Actualizado 15/06/2007 15:40

Más de mil personas utilizaron la narcosala de Médicos del Mundo en 2006 y de ellas, un 16% eran mujeres

Javier Rio Navarro es el coordinador de la Sala de Consumo Supervisado que tiene Médicos del Mundo (Munduko Medikuak) en Bilbao, uno de los pocos lugares que en España están adaptados para el consumo de estupefacientes en condiciones de salubridad. En 2006, pasaron por la 'narcosala' más de mil personas, de las cuales el 16% eran mujeres y muchas de ellas, madres. En este contexto, el género femenino es un "doble agravante".

- ¿Qué es la Sala de Consumo Supervisado (SCS)?

Se trata de un proyecto innovador que constituye una estrategia más dentro de la prevención y de la reducción de daños ya que reducir daño puede ser dejar de consumir droga, pero también cambiar la forma de consumo a otra menos agresiva, disminuir la dosis y/o el número de contactos con la droga, facilitar instrumentos de prevención del contagio de enfermedades...

- ¿Qué esperan dar a quienes acuden a ustedes?

La oportunidad de hacer real, al menos en parte, su derecho a la salud, así como darles una atención profesional en el ámbito socio sanitario tanto las personas asalariadas como las voluntarias que trabajamos en la SCS.

- ¿Por qué hay tan pocas salas como ésta en España?

Es posible que el desconocimiento y los prejuicios que existen hacia este colectivo, creen miedos en una parte importante de la ciudadanía y de los políticos y esto ponga barreras a la hora de valorar el coste beneficio de recursos como la Sala de Consumo Supervisado. Además, es un imperativo la existencia de políticos permeables a esta filosofía de reducir el daño y dispuestos a asumir el coste de los recursos.

La apertura de una sala de estas características requiere un estudio previo de la necesidad existente, número de personas susceptibles de beneficiarse del recurso, situación socio-sanitaria de las mismas, existencia de otros recursos que funcionen dentro de la filosofía de reducción de riesgos y daños, etc.

- ¿Qué índice de asistencia registraron el pasado año y cuál es su relevancia en comparación con el periodo anterior?

Durante el año 2006 se abrieron 387 historias nuevas, 119 menos que en 2005, pero se registró un incremento en el número de personas que hicieron uso de las instalaciones. Esto es consecuencia de la prolongación en el tiempo del recurso. Las personas cercanas al mismo ya acudieron durante los años anteriores y se consideran fidelizadas.

Respecto al incremento de personas distintas que acudieron en 2006, un total de 1.120 frente a las 961 de 2005, significa que hay un mayor conocimiento de su existencia gracias al boca a boca o a los medios de comunicación.

- ¿Qué variables influyen en el uso de una sustancia por encima de otra?

Además de las normas de consumo de la sala, influye la economía de la persona usuaria (si esta realiza consumos de las dos sustancias) ya que ante una mayor disponibilidad de dinero los consumos de cocaína aumentan frente a los de heroína, igual que los de mezcla resurgen como consumo prioritario en el momento en el que escasean los fondos. Hemos constatado que cuando una persona usuaria dispone de menos dinero para el consumo, éste se realiza prioritariamente de forma inyectada, ya que la cantidad de sustancia necesaria para conseguir el efecto deseado es menor y más rápida por esta vía.

- La memoria de actividades de Munduko Medikuak 2006 dedica una mención especial a las mujeres usuarias de la sala en términos de 'doble discriminación'. ¿En qué sentido?

Entre las mujeres se observa una doble vulnerabilidad cuando consumen drogas, que proviene, por un lado, de factores biológicos y por otro, de factores sociales. En el primer aspecto, nos referimos a las mayores dificultades en la inyección por las características del sistema venoso femenino (más fino y por tanto más complicada la localización de vías para el consumo).

De mayor interés son los factores sociales que multiplican el riesgo de exclusión y de exposición a la violación de derechos humanos de las mujeres consumidoras. El contexto de consumo de drogas en medio abierto está claramente masculinizado; las desigualdades de género y la falta de poder de las mujeres es más marcado que en otros entornos. Prueba de ello es el mayor índice de ejercicio de la prostitución en el caso de las usuarias (1,35% de mujeres frente a un 0,06% de hombres) como medio de financiación de su consumo. A menudo, también mantienen así el de su compañero.

- Pese a ser ellas quienes consiguen el dinero, la memoria explica que no suelen encargarse de adquirir las sustancias. ¿Por qué?

Es frecuente que las relaciones de pareja de estas mujeres se caractericen por la desigualdad, la dependencia y la violencia, lo que a la hora de consumir, se refleja en la no participación de ellas en la consecución de la sustancia y en la inyección, dependiendo de los hombres para comprarla y consumirla lo que a su vez, incrementa el riesgo de sobredosis o reacciones adversas y de transmisión de enfermedades.

Otros factores de estrés y vulnerabilidad que suelen presentarse son la doble jornada, la calle-familia y la dificultad de hacerse respetar por los vendedores y/o consumidores, con peticiones de intercambio sexual.

- ¿Es frecuente encontrar madres entre las consumidoras?

Muchas de ellas lo son. La maternidad suele constituir otro factor estresante. A menudo la crianza de los hijos es llevada a cabo por parte de familiares o instituciones públicas, lo que provoca una situación de duelo en ellas. En otros casos, la amenaza de la pérdida de la custodia de los hijos por consumir drogas les provoca gran ansiedad y sufrimiento. Por todo ello, el género constituye un elemento transversal de todas las intervenciones que aquí se desarrollan.