Año Nuevo Chino 2016: el año del mono en la economía del gigante asiático

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REUTERS
Actualizado: lunes, 8 febrero 2016 16:37

MADRID, 7 Feb. (EDIZIONES) -

Cuando este lunes, 8 de febrero, Occidente aún esté despidiéndose de la resaca festiva de los carnavales, los Goya 2016 y la Super Bowl para retomar su rutina diaria, China habrá dado la bienvenida al Año Nuevo Lunar, el 4714, según el anuario chino, correspondiente al horóscopo del mono. Un año clave para la segunda economía mundial y, por lo tanto, para el mundo entero.

Conocido popularmente como 'Festival de primavera' las celebraciones del Año Nuevo Lunar abarcan un periodo de 40 días comprendido entre el 21 de enero y el 3 de marzo, aunque las fiestas oficiales corresponden este año a la semana entre el 7 y el 13 de febrero, cuando las fábricas, mercados  e instituciones chinas cierran sus puertas y comienza la que representa la mayor migración periódica en el planeta.

Según los cálculos del Ministerio de Transporte de China, se espera que en el intervalo de estos 40 días se registren en el país 2.910 millones de desplazamientos, concentrándose la mayor parte de los mismos durante la semana de celebraciones oficiales,  una cifra un 3,6% superior a la del año anterior, con casi 2.500 millones de trayectos por carretera, 332 millones por tren y casi 55 millones en avión.

Desde XTB, el analista Javier Urones destaca el impacto positivo de la festividad, cuyo efecto asemeja en cierta manera al de jornadas como el 'Black friday' en EEUU o los ingresos por turismo durante las vacaciones de verano en el caso de España.

"Puede tratarse un poco de un oasis dentro del maremoto en China, donde los datos industriales están saliendo por debajo de las expectativas, lo que conlleva bastante inestabilidad, aunque , si bien es cierto que se nota cierto pequeño estímulo para la economía, su efecto no va a resultar determinante", considera el experto.

Por su parte, Javier Santacruz Cano, economista y profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), además de socio fundador de China Capital, coincide en destacar que las celebraciones del Año Nuevo Lunar "pueden representar un estímulo al consumo" y apunta las oportunidades que brinda "a países como España" para aprovechar el turismo chino "creando productos adecuados a las tradiciones chinas",  puesto que es un mercado creciente y con un gasto medio diario que supone "una oportunidad de oro para España".

En este sentido, el responsable de Marketing Internacional y Turismo de El Corte Inglés, Javier Fernández Andrino, señalaba al visitante chino  como "el viajero más rentable" y un "excelente cliente", subrayando que "desde que ponen un pie en España están generando ingresos".

De hecho, según las estimaciones de Popular Payments, los turistas asiáticos gastarán más de 30 millones de euros en España en transacciones con tarjeta durante los festejos del Año Nuevo Chino, por lo que más de un millón de negocios españoles ya han adaptado sus TPVs a las tarjetas de UnionPay, líder mundial en este mercado con más de 5.000 millones de tarjetas en circulación.    

Por su parte, la cadena hotelera Silken prevé incrementar las reservas en sus hoteles con motivo del Año Nuevo Chino, tras cerrar 2015 rozando los 20.000 clientes en sus cuatro hoteles con certificado 'Chinese Friendly', un 36% más que el año anterior.

Nueva ruta de la seda.

Superado el paréntesis festivo por la llegada del nuevo año, Javier Santacruz advierte de que este Año del Mono "va a ser clave porque será el año en el que se van a producir las mayores operaciones empresariales de China en el exterior con el objetivo de reconstruir lo que llaman la nueva ruta de la seda".

De hecho, la semana pasada la mayor compañía química china, la estatal China National Chemical (ChemChina) culminaba casi un año de cortejo de la multinacional biotecnológica suiza Syngenta con la mayor operación de compra  en el exterior jamás realizada por una empresa china al ofrecer el pago en efectivo de 43.000 millones de dólares (casi 40.000 millones de euros) por la compañía helvética.

A este respecto, Javier Santacruz señala la importancia para China de impulsar la "salida masiva" de sus empresas pagando si es necesario una prima importante para adquirir 'know how' y posicionarse en sectores que considera estratégicos, al mismo tiempo que el coloso asiático apuesta por aspectos culturales, como el cine, e incluso deportivos, como el fútbol, asignatura obligatoria en China, puesto que "no sólo importa hacer negocios, sino también lograr influencia. Vender China como cultura".

"El desarrollo de este plan viene acompañado de una importante carga simbólica", subraya Santacruz, quien pone de relieve que "China está reivindicando su papel en el mundo como segunda mayor economía" y recuerda que a principios de marzo hay una cita "tremendamente importante", ya que la Asamblea Nacional Popular ratificará el Decimotercer Plan Quinquenal, presentado el pasado noviembre por el Comité Central del Partido Comunista Chino (PCC).

Por su parte, Javier Urones, analista de XTB, destaca que por las magnitudes en las que se mueven las compañías del gigante asiático, quizá aún desconocidas para el gran público, "seguramente vamos a tener que aprender más nombres de empresas chinas".

La clave del yuan.

Ambos expertos coinciden en que una de las claves para la evolución de la economía china y, consecuentemente de la economía mundial, durante el Año del mono que da comienzo el 8 de febrero será el yuan, del que Javier Urones espera "una fuerte devaluación" en los próximos meses, aunque apunta que "lo único que falta saber es si va a ser de golpe o gradual". "Nos esperaríamos una devaluación en torno al 15%-20% o en torno al 5% anual", añade.

