Garcia-Gasco defiende el matrimonio como "el camino para el amor" frente a la "mercantilizacion del ser humano"

Actualizado: jueves, 19 octubre 2006 14:28

VALENCIA, 19 Oct. (EUROPA PRESS) -

El arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, defiende en su carta de esta semana que "es esencial conocer el matrimonio entre el varón y la mujer para la educación de las futuras generaciones en el amor". El prelado invita a todos, "pero especialmente a los padres y madres de familia" a hacer todo lo posible "para que se garantice este contenido fundamental de la educación humana".

En su carta, que titula "Sí, hay un camino para el amor", el prelado considera que ese camino es el de la "fidelidad y la renuncia a la instrumentalización del otro, el camino de la lógica del matrimonio fiel e indisoluble entre varón y mujer".

Por el contrario, el prelado alerta sobre "la degradación del ser humano que hace especialmente de las mujeres objetos que se pueden comprar y vender". Su mercantilización "cambia el amor por el dinero" y hace más perceptible "el egoísmo de considerar al otro ser como un objeto que se puede usar y abandonar cuando deja de ser apetecible".

Según García-Gasco, la prostitución de mujeres que proceden de países pobres o la trata de blancas "son algunas manifestaciones indignas presentes en nuestra sociedad de las que las mujeres suelen ser las principales víctimas".

La fe cristiana "rechaza con energía la mercantilización del ser humano, la negación de su libertad y la explotación sexual, especialmente de las mujeres más desprotegidas". Frente a estos "desmanes", monseñor García-Gasco propone el camino de la unificación de la persona "desde su libertad más profunda": la compenetración entre cuerpo y alma "para que ambos adquieran una nueva nobleza".

El arzobispo de Valencia se refiere en su carta a la encíclica de Benedicto XVI "Deus Cáritas est" y subraya que "para el cristiano, el amor, antes que un mandamiento, es la respuesta al don del amor de Dios, con el que viene a nuestro encuentro".

Desde la Grecia clásica, "gran parte de la experiencia amorosa de la humanidad se ha interpretado desde una comprensión del amor como una fuerza irresistible que arrastra sin remedio a quienes se ven sometidos a ella".

Sin embargo, el cristianismo "da un paso decisivo" sobre esa fuerza, "asumiendo su aspecto positivo mientras avisa de sus errores porque necesita impregnarse de los aspectos más humanos de nuestro ser, como son la libertad, fruto de la consciencia y la voluntad".