Montañismo.- Ochoa de Olza, quince 'ochomiles' y dos décadas de alpinismo

Actualizado: viernes, 23 mayo 2008 16:51

PAMPLONA, 23 May. (EUROPA PRESS) -

El montañero navarro Iñaki Ochoa de Olza, fallecido esta mañana en la pared sur del Annapurna (Himalaya) y a punto de cumplir 41 años, los hacía la semana que viene, comenzó a escalar 'ochomiles' con 22 años. Después de sus inicios, entre 1993 y 2007, llegaron sus 15 ascensiones.

Este pamplonés, amante del deporte, falleció hoy afectado de una grave lesión cerebral complicada en las últimas horas por un edema pulmonar. Tras más de cinco noches a más de 7.400 metros de altura, murió a las 8.45 horas (12.30 horas en Nepal). Junto a él estaba el montañero suizo Ueli Steck, que ayer llegó hasta la tienda del pamplonés para proporcionarle los primeros medicamentos.

Iñaki Ochoa de Olza, que hablaba inglés, francés, italiano, algo de nepalí y algo de alemán, acumulaba en su haber 30 expediciones al Himalaya y había hollado 15 'ochomiles' (12 principales, 2 repeticiones y 1 secundario): Everest, Lhotse, Cho oyu, Gasherburm I, Shisa Pangma Central, Broad Peak, Gasherburm II, Nanga Parbat, Makalu, K2, Manaslu, Shisa Pangma y Dhaulagiri.

Tan sólo dos 'ochomiles' le quedaban para completar los 14, el Kangchenjunga y el Annapurna, que se había propuesto alcanzar en esta última expedición. El pasado lunes, el montañero navarro tuvo que renunciar a la cima de este monte de 8.091 metros por problemas de congelaciones.

El montañero, que fue instructor de escalada y alpinismo y guía de montaña, trabajó en siete expediciones con TVE 'Al filo lo imposible', así como para National Geographic y Canal Odisea. Fue el primer español en escalar un 'ochomil' en 24 horas.

En su última crónica desde el Annapurna, titulada 'Mi lucha', Iñaki Ochoa de Olza decía que la lucha de la que hablaba, su "desesperado anhelo" por pisar la cima del Annapurna, "era pacífica y espero que noble, apasionada y también quizás algo rebelde, aunque jamás a cualquier precio".

"La lluvia golpea con intermitente suavidad la tienda del campo base mientras escribo, ahora en mayo ya sólo nieva durante la noche. Pienso en los días pasados en la montaña últimamente, en medio de la tensión propia de la escalada más difícil de mi vida y rodeados de dificultades en las relaciones personales. Grietas, avalanchas, tormentas, broncas con algún compañero no se puede decir que nuestras vidas sean anodinas", relataba.

Y seguía: "Alguien definió con acierto al Annapurna como la personificación geológica de la angustia. Yo añadiría sin dudarlo el desamparo y la amarga sensación de ser el último habitante de este planeta. Cuando te plantas debajo, descubres que da igual que pises la cima o que no lo hagas, nada va a cambiar en ambos casos. Esa cima que centellea con rabia sólo mide con exactitud nuestra propia vanidad, nuestra impermanencia irremediable".