Publicado 16/12/2022 09:03

"El problema de lo que comemos". Por Isabel Santomé, de Pink Albatross

Helados de Pink Albatross
Helados de Pink Albatross - PINK ALBATROSS

   Los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son tendencia. En conferencias, en reuniones estratégicas del Comité de Dirección e incluso en charlas entre colegas acodados en la barra del bar en pleno afterwork. No hay sitio en el que no se hable de ellos. Y es que si bien nadie parece saber al 100% qué son los ODS, una cosa está clara: es mejor no quedarse al margen del 'nuevo chico de moda en la oficina'.

   Por ello, instituciones, empresas y organizaciones de todo el mundo han desarrollado diversas políticas para sumar en la consecución de la agenda 2030: educación, ahorro energético, igualdad, etc. Pero, ¿qué hay de las decisiones del día a día? Más allá de reciclar, colaborar con ONG y desenchufar todo aquello que podamos, ¿qué hacer? La respuesta pasa por comer mejor.

   Según Naciones Unidas nuestra alimentación impacta en el progreso de hasta 17 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Dicho de otra forma: muchos de los problemas actuales relacionados con la salud y el medio ambiente tienen su raíz en cómo y qué comemos.

   Una dieta muy sesgada hacia productos de origen animal --como es el caso de las dietas occidentales modernas-- puede conducir a enfermedades cardíacas u otras patologías. En este sentido, la FAO estima que el 60% de los patógenos humanos y el 75% de las enfermedades emergentes son de naturaleza zoonótica (transmitida de animales a humanos). Por el contrario, no es poca la literatura científica que señala los beneficios de una dieta basada en opciones vegetales.

   Pero nuestra dieta también afecta al medio ambiente. Según el informe de la ONU Livestock's Long Shadow, el ganado representa el 18% de todas las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero. Además, los productos de origen animal emiten en su proceso de cultivo y crianza muchas más emisiones de CO2 que los productos de origen vegetal; y necesitan para su producción más tierra cultivable y más agua. Mucha más.

   El simple gesto de sustituir un producto de origen animal por uno plant-based puede tener un impacto significante en un sistema alimentario que ya está bajo presión. Sin embargo, si los productos vegetales no son sabrosos, fáciles de conseguir, tienen un precio correcto o no son saludables, las personas no harán el cambio.

   Un vegano y un padre para salvar el sistema alimentario

   Crear un sistema alimentario mejor, más rico y más inclusivo --o al menos y de momento un postre-- fue el propósito por el que en 2018 nació la compañía Rethink Foods, un nombre que ya da pistas de por dónde van los tiros.

   Luke (un vegano por convicción escandalizado por los datos y ética de la alimentación de origen animal) y Pepe (un padre que veía con pena pero sin resignación como su hija se quedaba al margen en los cumpleaños y comidas del cole por su alergia a la proteína de la leche y al huevo) decidieron dejar sus puestos de alta dirección en el mundo corporativo y financiero para crear un proyecto con propósito. Pink Albatross fue el resultado.

   Después de meses de reflexión, Luke dejó Nueva York para reunirse con Pepe en España, quien llevaba semanas y semanas estudiando el potencial del mercado de los helados vegetales a este lado del charco.

   Así se creó en 2018 Rethink Foods, que en 2019 lanzó al mercado Pink Albatross: una marca de helados plant-based, sin ingredientes ultraprocesados, ni aromatizantes, ni saborizantes ni los llamados 'E-s'. Un helado para foodies pero también consumidores conscientes: aquellos que no pueden comer helado por restricciones dietéticas (intolerantes a la lactosa, celíacos, veganos) o consumidores preocupados por los derechos de los animales y el medio ambiente.

   Y es que la fabricación de una sola tarrina de Pink Albatross requiere de un 60% menos de agua y tierras cultivables que una tarrina de un helado lácteo. Y emite un 50% menos de CO2. ¿Qué significa esto? Que con lo que se ahorra en la fabricación de una sola tarrina Pink puede recargarse un teléfono móvil hasta 12 veces, un humano puede ducharse otras 12 veces y se protege la tierra necesaria para cultivar hasta 10 kilos de vegetales.

   Desde Pink Albatross, actualmente en ronda de financiación, lo tienen claro: la alimentación es clave para un mundo mejor y lograr la agenda 2030. Y el cambio sólo vendrá dado por una mejor, mayor y más oferta de alimentos de origen vegetal. De momento, de la mano de un delicioso helado.

   Isabel Santomé forma parte del equipo de Pink Albatross

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