MADRID 19 Dic. (EUROPA PRESS) -
Con la llegada del frío, una de las dudas más habituales en muchos hogares es qué conviene hacer con la calefacción cuando no se está en casa o durante la noche: ¿bajar la temperatura o apagarla por completo?
Aunque existe la creencia popular de que apagar la calefacción puede hacer que se gaste más al "tener que recuperar" la temperatura, los análisis de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) han dado la respuesta definitiva.
¿ES MEJOR BAJAR LA CALEFACCIÓN O APAGARLA DEL TODO?
Según la OCU, si bajas el termostato por la noche --por ejemplo, de 21°C a 16°C durante varias horas-- se puede ahorrar energía, pero el máximo ahorro se consigue al apagarla por completo durante esos periodos.
Esto se debe a que mantener la calefacción en marcha, incluso a baja temperatura, requiere energía continua para compensar las pérdidas térmicas de la vivienda, mientras que al apagarla el sistema deja de consumir por completo.
¿CUÁNTO SE PUEDE AHORRAR?
La OCU explica que, en una vivienda con aislamiento medio, bajar la calefacción por la noche podría suponer un ahorro cercano al 8% del consumo, mientras que apagarla completamente podría reducir el gasto hasta un 67% en comparación con dejarla encendida toda la noche.
No obstante, este ahorro viene acompañado de una casa más fría al levantarse, por lo que en hogares con personas mayores, niños pequeños o sensibles al frío, puede ser recomendable planificar el encendido a primeras horas de la mañana o mantener algo de temperatura mínima.
¿QUÉ HACER PARA AHORRAR SIN RENUNCIAR AL CONFORT?
Más allá de decidir si apagar o bajar la calefacción, la OCU recomienda varias prácticas para controlar el consumo:
1. Programar el termostato para que encienda la calefacción solo cuando realmente se necesite y se apague cuando no hay nadie en casa.
2. Ajustar la temperatura a niveles razonables --en torno a 20-21°C durante el día y más baja por la noche--, ya que cada grado extra puede aumentar la factura en torno a un 7%.
3. Revisar y mantener correctamente el sistema de calefacción --como la purga de radiadores y el mantenimiento de la caldera-- para asegurar que funciona con eficiencia óptima.
4. Mejorar el aislamiento de la vivienda --por ejemplo, persianas, cortinas o alfombras-- para reducir las pérdidas de calor y mantener la temperatura interior con menor esfuerzo energético.