Actualizado 29/11/2007 11:35

Jordi Porcel, director general comercial de British Airways para España y Portugal

"Las empresas están entendiendo que moverse en un entorno más respetuoso genera también grandes beneficios".

- ¿Cómo surgió la idea de implantar una política de RSC en British Airways?

En el año 1992 nos dimos cuenta de que se trataba de un tema profundamente serio que iba a impactar en el futuro más inmediato, como así se ha demostrado. Estamos hablando de una medida que se tomó hace muchos años, en un contexto en el que no se hablaba como ahora de todo lo que es la responsabilidad social, el medio ambiente, sus repercusiones sobre la comunidad, etc.

¿Cuáles son las principales medidas que ha implantado la compañía para luchar contra el cambio climático?

La compensación de emisiones se puso en marcha de manera oficial en el año 2005 pero desde 1990 hemos conseguido una reducción del 28%, reduciendo en 60 millones las toneladas de CO2 que se emiten a la atmósfera. La intención es seguir progresando y, de cara al 2025, nos hemos fijado como objetivo aumentar el ahorro de combustible en un 25%.

También conviene recordar nuestro próximo traslado a la nueva Terminal 5 del Aeropuerto de Heathrow (Londres) lo que supondrá un cambio de nuestra actividad diaria. Por un lado, estamos trabajando para controlar el tema del ruido en las zonas cercanas al aeropuerto y, por otro, hemos mejorado todos los alrededores en los que se ubicarán las oficinas centrales. Además, la propia Terminal 5 se ha pensado términos de eficiencia: aprovechamiento de la luz natural, reciclado del agua en las instalaciones, aprovechamiento de calor o frío, un 85% de los materiales que se han utilizado son reciclados, etc. Son pinceladas pero todas juntas pintan un cuadro atractivo.

- Recientemente, el Parlamento Europeo pidió incluir, a partir del año 2011, al sector aéreo en el régimen de comercio de emisiones para vuelos tanto interiores en la UE como los operados desde o hacia países terceros. ¿Está de acuerdo con esta demanda?

British fue pionera en defender que la industria aeronáutica tenía que estar dentro de este comercio porque es evidente que jugamos un papel importante en la reducción de emisiones. A pesar de que nuestra incidencia es mínima --hablamos de un porcentaje de emisiones del 1,6% de emisiones--, en el año 2020 podríamos llegar al 5%. Si no hacemos nada, las repercusiones serán mayores por lo tanto, aunque sea poco, hay que hacer algo porque como cualquier otra industria tenemos una incidencia. De todos modos, la industria cada vez es más consciente de esta realidad pero no se ha hecho tanto como se debería, aún queda por hacer.

- British ha implantado una Política de Dignidad en el Trabajo. ¿En qué consiste?

Uno de los aspectos que más nos preocupan radica en el trato a los empleados. Trabajamos para que no haya distinciones por sexo, raza e ideales. En los últimos años, a tenor de los cuestionarios que enviamos a los trabajadores para conocer sus opiniones sobre la compañía, la mayoría coincide en que no se sienten amenazados por sus ideales.

- Además, tienen varios programas de apoyo a las comunidades locales de los países a los que vuelan. ¿Cuáles son sus líneas generales?

Colaboramos tanto a nivel local --con cerca de 130 iniciativas-- y a nivel mundial, a través del programa "Change for Good", que con la ayuda de UNICEF trabaja para mejorar la vida de los niños desde el año 1994. Esta iniciativa recauda fondos recogiendo el dinero suelto en moneda extranjera que les sobra a nuestros clientes (cerca de 35 millones). Hasta la fecha, hemos logrado recaudar 25 millones de libras.

- ¿Cómo perciben los consumidores todas estas acciones? ¿Cada vez demandan más comportamientos responsables?

Hace relativamente poco tiempo se publicó en Reino Unido un estudio sobre la percepción que tenían los clientes en general respecto a las actividades que desarrollaban ciertas compañías y en el que se llegaba a la conclusión de que estaban convencidos de que algunas hablaban mucho pero hacían poco. Esto demuestra lo importante que es seguir trabajando a nivel de percepción para trasladar los mensajes de lo que realmente se hace.

No se trata de un discurso fácil, ni de un tema que ahora esté de moda. Es algo que va más allá y que tenemos que incorporar en nuestra propia cultura, en los objetivos de la compañía. Estos elementos se reflejan en todos los niveles: si yo me relaciono con otra empresa o con un proveedor, he de tener claro que ellos también tienen nuestros objetivos y se preocupan por las mismas cuestiones. Y la gente quiere ver estos aspectos y saber que van más allá de poner una bombilla y colocar papeleras para reciclar. Las empresas ya entienden que moverse en un entorno más respetuoso, puede generar también beneficios.