Actualizado 04/03/2009 15:58

El fiscal dice que las contradicciones de un acusado de matar a su ex novia en Toledo verifican su culpabilidad

Los forenses, después del informe original, tuvieron que modificar la fecha de la muerte, pues en esa época M.C.L.H estaba en prisión


TOLEDO, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -

El fiscal y la acusación particular del juicio que se celebra en Toledo contra K.K., acusado del homicidio de M.C.L.H, cuyo cadáver apareció dentro de una maleta en la localidad toledana de Almendral de la Cañada, mantuvieron hoy que las numerosas contradicciones en las que ha caído el imputado no hacen si no verificar su culpabilidad. Mientras, la defensa, que insistió en la inocencia del acusado, hizo hincapié en los muchos flecos que quedaron sin investigar.

Así quedó de manifiesto en la segunda sesión del juicio con jurado popular que se celebra en la Audiencia Provincial de Toledo, donde tras las declaraciones de guardias civiles, peritos judiciales y forenses, tanto fiscal como acusación particular y defensa expusieron sus conclusiones para que los nueve integrantes del jurado las tengan en cuenta antes de empezar, a partir de las 16.00 horas, a deliberar.

El representante del Ministerio Fiscal comenzó poniendo en duda que el acusado dejara España en marzo del 2001, porque tenía un juicio, cuando en 1999 regresó a Polonia, sabiendo que allí tenía asuntos judiciales pendientes que le llevaron a prisión. En su "huida", recordó, el acusado se fue sin notificar su marcha del trabajo y sin cobrar, y llamó a un amigo, a las 5.30 horas, para pedirle dinero y decirle que se tenía que ir porque se había metido en un "lío muy gordo".

Tampoco tiene lógica, según el fiscal, que el acusado mantenga que permaneció seis meses en Portugal cuando llamó a su ex novia Marta desde Francia, y recordó que ésta declaró que en alguna ocasión el acusado le dijo que la fallecida era muy posesiva y estaba harto de ella. Miente también el acusado, agregó, al decir que a finales de febrero o principios de marzo no tenía relación con la fallecida, ya que más tarde reconoció que comió con ella en un restaurante chino en Madrid, y cuando su ex novia Marta declaró ayer haberles visto juntos en Talavera de la Reina en enero de 2001.

También detectó inconexiones en las declaraciones del acusado en cuanto al lugar donde apareció el cadáver de la víctima --Conchi-- y donde se quedó atascado con un furgoneta, pues tal y como manifestó el propio K.K. a los agentes forestales y trabajadores de Retevisión que lo rescataron, fue a ese lugar de la sierra del Piélago para ver un sitio bonito y después mostrárselo a su novia Marta, ya que fue la propia Marta quien dijo que ella misma le había llevado al Robledo del Piélago en tres ocasiones.

Se contradice también, según el Fiscal, al afirmar que quería disfrutar de las vistas, cuando en ese lugar no había ninguna panorámica, había niebla y diluviaba, convencido de que el acusado se adentró en el bosque para deshacerse del cadáver, que dejó al lado de un roble, en un terreno descendente por el que arrastró la maleta, porque es un hombre corpulento.

En términos parecidos se expresó el abogado de la Acusación Particular, que defendió que K.K. es la única persona con indicios de culpabilidad, que ha incurrido en muchas contradicciones. Por ejemplo, apuntó, la de decir que siempre llevaba una pala en la furgoneta, cuando su ex compañera sentimental declaró ayer haber estado muchas veces en el vehículo y no haber visto nunca este objeto.

NO PRUEBAS, NI INDICIOS DE CULPABILIDAD

Por su parte, la magistrada de la Defensa admitió que sí hay muchas contradicciones, pero no solo del acusado, sino de los propios forenses que primeramente dataron la fecha de la muerte de Conchi entre finales de diciembre y principios de 1999, cuando ésta estaba en prisión, dato que más tarde corrigieron, estableciendo que murió entre finales de febrero primeros de marzo de 2001, quizá influenciados por la investigación judicial.

Según la defensa, en este caso se han quedo muchos flecos sin abordar, pues la Guardia Civil no investigó al lituano que convivía con el acusado y la fallecida, ni al alemán que el restaurador de muebles identificó haber visto con la fallecida, ni tampoco las llamadas de teléfono que K.K. supuestamente realizó desde Badajoz, Portugal y Francia, así como la furgoneta que supuestamente el acusado uso para trasladar el cadáver.

Dirigiéndose a los integrantes del jurado, se cuestionó cómo el acusado pudo arrastrar la maleta con el cadáver --como mantiene el fiscal-- hasta el roble, cuando por ese camino pasan los trabajadores de Retevisión y los agentes forestales, como ellos mismos reconocieron, pues indicaron que se trata de un zona transitada.

Mantuvo la defensa que el mundo en el que se movían Conchi, K.K. y el lituano era el de la delincuencia, que la fallecida murió por un ajuste de cuentas, y que el cadáver, que pesaba cerca de 70 kilos, no lo pudo llevar solo una persona hasta el lugar donde más tarde apareció.

Recordó, por tanto, que sin pruebas no se puede condenar a una persona, y que en caso de duda, siempre se ha de fallar a favor del reo, insistiendo en su no culpabilidad y en que se investigue más.

Tras la defensa intervino el acusado, que admitió ser un delincuente, pero no que pueda matar a nadie, porque no es un asesino. Así, dirigiéndose al jurado, les dijo que si le condenan el verdadero autor de la muerte de Conchi seguirá en libertad.

PERITOS Y FORENSES

Esta segunda sesión arrancó con la declaración del jefe del acusado, que confirmó que el último día que trabajó fue el 28 de febrero y que, sin cobrar, se marchó sin decir nada, aunque meses después le envió una carta para agradecer que le hubiera dado trabajo.

A preguntas de la defensa, dijo no saber si el acusado estaba de manera legal en España, y no recordar haber abierto una cuenta bancaria con K.K. para ingresarle el salario, aunque sí destacó de él que era una persona de trato correcto, trabajador y no agresivo.

Por su parte, los forenses determinaron que la fallecida murió por estrangulamiento producido por la rotura del hueso hioides y de la tiroides, situados en la parte superior de la garganta, y que esto era el único signo de violencia que presentaba el cadáver. Añadieron que la rotura se produjo en un momento cercano a la muerte, por la presión de una mano, un pañuelo, una bufanda o un palo.

Mantuvieron que el estado del cadáver no les permitió determinar su muerte con certeza, pues en el informe original concluyeron que se produjo en el invierno de 1999-2000, datación que después tuvieron que modificar cuando la investigación demostró que en esa fecha la fallecida vivía y estaba cumpliendo condena.

Lo que sí mantuvieron es que, según los análisis realizados en el cabello, Conchi no consumía drogas o psicofármacos, porque si lo hiciera de forma abusiva se hubiera detectado, y que fue el estudio de los insectos del cadáver el que les permitió determinar el tiempo que llevaba muerta.

A preguntas de la defensa, que insistió en la modificación que los forenses hicieron de la fecha de la muerte, éstos dijeron que la muerte no se produjo por meter el cuerpo en la maleta, y que sería muy difícil romper ese hueso cuando Conchi ya hubiera muerto porque le habrían partido las cervicales, pero pasado el 'rigor mortis', no se rompe nada.

Otros peritos aseguraron que el acusado no presenta alteraciones psiquiátricas, y que según los rasgos de personalidad se observa que era una persona de elevada autoestima, con una baja tolerancia al fracaso.