El magma se mantiene frío antes de provocar erupciones gigantes

Long Valley
U.S. GEOLOGICAL SURVEY
Europa Press Ciencia
Actualizado: martes, 7 noviembre 2017 11:19

   MADRID, 7 Nov. (EUROPA PRESS) -

   La bolsa de roca fundida que estalló en Long Valley, California, hace 765.000 años era mucho más fría de lo pensado antes de aquella supererupción volcánica.

   A lo largo de una semana, 760 kilómetros cúbicos de lava y ceniza fueron arrojados. La ceniza probablemente enfrió el planeta protegiendo al sol, antes de establecerse en la mitad occidental de América del Norte.

   Los científicos se interesan por Long Valley porque permite comprender por qué ocurren las 'súper erupciones' y, por tanto, para entender dónde y cuándo es probable que vuelvan a ocurrir.

   "El planteamiento más antiguo es que hay un periodo largo con un gran tanque de roca fundida en la corteza --dice en un comunicado el primer autor Nathan Andersen, quien recientemente se graduó en Geociencia en la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos--. Pero esa idea está cayendo en desgracia".

   Así, según explica, una nueva visión es que el magma se almacena durante un largo periodo de tiempo en un estado cerrado, frío, cristalino e incapaz de producir una erupción --detalla--. Ese sistema inactivo necesitaría una gran infusión de calor para entrar en erupción". Es difícil entender cómo se podría calentar la roca desde unos 400 grados centígrados hasta los 700 a 850 grados necesarios para erupcionar, pero la causa principal debe de ser un aumento rápido de rocas mucho más calientes desde las profundidades.

   En lugar de un grupo de roca fundida de larga duración, los cristales de roca solidificada se incorporaron poco antes de la erupción, plantea Andersen. Entonces, las condiciones de fusión probablemente duraron sólo unas pocas décadas, a lo sumo unos pocos siglos. "Básicamente, la imagen ha evolucionado desde la idea de 'gran tanque' a la vista 'masilla', y ahora proponemos que hay una apreciación insuficiente de la contribución de la roca solidificada y realmente fría", sugiere.

   Los nuevos resultados están enraizados en un análisis detallado de isótopos de argón en cristales de 'Bishop Tuff', la roca de gran volumen liberada cuando se formó la Caldera de Long Valley. El argón, producido por la desintegración radiactiva del potasio, escapa rápidamente de los cristales calientes, por lo que si el cuerpo de magma que contenía estos cristales estaba uniformemente caliente antes de la erupción, el argón no se acumularía y las fechas de los 49 cristales deberían ser las mismas.

   Sin embargo, utilizando un nuevo espectrómetro de masas de alta precisión en el Laboratorio de Geocronología en UW-Madison, en Estados Unidos, las fechas del grupo de investigación abarcaron un rango de 16.000 años, lo que indica la presencia de algo de argón que se formó mucho antes de la erupción. Eso apunta a condiciones inesperadamente frías antes de la erupción gigante.

   Según Andersen, la existencia de mejores herramientas permiten mejorar la ciencia. "El nuevo instrumento es más sensible que sus predecesores, por lo que puede medir un menor volumen de gas con mayor precisión --subraya--. Cuando observamos en mayor detalle en cristales individuales, se hizo evidente que algunos deben haber sido derivados del magma que se había solidificado por completo, pasando de una papilla a una roca".

   Según precisa el profesor de Geociencia en UW-Madison Brad Singer, director del Laboratorio de Geocronología, fue Andersen quien descubrió que aproximadamente la mitad de los cristales comenzaron a cristalizar unos miles de años antes de la erupción, lo que indica condiciones más frías. "Para obtener la verdadera edad de erupción, es necesario ver la dispersión de las fechas --añade--. Los cristales más jóvenes muestran la fecha de la erupción".

MEJORAS EN EL ESTUDIO DE LAS FACETAS DE LA HISTORIA DE LA TIERRA

   Los resultados tienen un significado más allá de la vulcanología, ya que las cenizas de Long Valley y otras erupciones gigantes se usan comúnmente para la datación. "Estas enormes erupciones depositan cenizas por todo el lugar, y eso te permite hacer correlaciones en el registro de rocas para ayudar a los estudios geológicos, biológicos y climáticos en todo el continente --dice Andersen--. Este manto de ceniza te ancla al tiempo. Mientras más nos acerquemos a la era de la erupción, mejor podremos estudiar todas las facetas de la historia de la Tierra".

   "Es controvertido, pero encontrar estos cristales más antiguos significa que parte de este gran cuerpo de magma era muy frío inmediatamente antes de la erupción --apunta Singer, vulcanólogo que fue asesor de Andersen en UW--. Esto va en contra de mucha termodinámica".

   Entender mejor el proceso previo a la erupción podría llevar a predecir mejor los volcanes, una propuesta muy útil pero difícil en la actualidad. "Esto no apunta a la predicción de ninguna manera concreta --dice Singer-- pero señala el hecho de que no entendemos qué está sucediendo en estos sistemas, en el periodo de entre 10 a 1.000 años que precede a un gran erupción".

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