Actualizado 26/04/2011 09:13

Un grupo de expertos justifica el cierre del espacio aéreo por la erupción del volcan Eyjafjalla (Islandia) en 2010


LONDRES, 26 Abr. (EUROPA PRESS) -

Científicos de las universidades de Reikiavik y Copenhague han justificado la preocupación imperante a raíz de la erupción del volcán islandés Eyjafjalla, en la primera mitad de 2010. A su entender, las partículas desprendidas con la ceniza eran pequeñas y abundantes, lo que suponía un riesgo directo para los motores de los aviones.

Este incidente llevó a cancelar casi la totalidad del tráfico aéreo en Europa Occidental, con lo que más de diez millones de viajeros resultaron afectados y se generaron pérdidas de entre 1.500 y 2.500 millones de euros.

El trabajo de estos expertos ha sido publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y recogido por la BBC. Además, se ha determinado que las primeras partículas expulsadas por el volcán eran especialmente afiladas y abrasivas.

La autora Susan Stipp, de la Universidad de Copenhague, considera que "las autoridades de aviación tuvieron absolutamente toda la razón al cerrar el espacio aéreo". Además, ha anunciado que su equipo ha presentado un protocolo para actuar con mayor rapidez en el futuro.

De tal modo que "los datos que son recopilados puedan ser aplicados en modelos para determinar" el alcance de la propagación de la nube de cenizas. El objetivo es basarse "más en los hechos que en las conjeturas".

Por otro lado, Stipp ha explicado que la ceniza del principio de la erupción presentaba unas características particulares al haber sido producida por una "erupción explosiva". "El agua del glaciar en la cima del volcán cayó sobre el cráter, enfrió el magma y entonces la presión de debajo causó una explosión", relata a la BBC. Cuanto más pequeñas son estas partículas, más distancia recorren en la atmósfera y más tiempo permanecen en flotación.

Los motores de los aviones en funcionamiento suelen estar a una temperatura cercana a los 2.000 grados centígrados y las partículas cristalinas de la nube de cenizas comienzan a ablandarse a partir de los 800 grados. "A los 1.000 grados se han derretido y son tan pequeñas que se derriten más rápidamente", prosigue la experta.