes terminarán perdiendo sus hojas o muriendo. Si soportan las temperaturas y se sumergen en un periodo de reposo, renacerán o volverán a rebrotar durante la primavera.