MADRID 20 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las naves espaciales se desvanecen a la deriva en silencio por el espacio después de que su misión ha terminado, pero esto no es asi siempre. La sondas gemelas GRAIL (Gravity Recovery and Interior Laboratory) de la NASA se despidieron con un resplandor de gloria el 17 de diciembre de 2012, cuando se estrellaron intencionalmente contra una montaña cerca del polo norte de la Luna.
La exitosa misión para estudiar el interior de la Luna culminó con una última acción para conseguir nuevos resultados científicos: al estrellarse levantaron una nube de polvo y gas con cada impacto cuyo análisis permitió descubrir más acerca de la composición de la Luna. Sin embargo, con la luna dada su distancia de la Tierra, los penachos de impacto fueron difíciles de observar desde aquí. Afortunadamente, GRAIL tenía compañía en órbita.
El Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) está en órbita alrededor de la Luna, muy ocupado haciendo mapas de alta resolución de la superficie. Con apenas tres semanas de anticipación, el equipo del LRO se apresuró a situar su nave en el lugar correcto para el momento justo para presenciar el final ardiente de GRAIL.
"Fuimos informados por el equipo de GRAIL unas tres semanas antes de donde se produciría el lugar del impacto sería", dijo el científico del proyecto LRO John Keller, del NASA Goddard Space Flight Center en Greenbelt.
LRO estuvo a solamente 160 kilómetros de la superficie lunar en el momento del impacto, y las variaciones en la gravedad determinadas por características como montañas lunares afectaron a la nave espacial, modificando su órbita.
El sitio estaba en sombra en el momento del impacto, por lo que el equipo del LRO tuvo que esperar hasta que las penachos se elevaran lo suficiente como para estar a la luz del Sol antes de hacer la observación. El Proyecto de Cartografía Lyman Alfa (LAMP), un espectrógrafo de imágenes ultravioleta a bordo de la nave, vio mercurio y trazas de hidrógeno atómico en el penacho.
La cámara del LRO fue capaz de tomar una imagen de los cráteres de los impactos GRAIL a pesar de su tamaño relativamente pequeño.
Las dos naves espaciales eran relativamente pequeñas: cubos del tamaño de una lavadora con una masa de aproximadamente 200 kilogramos cada uno, en el momento del impacto. Las naves viajaban a alrededor de 6.100 kilómetros por hora cuando llegaron a la superficie.
"Los dos cráteres son relativamente pequeños, tal vez de 4 a 6 metros de diámetro y ambos tienen débiles patrones oscuros y eyecciones, lo cual es inusual", dijo Mark Robinson, investigador del LROC. "Los nuevos cráteres de impacto en la Luna suelen ser luminosos, pero éstos pueden ser oscuras debido al material de la nave espacial que se mezcla con el material expulsado".
"Los dos sitios de impacto se encuentran en la vertiente sur de un macizo montañoso que se encuentra al sur del cráter Mouchez y noreste del cráter Filolao", dijo Robinson. "El macizo se encuentra hasta en 2.500 metros por encima de la llanura circundante. Las zonas de impacto son de una altura de 700 a 1.000 metros, respectivamente, entre 500 a 800 por debajo de la cumbre. Las dos cráteres de impacto están a alrededor de 2.200 metros de distancia.
El radiómetro del orbitador LRO observó el lugar del impacto y confirmó que la cantidad realtivamente pequeña de calentamiento de la superficie estaba dentro de las expectativas. El altímetro rebotó pulsos de láser en la superficie para construir un mapa preciso del terreno lunar, incluyendo la estructura tridimensional de características como las montañas y los cráteres.
"La combinación de la topografía de este altímetro con el mapa de gravedad de GRAIL da unos resultados muy interesantes", dijo Keller. "Uno espera que las áreas con montes tienen un peso poco más fuerte, mientras que características como cráteres tendrán un poco menos. Sin embargo, cuando se resta la topografía, se obtiene otro mapa que revela diferencias de gravedad que no están vinculadas a la superficie. Se da una idea de las estructuras más profundas en el interior de la luna".