Antonio Muñoz Molina: "Siempre seré un principiante"

Europa Press Cultura
Actualizado: miércoles, 24 junio 2009 19:22

SANTANDER 24 Jun. (EUROPA PRESS) -

El escritor jienense Antonio Muñoz Molina aseguró que es "un aprendiz" en el "extraño oficio" de la novela, en el que "por mucha experiencia que se tenga, no se ha aprendido nada". "Ahora sé que seré un principiante por muchas novelas más que escriba, y que si tengo alguna seguridad demasiado sólida será porque me estoy equivocando", señaló.

. "Algo muy poderoso debe haber en las novelas para que a pesar de todo uno siga queriendo aprender a escribirlas", matizó el autor que fue el protagonista de la última jornada de la III cita internacional de la literatura en español 'Lecciones y Maestros', que se celebra en la Torre de Don Borja (Santillana del Mar), organizada por la Fundación Santillana y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), y en la que también han sido protagonistas en días precedentes los escritores Luis Mateo Díez y Ángeles Mastretta.

Muñoz Molina explicó que tiene "la sensación casi física de haber escapado" cuando termina un libro, "y de haberlo escrito para corregir e incluso desmentir el anterior", aunque finalmente "las semejanzas acaban siendo mucho más persistentes que las novedades".

"Viajo en taxi por autopistas, atravieso controles de seguridad y vestíbulos de aeropuertos, vuelo ocho o nueve horas en una u otra dirección a través del Atlántico y el resultado es que me encuentro en un cuarto de trabajo muy parecido al que dejé", apuntó.

En este sentido, confesó que, a pesar de la experiencia, cuando escribe se encuentra "completamente a ciegas, desalentado, perdido, con raptos de ilusión y largos trechos de abatimiento, con un escepticismo sombrío" acerca de sus "propias capacidades" y del "valor" de su trabajo.

"La confusión era la misma, la sensación de no tener un solo indicio al que agarrarme, la intuición de una historia que unas veces me parecía que ya estaba completa en alguna parte, aunque yo no supiera casi nada de ella, y otras veces hasta me repelía por su dificultad. El aprendiz era el mismo", aseguró refiriéndose a las primeras tentativas de otra de sus novelas.

Sin embargo, "la ambición de inventar una maqueta de un fragmento del mundo, un edificio de palabras y tiempo" es para él "inapelable", a pesar de que desconoce técnica alguna, más que "la que le ayuda a uno a reconocer el desaliento sin dejarse derribar por él, diciéndose que al final acabará surgiendo algo, y que si no surge tal vez es que uno estaba equivocado, o perdido, o empeñándose en escribir un libro que en realidad no era suyo".

Durante su intervención, el autor de 'Beatus Ille' o 'Invierno en Lisboa' explicó que ya en sus inicios como escritor, cuando "tenía serias dudas" de que su "amor por la literatura llegara tan lejos", pudo intuir que "trabajar y trabajar día tras día es necesario, pero que a veces el empeño en el trabajo no lleva a ninguna parte, y sin embargo aparece algo venido de no sabe uno dónde, que tiene todos los síntomas de una iluminación casual y gratuita" y que en su caso funciona "como un gatillazo eléctrico" que une personajes e hilos narrativos distantes entre sí.

VIAJE Y DESARRAIGO

Sobre la obra del dos veces Premio Nacional de Literatura (1988 y 1992), el catedrático de Cine y Literatura española en la Universidad de Princeton, Ángel Loureiro, destacó "la verdadera obsesión que muestran sus libros con las raíces y las rutas, con las moradas y viajes, con el hogar, el pueblo y la patria, y también con el hotel, el refugio, el escondite, el laberinto, la cárcel o el campo de concentración".

Para Loureiro, la obra de Muñoz Molina no puede entenderse "fuera de esa aceleración vertiginosa de la historia", que hizo que en un intervalo de 25 años, las comunidades rurales españolas pasaran del siglo XIX al XXI. "Es más, me atrevería a decir que Muñoz Molina no habría llegado a ser escritor de no haberse producido ese salto abismal entre tiempos tan dispares", añadió.

Desde el punto de vista del catedrático, a los personajes del autor de 'El jinete polaco' "les toca vivir en tiempos desquiciados, y tratan de recomponerlos repitiendo obsesivamente su historia, enquistados en un trauma, perdidos en el tiempo", con el que esperan "encontrar un espejo que les permita verse a sí mismos, un relato que les explique quiénes son, que les dé amparo y acomodo".

Y es ese "desquiciamiento del tiempo", en un mundo en el que había "trenes pero no destinos", explica "la insistencia en moradas y viajes", el dilema "entre acomodación y ruptura" en la obra de Muñoz Molina, que "tal vez" haya estado "reescribiendo una misma novela desde el principio" y consiguiendo "ampliar los sentidos de desarraigo y de viaje".

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