Carolina Marín muestra su medalla a su llegada a España desde Río de Janeiro - EUROPA PRESS - Archivo
MADRID, 28 Abr. (EUROPA PRESS) -
No es el bádminton un deporte con una gran tradición en España. Según los datos del Consejo Superior de Deportes, hasta 1984, no se registraron las primeras licencias con 642, y aunque hubo un auge tras Barcelona'92, cuando se rozaron casi las 10.000, volvieron a bajar ostensiblemente hasta que en 2014 emergió la figura de Carolina Marín. La onubense, de repente, puso a España en el primer plano del deporte de la raqueta y el volante, totalmente dominado hasta entonces por las jugadoras asiáticas.
China, principalmente, encabeza el gran dominio de Asia en el bádminton, aunque curiosamente, la primera campeona del mundo fue una danesa, Lene Koepen. Dinamarca parecía el único país europeo con cierta relevancia hasta que irrumpió Marín y su enorme carácter competitivo. "Mi madre me llamaba la 'McEnroe'", ha reconocido en multitud de ocasiones por sus reacciones cuando perdía en su niñez.
Sin embargo, esa fortaleza mental, bien apuntalada por su entrenador Fernando Rivas, y su capacidad de trabajo y talento le hicieron codearse con las casi imbatibles chinas, una opción que había dejado atisbar tras reinar en Europa en categorías inferiores. En los Juegos de Londres de 2012, con 19 años, no pasó la fase de grupos, arrollada precisamente por una china, Li Xuerui, que curiosamente formaría parte de su gesta deportiva.
Dos años después, la andaluza dio un vuelco al mundo del bádminton, tanto nacional como mundial. Primero, se proclamó en Kazán campeona de Europa, y meses después demostró que su apuesta iba en serio. Copenhague acogía el Mundial y Carolina se plantó en la final donde esperaba Xuerui, número uno del mundo y actual campeona olímpica, con remontada incluida (17-21, 21-17 y 21-18). Era la tercera europea, y primera no danesa, en ganar este título.
La jugadora andaluza ya estaba en la historia del deporte español y del bádminton, que nunca había saboreado éxitos de ese tamaño. Pero no se frenó y continuó con su escalada, ya mirando hacia los Juegos de Río de Janeiro de 2016. Así, fue capaz de reeditar también el mundial en Indonesia, un país con gran tradición en su deporte. Su víctima, la india Saina Nehwal, con gran claridad (21-16, 21-19) y pese romperse un mes antes el quinto metatarsiano del pie derecho.
El sueño olímpico se agigantaba y con ello la presión. Logró su segundo entorchado continental para afinar su puesta a punto para el verano. Realizó una preparación exigente para aguantar todo lo que supondría ser la gran favorita y se sacrificó hasta límites insospechados, siempre acompañado por la mayor calma de Fernando Rivas.
Y Carolina Marín no falló. Era su momento y no lo desaprovechó. De las 18 medallas olímpicas repartidas desde Barcelona'92, sólo una en realidad no había caído en manos de una jugadora asiática. La danesa Camilla Martin había sido plata en Sydney 2000, mismo premio en Atenas 2004 que Mia Audina, nacionalizada neerlandesa, pero natural de Indonesia, país con el que había sido subcampeona en Atlanta'96.
La jugadora española no dio opciones hasta plantarse en la final. En semifinales se volvió a deshacer de Xuerui (21-14, 21-16) para asegurarse ya subir al podio. En su camino hacia la gloria esperaba otra india, Pusarla Venkata Sindhu, que fue la única que le arrebató un set en todo el torneo.
La asiática se llevó un apretado primer set (21-19). Carolina Marín no titubeó y desarboló a su rival en el segundo, con un inicio demoledor que le permitió igualar la final (21-12). Tocaba mantener los nervios de acero y la onubense hizo valer todo lo sufrido para ese momento. Ganó por 21-15 y se derrumbó entre lágrimas en la pista.
"Los dos últimos meses antes de Río fueron muy intensos y de hecho después de los Juegos estuve cinco meses lesionada del sacro. Solo quería el oro y no lograrlo era un fracaso", reconoció en su participación en los Desayunos Deportivos de Europa Press en abril de 2018, meses antes de recuperar su cetro mundial en China y engrandecer aún más la figura de una de las deportistas españolas femeninas sin duda más importante de la historia.