El tongano Pita Taufatofua desfila en la Ceremonia de Inauguración de los Juegos de Invierno de Pyeongchang de 2018 - COI
MADRID, 13 Abr. (EUROPA PRESS) -
Competir en los Juegos Olímpicos de Verano y de Invierno no está al alcance de muchos. Las dos citas son diametralmente opuestas en cuanto a su programa deportivo y la preparación obliga a esfuerzos diferentes. Más de un centenar de deportistas, sin embargo, lo han logrado e incluso hay uno, el estadounidense Eddie Eagan, está dentro de la historia olímpica al ser el único campeón en citas de verano (Amberes 1920 en boxeo) y de invierno (Lake Placid 1932 en bobsleigh).
Pero no hablaremos en esta ocasión de Eagan sino de un deportista mucho menos conocido como Pita Taufatofua. Nacido en Australia, pero criado en Tonga, este deportista tongano también tiene su pequeña historia olímpica tras haber competido en los Juegos de Río de Janeiro de 2016 y en los Pyeongchang de dos años después. Primero como taekwondista y después como esquiador de fondo, una disciplina probablemente poco conocida en una isla donde la nieve es algo que sólo se ve en fotos.
Y además Taufatofua tuvo el honor de ser el abanderado de su pequeña delegación en los dos eventos. Al menos, en la ciudad brasileña, estuvo acompañado por otros seis deportistas, mientras que en Corea del Sur tuvo que desfilar él solo como único miembro. Eso sí, en ambas ocasiones representó fielmente la tradición de su país y desfiló con el torso desnudo y embadurnado en aceite, acompañado de un 'ta'ovala', una especie de pareo tradicional, unas chanclas y un collar de conchas, desoyendo a aquellos que le pedían que se tapase la parte de arriba de su cuerpo. "Estaba representando 1.000 años de historia. No teníamos trajes y corbatas cuando atravesamos el Océano Pacífico", advirtió entonces.
El tongano había estado cerca de clasificarse ya para Londres 2012, pero se lesionó gravemente la rodilla, lo que no le impidió ir al clasificatorio de Oceanía, aunque sólo pudo competir con una pierna sana. Insuficiente pese a que llegó a la final. Por fin cumplió su sueño olímpico y pudo estar cuatro años después en Río de Janeiro, aunque su situación económica era muy delicada. En la cita brasileña, no pasó de la primera ronda, cayendo por 16-1 ante el iraní Sajjad Mardani en la categoría de -80 kilos, pero ya era mundialmente conocido por su desfile inaugural.
Meses después volvió a sorprender al mundo entero al anunciar que intentaría clasificarse para Pyeongchang 2018 en el esquí de fondo. Tuvo que hacerlo sin tocar la nieve salvo cuando iba a competir a las pruebas de la Copa del Mundo, donde terminar último o en los puestos traseros era lo más habitual. No se acercaba a la clasificación en una aventura llena de nuevo de continuas vicisitudes. Tras una carrera en Armenia intentó llegar a una en Croacia, pero perdió el vuelo. Le quedaba una oportunidad en Islandia y allí logró el milagro y sacó el billete para Corea del Sur. Era el segundo deportista de su país que se clasificaba para una cita olímpica invernal tras el piloto de luge Bruno Banani, que lo había conseguido cuatro años antes.
Allí repitió como abanderado y también atuendo pese a las bajas temperaturas y el riesgo de enfermar. Luego, le tocó competir en los 15 kilómetros estilo libre con el único objetivo de terminar antes "de que se apaguen las luces" y de no irse "contra un árbol". Pita Taufatofua concluyó el 114 a 23 minutos del campeón, el suizo Dario Cologna. En Pyeongchang no se frenaron más sueños de este deportista. Tokio también le espera ya tras clasificarse en taekwondo, pero en la capital japonesa también pretende competir en piragüismo.