Meryl Streep y Julia Roberts Agosto
Meryl Streep y Julia Roberts Agosto - DEAPLANETA
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Actualizado: viernes, 10 enero 2014 14:55

MADRID, 10 Ene. (EUROPA PRESS - Israel Arias)

   Agosto, la exitosa y multipremiada obra de Tracy Letts, se hace película para regalarnos un duelo interpretativo de altura entre dos de las damas con más renombre del séptimo arte: Meryl Streep y Julia Roberts.

   La cinta que firma John Wells (The Company Men) nos sumerge durante dos horas en el microcosmos de Los Weston, una familia forjada en una gran mansión en las afueras de Pawhuska, Oklahoma. En el antaño atestado epicentro familiar ya solo quedan Beverly (Sam Shepard) y Violet (Streep), los patriarcas del clan que intentan sobrellevar su lúgubre soledad a base de pastillas, alcohol y tabaco.

   Pero un buen día Beverly, padre, marido y poeta, se harta de vivir rodeado de tanta decrepitud y decadencia y decide marcharse sin más. Será entonces cuando Violet, la arisca, enferma y casi siempre colocada madre, reclame la ayuda de sus hijas para intentar encontrar al anciano y desaparecido -o huido- padre y esposo.

   El regreso a casa de las tres hijas, Barbara (Julia Roberts), Ivy (Julianne Nicholson) y Karen (Juliette Lewis), y su reencuentro con la deslenguada y malhumorada matriarca, resucitará un infierno familiar donde los cuchillos en forma de reproches vuelan en todas direcciones.

   Resentidos rejonazos que desatarán un mezquino juego de secretos, rencores y miserias familiares que estallará durante una grotesca cena que deviene en pelea de gatas y que cuenta con la bendición de mesa, a cargo de un genial Chris Cooper, más esperpéntica y desternillante de las últimas décadas.

   Puede que este sea el pasaje más brillante de todos los grandes momentos que atesora una cinta que se erige sobre dos pilares fundamentales: los punzantes diálogos del texto que le valió un Pulitzer a Tracy Letts y el tremendo trabajo de un impresionante y matriarcal elenco que encabeza Meryl Streep.

   Inconmensurable, una vez más, su desgarrador y desquiciado relato de esa madre decrépita y herida de muerte física y psicológicamente, hace que Streep tenga ya en el bolsillo la que será su décimo octava nominación al Oscar. Es más, su Violet, esa insufrible cigarrona, parece ser la única con posibilidades reales de aguarle la fiesta a la Blue Jasmine de Cate Blanchett.

   En la otra esquina del cuadrilátero aparece Julia Roberts encarnando a la mayor de las hijas, una mujer fracasada en lo sentimental y que, empujada por su propia naturaleza, se enzarzará en una lucha por el cetro del poder familiar. Una ácida y lacerante contienda en la que descubrirá que el ADN no miente y que se parece a su odiosa y odiada madre más de lo que creía. Uno de sus mejores trabajos hasta la fecha.

   Notables son también las interpretaciones de Julianne Nicholson y Juliette Lewis, las hijas bienmandada y díscola, respectivamente, de Violet; de Margo Martindale, la tía y hermana de la matriarca; y de la joven Abigail Breslin (la antaño Pequeña Miss Sunshine) que da vida a la hija de Roberts.

   Por la mansión de Pawhuska también pululan algunos hombres (Ewan McGregor, Benedict Cumberbatch y el propio Cooper), meros continentes para albergar las frustraciones, los anhelos y también las vergüenzas que abarrotan este sofocante universo femenino.

A LAS PUERTAS DEL SOBRESALIENTE

   Además de estar magistralmente escrita y excelentemente interpretada, Agosto está correctamente dirigida. Y esto, que no es poco lo que consigue Wells, es lo que evita que estemos ante una película rotunda, sobresaliente.

   En todo caso Agosto es una intensa -a ratos exagerada por su naturaleza teatral- experiencia cinematográfica tan amarga como disfrutable que navega con destreza entre la socarrona comedia y el drama descarnado. Y por si todo esto no fuera suficiente, además puede servirnos de complaciente autoterapia.

   Si durante las todavía recientes celebraciones navideñas sintieron que sus reuniones familiares eran algo más parecido a un calvario que a una fiesta... Agosto es su película. Con ella podrán, no solo gozar con grandes diálogos e interpretaciones, sino también -y si son un poco más malvados- regocijarse en su butaca al comprobar que "siempre puede ser peor" y que no hay realidad que, si el autor se empeña, supere a la ficción.