Actualizado 27/08/2009 21:06

La destrucción por el conflicto en Pakistán deja sin medio de vida a los antiguos desplazados

MADRID, 27 Ago. (EUROPA PRESS) -

Más del 80 por ciento de los desplazados internos que huyeron del conflicto en el noroeste de Pakistán entre las fuerzas de seguridad y los talibán han regresado ya a sus hogares, más de dos meses después de que el Ejército diera el conflicto por terminado. Sin embargo, los enfrentamientos aislados que han tenido lugar en las últimas semanas han provocado que en zonas afectadas como la ciudad de Mingora la población se enfrente a duras condiciones en las que no hay empleo y la gente se vea obligada a vender sus propiedades para sobrevivir.

El teniente general Nadeem Ahmed afirmó sentirse sorprendido por la rapidez con que ha ocurrido todo, tanto la duración de las operaciones militares como el regreso de los desplazados. "Hasta ahora, más del 80 por ciento de la gente ha regresado a su casa", declaró Ahmed, jefe del Grupo Especial de Apoyo a los desplazados, a la agencia Reuters.

El conflicto en la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP) ha provocado uno de los desplazamientos más masivos de los últimos tiempos en muy pocas semanas. Cerca de 2,2 millones de personas se vieron obligadas a huir de sus hogares en abril y buscar refugio en campamentos o con familiares.

Las familias comenzaron a volver a partir de junio, cuando el Gobierno paquistaní declaró la victoria sobre los feudos talibán de esta provincia fronteriza con Afganistán. Pero mucha gente ha encontrado sus casas destruidas y todavía intentan volver a la normalidad.

Sin embargo, el teniente general rechazó la preocupación que han manifestado algunos cooperantes acerca de la frágil seguridad de la zona, y aseguró que la población no está en riesgo a pesar de que el Ejército continúa con sus operaciones contra la insurgencia. Incluso afirmó que los civiles ayudan a los militares a dar caza a los milicianos que aún permanecen en el lugar.

"Hay algunos que nos dicen: 'Os llevaremos a los túneles, os llevaremos a los alijos, os llevaremos a los lugares en los que han almacenado munición y explosivos y chalecos para suicidas", explicó Ahmed.

HUELLA DE LA INSURGENCIA

A pesar de todo, reconoció que llevará tiempo eliminar por completo la huella que ha dejado la insurgencia talibán en la Provincia de la Frontera Noroeste, lo cual, añadió, no quiere decir que la gente no pueda volver a su vida normal.

"Las insurgencias no desaparecen en meses, desaparecen en décadas. Lo hemos visto en nuestra propia región, en Sri Lanka, India y Afganistán, pero esta es la primera vez que hablamos de abordar este tema de forma tan efectiva en meses", subrayó.

Aunque la respuesta del Gobierno a la crisis humanitaria que ha dejado el conflicto con los talibán ha sido rápida y efectiva, algo que han elogiado las organizaciones humanitarias, algunas también consideran que el proceso de retorno de los desplazados ha comenzado demasiado pronto y que se ha desarrollado demasiado rápido. La falta de seguridad y las deficiencias en los servicios básicos de las ciudades son las principales dificultades.

Pero Ahmed hizo hincapié en que en la mayoría de las zonas, la administración civil ha sido restablecida y que los servicios básicos de salud así como las escuelas y los mercados ya están operativos. A pesar de que espera que continúe habiendo incidentes con la insurgencia, afirmó que no será a un nivel que impida regresar a sus casas a las decenas de miles de familias desplazadas.

"Si me preguntas si ese era el momento adecuado para permitir a la gente volver a casa, te diría que sí. No puedes tener a 2,2 millones de personas rehenes de un pequeño incidente con la insurgencia que puede ocurrir o no", concluyó.

GRAVE SITUACIÓN ECONÓMICA

Sin embargo, hay ejemplos que demuestran que la vida de los antiguos desplazados no está siendo nada fácil a pesar del regreso. En la ciudad más importante del valle del Swat, Mingora, la gente se enfrenta a una situación económica muy difícil que da pocas opciones a la población.

Según Shaukat Salim, un abogado de la localidad y activista defensor de los Derechos Humanos, "hay toque de queda en muchos lugares fuera de Mingora", por lo que la gente "no puede trabajar o moverse libremente, lo que significa que no puede ganar dinero".

Ante esta situación, mucha gente se ha visto obligada a vender propiedades como muebles de sus casas, joyería y otros bienes para sobrevivir. "Dentro de poco no les quedará nada para vender", avisó Salim en declaraciones a la agencia de noticias humanitarias de la ONU, IRIN. Otras personas han vuelto a su pueblo o ciudad, pero se han encontrado con que su casa había desaparecido por los combates.

Un comerciante local, Daud Ali, explica que solía ganar 200 rupias (1,7 euros) por cada viaje en el que transportaba productos al mercado, pero ahora se queja de que las carreteras están tan dañadas que sólo los burros u otros animales pueden desplazarse por ellas. "Me temía que mi vehículo hubiera sido destruido por los combates. Ahora me gustaría que hubiera sido así, porque ahora no me sirve para nada", señala este vecino, que también lamenta la cantidad de puestos de control que se han instalado y que limitan mucho el movimiento.

La destrucción de tiendas, escuelas y oficinas ha hecho que otros vecinos de Mingora no tengan medio de vida a su regreso. "Mi marido era limpiador en una clínica, pero está cerrada porque resultó dañada y el propietario se ha ido a Peshawar. Ahora pedimos limosna a nuestros vecinos", explicó a IRIN una mujer, que añade que los comercios de la zona ya no les quieren dar nada.

Sebastien Brack, del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), subrayó la "preocupación" que ha surgido por la vida de los que han regresado a sus casas después del conflicto. "Ganarse la vida supone una seria inquietud, ya que mucha gente gastó sus ahorros durante el tiempo que duró el desplazamiento y ha tenido que pedir prestadas grandes sumas de dinero", explicó.