Los altares de San Vicente Ferrer representan sus milagros. ¿Sabes cuál fue el primero?

Representación de un milagro de San Vicente Ferrer en el Altar del Tossal
EUROPA PRESS
Actualizado: sábado, 7 abril 2018 12:19

VALENCIA, 7 Abr. (EUROPA PRESS) -

San Vicente Ferrer, cuyas vivencias y milagros se conmemoran el segundo lunes de Pascua con representaciones en altares, fue un intelectual con fuerte personalidad que transmitía simpatía y atracción y que dedicó parte de su vida a predicar el Evangelio por diferentes localidades con sermones que seguía multitud de gente atraída por su oratoria y escenificación. El primer altar se erigió en 1461 en la calle del Mar, de València como tributo por haber curado al hijo de un vecino de su familia.

Según la tradición recogida por Francisco Vidal y Micó, "en 1359 San Vicente Ferrer, niño de nueve años, habría obrado el milagro de curar de unas apostemas malignas en el cuello a Antonio Garrigues, hijo de un especiero llamado Miguel Garrigues, que vivía en la calle del Mar, plazoleta dels Ams (de los Anzuelos), y era vecino del notario Guillem Ferrer, padre de Vicente".

Juan Garrigues, hijo del miraculado Antonio, quiso exaltar el recuerdo del milagro de San Vicente obrado en su padre y obtuvo autorización para erigir un altar, junto a la esquina y sobre la puerta de su casa. En este altar figuraba la imagen del Santo, así como una inscripción en la que se relataba el suceso, para que lo leyera el público.

San Vicente Ferrer, que nació en València 1350 y murió en Vannes (Francia) en 1419, donde se encuentra su sepulcro, pertenecía a una familia acomodada. Decidió en 1367 ingresar en el Convento de Predicadores y tras un año noviciado, debido a sus cualidades intelectuales que sobresalían, fue enviado a estudiar a Barcelona hasta 1375, se convirtió en profesor y se doctroró en Teología.

En 1394 el Papa Pedro Luna, Benedicto XIII, le llamo a su lado y le nombró confesor y teólogo pero, una grave enfermedad, le hace cambiar su modo de vida en 1398 y decide dedicarse a la predicación itinerante tras una experiencia espiritual que para él fue decisiva: Cristo, acompañado de santo Domingo de Guzmán y san Francisco de Asís, le encargó ir por el mundo a predicar el Evangelio.

SERMONES MULTITUDINARIOS

A partir de ese momento, su misión se dedicó a ayudar al prójimo con la predicación del Evangelio. Multitud de gente escuchaba sus sermones que atraían a cleros, religiosos y laicos por su cultura y conocimiento junto a la oratoria que practicaba; popular, rica en ejemplos y parábolas. En sus últimos días predicó por tierras francesas y aunque su aspecto era débil y frágil los presentes aseguraban que cuando predicaba rejuvenecía.

San Vicente Ferrer murió en Vannes el 5 de abril de 1419 y fue canonizado en 1455 por el papa Calixto III tras haber sido investigada su vida y milagros con más de 400 declaraciones y en 1461 fue levantado
el primer altar como homenaje por un milagro efectuado.

Al altar, que inicialmente constaba solo de la efigie del Santo con una inscripción en la que se relataba el suceso para que lo leyera el público, con los años se le añadieron flores, telas preciosas, luces y figuras simbólicas y representativas de conocidas escenas de la vida y milagros del fraile valenciano.

Con los años, el carácter personal de este tributo adquirió representación colectiva en el que se incorporaron clavarios que
modificaban la instalación y fijaban versos explicativos en los alrededores del altar. Esta práctica de levantar altares se fue extendiendo entre las protestas por parte de los vecinos de la calle del Mar que consideraban la iniciativa como exclusiva.

En la actualidad más de 200 niños valencianos escenifican el segundo lunes de Pascua, día del san Vicente Ferrer, y el domingo previo, 'els miracles' en 14 altares en los que se interpretan los hechos milagrosos atribuidos al fraile con una trama muy humana, narrados a veces con humor y que en tono fantástico relatan curaciones, resurrecciones y conversiones y concluyen con final feliz.

En 2015 la representación de los Milagros o Miracles de Sant Vicent Ferrer fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) Inmaterial por constituir una de las más preciadas señas de identidad de la ciudad de Valencia y ser el elemento que caracteriza y personaliza las fiestas vicentinas que cada año convocan a la población y a miles de visitantes.