En este sentido, Javier Santacruz subraya que esta devaluación del yuan se explica por un ajuste del mercado de capitales y la búsqueda de una convergencia entre el tipo de interés nacional (onshore) y el existente en los mercados extranjeros (offshore). "Esa convergencia se tiene que conseguir con una devaluación del 15% del yuan en comparación con el nivel de 2015", estima el economista, quien considera que "de esa devaluación se ha hecho ya un 5%".

De hecho, las apuestas a la baja sobre la moneda china y la capacidad y/o voluntad de Pekín de defender su cotización alcanzaron un nivel de mayor atención después de que el pasado mes de enero el inversor estadounidense de origen húngaro George Soros, que en 1992 fue capaz de forzar la devaluación de la libra esterlina, anunciara la toma de posiciones bajistas sobre una serie de monedas asiáticas, provocando una airada reacción de las autoridades chinas, que aseguraron que "la guerra de Soros (contra el yuan) está condenada al fracaso".

No obstante, a pesar de las declaraciones más o menos altisonantes desde Pekín, los datos de la evolución de las reservas de moneda extranjera del Banco Popular de China revelan la factura que Pekín está pagando para controlar la divisa, así como para financiar la expansión internacional de las empresas chinas.

Sobre esta cuestión, Javier Santacruz considera que el problema del ajuste del yuan es sobre todo para el dólar, mientras que para Europa supone una oportunidad de recibir inversiones, señalando que la salida de divisas registrada en China recientemente se explica en parte porque las empresas chinas demandan moneda extranjera y menos moneda nacional, provocando la depreciación del yuan y la apreciación del euro y el dólar, "pero no es síntoma de desconfianza".

Por su parte, Javier Urones admite cierta preocupación por la forma en la que actúa el el Gobierno chino. "Sabemos de donde vienen y más o menos tenemos claro dónde quieren llegar, pero esos vestigios de intervencinismo en los mercados no nos gustan particularmente", afirma.

En este sentido, el analista de XTB recuerda que dos de las grandes salidas de capitales de China coincidieron con las debacles de su Bolsa en agosto y diciembre. "Las intervenciones no salen gratis", apostilla.

Hacia la normalización del crecimiento

“El mayor problema de la economía china es que el crecimiento es inestable, desequilibrado, descoordinado e insostenible"

Así esbozaba los problemas subyacentes de la economía china en 2007 el entonces primer ministro del país, Wen Jiabao, y casi una década después China protagoniza una transición que Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) no ha dudado en calificar como "uno de los cambios de mayor envergadura de la historia" y que para Goldman Sachs representa el "desafío hercúleo" de reorientar la economía hacia el consumo y un crecimiento sostenible evitando un ajuste desordenado y desestabilizador.

"Abordar este reto requiere implementar con éxito la agenda de reformas fijada en 2013", señalan los analistas de Goldman Sachs en su último informe sobre China, advirtiendo de que "si las reformas se ponen en práctica demasiado rápido, China corre el riesgo de una desaceleración brusca, mientras que si se implementan demasiado despacio existe el riesgo de un incremento de la deuda sobre PIB que arrastre a la economía y probablemente genere inestabilidad política".

Según los datos oficiales, el PIB de China creció un 6,9% en 2015, una cifra en línea con los pronósticos de Pekín, aunque fue cuatro décimas inferior al dato de 2014 y el menor ritmo de expansión de la segunda mayor economía mundial en los últimos 25 años.

De cara a 2016, el presidente chino, Xi Jinping, establecía el pasado mes de octubre un objetivo de crecimiento del 6,5%, lo que supondría el menor ritmo de expansión de China desde 1990, mientras que el Banco Popular de China manejaba en diciembre un proyección algo más optimista, con una expectativa de crecimiento del 6,8%.

No obstante, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reformas, el organismo de planeamiento macroeconómico estatal chino, establecía recientemente un rango objetivo de crecimiento de entre el 6,5% y el 7%, mientras la Academia China de Ciencias Sociales (CASS, por su sigla en inglés), un centro de investigación gubernamental de alto nivel, estimaba en su "libro azul" que China crecerá en 2016 entre un 6,6% y un 6,8% debido a la débil demanda externa y el enfriamiento de la inversión local.

En este sentido, desde XTB el analista Javier Urones señala que "los crecimientos tienden a normalizarse en China", puesto que no pueden mantenerse indefinidamente crecimientos orgánicos del 7% y el 8% como se han registrado.

"Hemos visto economías que han hecho una transición como China, pero que no eran la segunda mayor economía mundial. Un cambio de esa magnitud indudablemente traerá movimientos en todas las variables económicas y nos puede pillar con el paso cambiado", advierte Urones, quien destaca que "gran parte del impacto por este cambio de modelo en China lo estamos viendo ya reflejado en los mercados, con especial claridad en las materias primas, no sólo el crudo, sino metales industriales".

Por su parte, los analistas de Goldman Sachs consideran que China "será una fuente de volatilidad para los mercados no sólo en 2016, sino en los próximos cinco años" y advierten de que el mayor impacto será soportado por los países emergentes, aunque las economías desarrolladas "no serán inmunes" y sus mercados financieros "previsiblemente sobrerreaccionarán" como ya hicieron en agosto de 2015 y en los inicios de 2016.

Según la tradición, los años bajo el signo del mono suelen corresponden a periodos particularmente convulsos en los que sólo tienen éxito aquellos capaces de adaptarse, el mayor desafío que tiene por delante la economía china. Un desafío global.

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