Cultura.- El Ivacor restaura las pinturas murales de la capilla del convento de San Bernardino de Siena de Bocairent

Actualizado: jueves, 25 octubre 2012 21:34

VALENCIA, 25 Oct. (EUROPA PRESS) -

El Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (Ivacor) ha restaurado las pinturas murales de la Capilla de la Tercera Orden Franciscana del Antiguo Convento de San Bernardino de Siena de Bocairent, según ha informado la Generalitat en un comunicado.

La calidad de las pinturas, de las que se desconoce su autor hasta el momento, y del programa iconográfico que presentan, han sido motivo suficiente para que la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, junto con la Diputación de Valencia y el Ivacor, emprendiesen la restauración de este conjunto.

La capilla de la orden tercera franciscana de Bocairent, que en la actualidad actúa como capilla del cementerio de la localidad, antaño formaba parte del conjunto cenobítico franciscano de San Bernardino de Siena, el cual estuvo abierto hasta 1835, fecha en la que las medidas desamortizadoras de Mendizábal motivaron la exclaustración de los frailes que lo habitaban y el inicio de su deterioro.

En 1848, una Real Orden del Ministerio de Hacienda entregaba todas las propiedades del convento y las tierras que lo circundaban a la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Bocairent para que estableciese allí su nuevo cementerio, el cual se inició en 1851, como indican los hierros de la puerta principal. Para ello se tuvieron que demoler todos los edificios del convento, incluso la iglesia, dejando tan sólo esta capilla para usarla como lugar de culto del camposanto.

LA CAPILLA

La capilla se debe al maestro de obras Tomás Peris, vecino de Cocentaina, probablemente el mismo que dirigió las obras de la desaparecida iglesia del convento, así como el crucero de la parroquia de Santa María de Alcoy. La capilla se terminó de construir en 1759, como muestra una inscripción en el tejado de la misma. Está compuesta por una planta de cruz latina con una falsa cúpula en la intersección de los brazos, la cual presenta un interesante programa iconográfico pictórico relacionado con la dedicación del edificio.

En cada una de las cuatro falsas pechinas se encuentran, inscritos en un óvalo, a un santo de la orden franciscana ante un fondo neutro, menos en un caso. Así se puede ver a san Luis, rey de Francia, bajo su atuendo más habitual, vestido como rey con manto, corona y cetro, y el cordón franciscano alusivo a su vinculación a la Tercera Orden de San Francisco, y que curiosamente el relato edificante de su biografía, escrita por Guillaume de Saint Pathus, lo relaciona alimentando a un religioso enfermo de lepra en la abadía de Royaumont; y a las santas Isabel de Hungría e Isabel de Portugal, vestidas con al hábito pardo y toca negra de la orden clarisa, con mantos reales por su linaje, y que igualmente se dedicaron al cuidado de pobres, enfermos y leprosos.

El cuarto santo, san Roque, pintado en la pechina izquierda mirando el presbiterio, no pertenece a la orden franciscana, y la única explicación para su representación ahí es que, al igual que los otros santos, éste también se dedicó al cuidado de enfermos de peste, de ahí que podamos lanzar la hipótesis de que esta capilla o pinturas se hiciesen en agradecimiento por haber sobrevivido a una epidemia de esta índole o que guardasen alguna relación con este tema.

En este último caso, y a diferencia de los otros, el santo de Montpellier está pintado ante un fondo de paisaje --el bosque de Plasencia-- bajo con celaje, en el que el santo, con atuendo de peregrino, está representado mirando al cielo y mostrando el bubón pestilente de su pierna, junto al can que lo alimentó. Los cuatro óvalos está enmarcados por una decoración barroca propia del XVIII, basada en tarjas de cueros recortados con mascarones y angelitos, pervivencia decorativa del siglo XVII, con elementos vegetales, florales y rocallas que responden ya al gusto decorativo de mediados del XVIII.

En el centro de la cúpula, otro óvalo alberga las imágenes de san Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, junto a santo Domingo de Guzmán, contemplando el triángulo divino, que simboliza la Santísima Trinidad. Todo él está circundado por el cordón franciscano, y decorado por motivos de tarjas y rocallas con angelitos que muestran el escudo de la orden franciscana, formado por el brazo de Cristo y el brazo de san Francisco de Asís y una cruz entre ellos. De este óvalo central parten unas cintas o lazadas que van a cada uno de los medallones u óvalos vistos anteriormente.