Actualizado 02/07/2008 19:07

La escasez del agua obligará a replantear socialmente los usos que se darán a este recurso en el futuro, según experto

Luis Garrote analiza en El Torco las consecuencias de la falta de recursos hídricos


SUANCES, 2 Jul. (EUROPA PRESS) -

El catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid, Luis Garrote, señaló hoy que escasez del agua obligará a replantear socialmente los usos que se darán a este recurso en el futuro.

Este experto participó hoy en los cursos de verano de la Universidad de Cantabria que se imparten en la sede de El Torco (Suances), en concreto, en el curso 'El Cambio climático', donde expuso a los alumnos las consecuencias que la escasez de agua tendrá sobre el consumo y la actividad económica de España.

Según Garrote, las zonas más afectadas por esta situación son Murcia, Almería y la Comunidad Valenciana que actualmente sufren las consecuencias de esta disminución de recursos hídricos. A éstas habría que añadir grandes núcleos urbanos como Madrid, Barcelona o Sevilla que "en caso de producirse complicaciones por el cambio climático podrían verse expuestas a problemas de abastecimiento", indicó.

Como solución a estas contingencias podrían plantearse trasvases, entendidos como obras de ingeniería hidráulicas, aunque este catedrático considera que en un futuro no muy lejano "las divisorias entre cuencas hidrográficas van a ser más difusas debido al aumento del valor relativo del agua".

La falta de recursos obligará a reducir los usos que socialmente se consideren menos importantes. A juicio de Garrote, aunque el abastecimiento urbano es ahora mismo el uso más importante, poco a poco van a tener más relevancia los usos de naturaleza medioambiental porque la sociedad los va a demandar.

Pero será el sector agrícola el que tendrá que experimentar transformaciones más importantes como consecuencia de esta nueva situación. Al tratarse de un uso relacionado directamente con la actividad económica, podría darse la situación de que "si el agua fuese un bien mucho más escaso de lo que lo es en la actualidad y subiera mucho de precio, fuera el propio mercado el que provocara el abandono de esa actividad, o de otros tantos factores de producción, porque dejaría de ser rentable", apuntó.

También señaló que el consumidor medio se verá expuesto a este tipo de problemas y se verá abocado a racionalizar el uso del agua al igual que ya se hace con otros recursos naturales escasos pero "si en España no hay agua suficiente como para tener una producción agrícola propia, habrá que importar esas frutas y esas hortalizas y no debemos tener miedo a que eso suceda", afirmó.

Sin embargo, determinados factores del uso de agua hacen que éste no sea exclusivamente una actividad económica. En muchas zonas, el agua de regadío tiene un uso más de tipo social como elemento de ordenación del territorio para conseguir que la gente viva en el campo. "La realidad es que el agricultor, si no dispone de la seguridad y la garantía que le da el regadío, probablemente deje de estar interesado en esa actividad. Lo que conduciría a un abandono de los medios rurales y a una concentración de la población en las ciudades y posiblemente no sea eso lo que deseemos", explicó durante su intervención.

Desde ese punto de vista habrá algunas regiones en las que el agua de la agricultura no sea un instrumento exclusivamente económico, como factor de producción, sino que sea también un instrumento de ordenación del territorio. "Del mismo modo que la gente que vive en zonas rurales recibe apoyo de la Administración mediante la inversión en carreteras, escuelas o centros sanitarios", que no son rentables por el reducido tamaño de los núcleos de población, habrá que contemplar la posibilidad de apoyar su actividad "subvencionando los precios del agua que se utiliza en la agricultura, porque si no van a abandonar la actividad y esto provocará el despoblamiento de las zonas rurales", advirtió.

Para Luis Garrote, la agricultura de regadío y las subvenciones directas pueden ser dos alternativas a tener en cuenta si queremos que siga habiendo actividad en el campo. "Es la sociedad quien tiene que establecer ese tipo de mecanismos" pero la realidad es que el agua va a ser más escasa en el futuro y tendremos que "decidir socialmente cuáles son los usos a los que vamos a destinar los recursos que tengamos", indicó.