EMF.-El decano de Sociología de la UCV afirma que "sólo el que ama bien y adecuadamente descubre una vida plena y feliz"

EMF.-El decano de Sociología de la UCV afirma que "sólo el que ama bien y adecuadamente descubre una vida plena y feliz"

Europa Press C. Valenciana
Actualizado: jueves, 6 julio 2006 19:46

VALENCIA, 6 Jul. (EUROPA PRESS) -

El antropólogo y decano de la Facultad de Sociología y Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Valencia (UCV), Eduardo Ortiz Llueca, afirmó hoy que "sólo el que ama bien y adecuadamente descubre una vida plena y feliz", durante su intervención en la mesa redonda 'El joven ante la verdad y la misión de la familia', celebrada en el marco del Congreso de los Hijos, con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias que tiene lugar estos días en Valencia.

El profesor Ortiz, que pronunció la conferencia titulada 'La verdad de la sexualidad humana' afirmó que, "quien ama adecuadamente y de verdad, conoce la verdad de la sexualidad". Así, subrayó que "sólo el que ama bien y adecuadamente descubre una vida plena y feliz". Se trata, dijo de una "creencia universal verdadera", que, sin embargo, "algunos parecen ignorar".

La respuesta está, en su opinión, en que "mucha gente no reconoce que el amor tiene su verdad y su razón", y "quien entiende mal el amor suele vivirlo mal", apuntó, al tiempo que señaló que estos "errores en la vivencia y la comprensión del amor son el más importante problema que tenemos los seres humanos", por lo que el resto de problemas son "relativamente importantes".

"Ahora que estamos liberándonos de la hipoteca del intelectualismo o del racionalismo, reconozcamos de una vez que lo que más importa a las personas como individuos, por encima de todo, es amar y ser amadas", apostilló, y "quien conoce la sintaxis del amor, tiene la llave que abre los misterios del universo de las personas", añadió.

Si esto es así, explicó, "los errores o extravíos en el amor son algo gravísimo". En este sentido, afirmó que "no basta con amar", ya que "el amor tiene su verdad", y también tiene "su lógica". La cuestión es, por tanto, "amar bien o adecuadamente".

Así, comentó que la jerarquía cristiana recoge la existencia de las "jerarquías en el amor", que consisten en amar "sin medida" a Dios y "después" al esposo o esposa, a los hijos, padres y amigos. Sin embargo, lamentó que en la actualidad se pretende "negar" esa jerarquía, por parte del "romántico". Así, manifestó que el romanticismo es una "peligrosísima hipoteca que dificulta la vivencia y la comprensión del amor".

"Debemos liberarnos de las confusiones que el romanticismo ha sembrado en el territorio del amor", añadió, ya que éste "no se puede reducir a un sentimiento, a una emoción o a un impacto afectivo", porque "el amor es mucho más que eso", aseguró.

Explicó que el amor "bien entendido" incluye "afectividad o emoción", pero también a la "persona completa", porque "compromete a la donación de nosotros mismos", y "en la entrega absoluta de Jesucristo encontramos el modelo de donación a seguir en las relaciones personales".

AMOR CONYUGAL

Por su parte, monseñor Livio Melina, presidente internacional del Pontificio Instituto Juan Pablo II, que participó en el congreso para pronunciar la conferencia titulada 'Hombre y mujer los creó: Igualdad, Diferencia, Complementariedad', explicó que la "diferencia sexual" entre hombre y mujer, que ya recoge el "primer relato de la creación", no significa "desigualdad", sino "complementariedad".

Monseñor Melina añadió que "diferencia significa atracción y complementariedad", y comentó que "cada ser humano en su propio cuerpo experimenta la soledad y la necesidad de entrar en contacto con la otra persona del sexo opuesto por la que se siente misteriosamente atraído".

Así, señaló que "la soledad se muestra como expectativa de comunión" y que "la sexualidad revela a la persona algo esencial", como es la "reciprocidad de comunión". No obstante, matizó que ésta implica a la persona "en su totalidad", es decir, "cuerpo y alma".

Subrayó que "es en el amor conyugal donde debe darse la sexualidad genital", entendida como un "encuentro de total donación y acogida del otro", de "entrega libre y exclusiva", explicó. En este sentido, afirmó que "la finalidad intrínseca de la unión corpórea y genital entre un hombre y una mujer es la fecundación"; la "generación de una vida, la del hijo, que nace de la donación física y espiritual de los esposos", concluyó.

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