Actualizado 30/01/2018 13:38

El niño más obeso del mundo, que llegó a superar 190 kilos con 10 años, pierde peso suficiente para salir a jugar

Arya Permana
Arya Permana - YOUTUBE/BARCROFTTV
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EDIZIONES, 30 ene.

Hace 2 años, el caso de Arya Permana, un niño de 10 años de edad, saltó a los medios de comunicación por pesar la increíble cifra de 190 kilos. Entonces, su familia se puso en manos de los expertos y el chico ha conseguido perder peso suficiente para volver a salir a jugar con sus amigos.

Arya, oriundo de Karawang, en la provincia de Java Occidental, Indonesia, era un chico brillante en su escuela y, como a todos los niños de su edad, le gustaba jugar con sus amigos. Sin embargo, la obesidad mórbida que padecía le tuvo confinado en su cama.

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Con 10 años llegó a pesar 192 kilos y empezó a tener serias dificultades en su vida cotidiana. Era incapaz de caminar largas distancias, lograr una postura con la que sentirse cómodo se convirtió en una lucha constante, dejó de ir al colegio y a recibir clases en casa y su tiempo de ocio lo empleaba jugando a videojuegos o leyendo cómics.

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Cuando Arya nació lo hizo con un peso normal de 3,8 kilos. Durante su primera etapa infantil era un niño completamente normal, pero a los 9 años su apetito se disparó sin motivo aparente y con él llegó el aumento peso. El niño hacía cinco comidas al día, ingiriendo en cada una de ellas cantidad suficiente de comida como para alimentar a dos adultos. Y aún así seguía tendiendo hambre. Los médicos que le vieron entonces descartaron cualquier tipo de problema médico o metabólico. 

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Era evidente que si seguía así su vida corría grave peligro, así que su familia se puso en manos de los expertos, que se interesaron en su caso debido a la repercusión mediática que se produjo entonces.

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Ahora, con 12 años y una operación bariátrica, Arya ha conseguido perder casi 80 kilos de peso. Lo suficiente como para volver a caminar y salir a jugar con los niños de su edad.

Su nuevo estilo de vida está dando sus frutos, pero aún queda un largo camino. La operación fue el empujón que este niño necesitaba y un cambio en sus hábitos alimenticios la clave para que, en cuestión de tiempo, llegue a un peso adecuado para su tamaño. Ahora Arya corre 2 kilómetros diarios y juega al fútbol y al bádminton con sus amigos.