Actualmente, en la sociedad que nos rodea se podría decir que no hay muchas cosas tan indispensables que, si desaparecieran, se colapsaría nuestro ritmo de vida. Pero hay una que sí. Me refiero a esa sustancia líquida, viscosa, de color oscuro, que hace que funcionen las maquinarias: el codiciado oro negro, el petróleo.
Este líquido denso hace que, a través de una serie de procesos de refinamiento, den lugar al poderoso combustible que da vida a los motores de las máquinas de todo tipo, y que hacen nuestra vida mucho más fácil.
La movilidad de nuestros coches y vehículos a motor en general, maquinaria agrícola y todo un largo etcétera de maquinaria industrial sería imposible sin el petróleo. Y las máquinas, inservibles sin dicho combustible. Hoy en día vemos cómo es casi una noticia obligada en los telediarios haciéndose notar por diferentes motivos. Los que nos interesan o más concretamente nos afectan son los relacionados con su precio. Este hace que varíen otros precios relacionados con su uso. Si bien el petróleo ha alcanzado en algunas etapas precios realmente desorbitados, dicha subida se ve reflejada en los precios de la venta de coches de gasolina, siendo estos mucho más caros que los diésel.
La variación de precios no responde a unas señales predeterminadas, sino que cambian dependiendo del momento o situación concreta en que se encuentran los países exportadores.
Los principales países exportadores de petróleo se encuentran en Oriente, ya que allí se encuentran los pozos petrolíferos más grandes. Esta dependencia actual de dicho combustible hace que los principales exportadores tengan en sus manos la capacidad de controlar a su antojo dichos cambios, provocando variaciones en las economías mundiales. Todos dependen de este producto. Dicho material no es eterno, con lo cual se ha llegado a la conclusión de que tarde o temprano llegará a desaparecer.
Los científicos se han puesto manos a la obra para tratar de encontrar soluciones alternativas para que la industria automovilística no se vea paralizada ante dicha problemática. Los motores eléctricos emergen como la solución más ecológica y sobre todo barata.
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