Las turberas del norte pueden alojar el doble de carbono de lo pensado

Turbera
Turbera - PHILIP MCERLEAN
Publicado: lunes, 21 octubre 2019 17:45

   MADRID, 21 Oct. (EUROPA PRESS) -

   Las turberas que se extienden por latitudes altas del hemisferio norte pueden contener el doble de carbono que los científicos sospechaban anteriormente.

   Los resultados de un estudio publicado en la revista 'Nature Geoscience' sugieren que estas áreas pantanosas juegan un papel más importante en el cambio climático y el ciclo del carbono de lo que normalmente se les atribuye.

   Las turberas son paisajes húmedos y cubiertos de musgo construidos sobre capas de plantas parcialmente descompuestas. Debido a que la materia vegetal no se descompone completamente, la turba puede terminar almacenando grandes cantidades de carbono durante miles de años, mucho más tiempo que un bosque típico.

   Sin embargo, los modelos climáticos globales, que los científicos usan para predecir el cambio climático y sus impactos, rara vez tienen en cuenta el carbono que la turba y otros suelos absorben, almacenan y liberan.

   "El carbono que está bajo tierra es la reserva menos atendida --destaca el autor principal Jonathan Nichols, profesor asociado de investigación en el Observatorio Lamont-Doherty Earth de la Universidad de Columbia--. Es un gran signo de interrogación en muchos modelos climáticos globales".

   Refinar esas mediciones podría hacer que los modelos climáticos, y por lo tanto las predicciones climáticas, sean más precisos. Eso es lo que se propusieron hacer Nichols y su coautora Dorothy Peteet, paleoclimatóloga del Instituto Goddard de la NASA para Estudios Espaciales y adjunta en Lamont-Doherty.

   Su nuevo estudio incorpora 4.139 mediciones de radiocarbono de 645 puntos de turberas en el norte de Europa, Asia y América del Norte. Pero la principal innovación está en cómo los investigadores calcularon el almacenamiento de carbono en esas turberas.

   "Antes, se suponía que todas las turberas habían acumulado carbono a la misma velocidad al mismo tiempo durante los últimos miles de años, lo cual es una suposición terrible --admite Nichols--. La tasa de acumulación de carbono puede ser muy diferente de un lugar a otro durante el mismo punto en el tiempo. Nuestro propio trabajo anterior ha demostrado esto, así como el trabajo de muchos otros".

   El problema era que simplemente no había una buena forma estadística de explicar esas diferencias. Entonces, Nichols y Peteet idearon un nuevo algoritmo para estimar la cantidad total de carbono almacenado en las turberas del norte. "Nos permite no tener que suponer que todos sabemos que está mal", explica Nichols.

   Anteriormente, los científicos simplemente promediaban la tasa de acumulación de carbono medida en tantas muestras de turba como podían encontrar, y multiplicaban ese promedio por el área total de turberas en el hemisferio norte.

   Esta estrategia era sesgada, señalan Nichols y Peteet, porque hay muchas menos muestras de áreas menos estudiadas como Asia o Europa del Este y del Sur. Los datos de estas áreas submuestreadas fueron efectivamente eliminados por el gran volumen de mediciones de América del Norte y Europa.

   Al suponer que las turberas en diferentes partes del mundo acumulan turba a diferentes velocidades, y al pesar esas tasas por el tamaño de la región, el nuevo algoritmo permitió a los investigadores calcular que las turberas del norte contienen 1,1 billones de toneladas de carbono.

   Esa es una cantidad colosal, más de lo que los humanos han arrojado a la atmósfera hasta la fecha al quemar combustibles fósiles, y un salto considerable respecto a la estimación previa de aproximadamente 545.000 millones de toneladas.

   Nichols y Peteet descubrieron que después del último período glacial, cuando las turberas estaban absorbiendo esta gran cantidad de carbono, el nivel en la atmósfera se mantuvo estable. ¿Cómo podría ser eso, si las plantas de turberas extraían carbono del aire durante la fotosíntesis y luego nunca lo liberan? Los investigadores sospechan que el océano liberó más carbono durante ese tiempo, lo que compensó el carbono eliminado por las turberas en crecimiento.

   "Un siguiente paso importante es agregar a la turba a las simulaciones del clima global --apunta Nichols--. Cuanto más comprendamos el sistema climático, mejores serán nuestros modelos de ese sistema".

   Los hallazgos del estudio también tienen implicaciones para predecir las futuras emisiones de carbono de las turberas. "Las partes del mundo con turba también son las que se calientan más rápido que el resto del mundo. ¿Qué sucede cuando los calientas? ¿Crecen más rápido y secuestran más carbono, o se descomponen más rápido y liberan más?", se pregunta Nichols.

   En general, está descubriendo que las turberas se descomponen más rápido y liberan más carbono a medida que el termostato del planeta sube. El cambio climático está alterando los patrones naturales de lluvia en las turberas, que pueden expulsar a los musgos a favor de plantas como las juncias.

   Las juncias crecen y se descomponen más rápido, y sus raíces llevan oxígeno a las capas profundas de la turba, lo que permite que el material orgánico se descomponga y libere carbono que puede haber estado almacenado allí durante milenios. Además, los humanos a menudo extraen turberas y queman la turba como combustible o la usan en agricultura u horticultura.

   Todos estos procesos convierten las turberas de absorbentes de carbono en emisores, alerta Nichols. "Y debido al trabajo que hemos realizado para este documento, ahora sabemos que hay mucho más carbono que se puede liberar a la atmósfera de lo que pensábamos", destaca.

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