VITORIA, 22 Mar. (EUROPA PRESS) -
El consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, Pedro Azpiazu, ha anunciado una revisión a la baja de las previsiones económicas de Euskadi para este año, de manera que del 6,7% estimado inicialmente se pasa al 4,5%, mientras que para 2023 se prevé un crecimiento del 4,1%.
El consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco ha comparecido tras el consejo de Gobierno para dar a conocer esta revisión de las previsiones económicas, que está vinculadas a la guerra de Ucrania y a sus consecuencias en la economía.
Según ha destacado, en esta coyuntura se han visto obligados a revisar las previsiones de crecimiento que eran de un crecimiento del PIB vasco este año del 6,7%.
Azpiazu ha indicado que, en estos momentos, y teniendo en cuenta todas las variables de entorno posibles, se apunta a un crecimiento del PIB vasco del 4,5% en 2022 -2,2 décimas inferior a la previsión anterior (6,7%)- y ha hecho un avance de un crecimiento del 4,1% en 2023.
EMPLEO
Respecto al empleo, se maneja una tasa de paro del 9,5% y la creación de 16.600 empleos en 2022, mientras que los datos anteriores del Gobierno vasco planteaban una tasa de paro del 9,2% con la creación de 11.500 empleos. Las estimaciones para 2023 sitúan esa tasa en el 9,1%, con la creación de 8.000 empleos.
Azpiazu ha explicado que, en un momento en el que los problemas derivados de la pandemia empezaban a estar "relativamente" encauzados y que la confianza volvía a los agentes económicos, la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha "trastocado totalmente" el escenario para el periodo 2022-2023 en todo el mundo.
Según ha subrayado, la economía vasca se está viendo "ya perjudicada" por las consecuencias de la guerra y "de las sanciones impuestas al país agresor, y las afecciones son variadas e intensas".
Azpiazu ha indicado que "la más inmediata" ha sido "la elevación rápida" de los precios de los componentes energéticos, ya que se han disparado los precios del petróleo, el gas y la electricidad, "lo cual afecta a empresas vascas que hacen un uso intensivo de la energía".
"Podemos mencionar al transporte, las metalurgias, las acerías, la pesca y la fabricación de papel. Algunas de ellas han interrumpido su actividad en marzo por no poder asumir la subida del precio y se requieren medidas inmediatas para evitar males mayores", ha añadido.
Junto a ello, ha señalado que otro impacto está relacionado con la escasez de materias primas y de metales industriales, de los que Rusia es un exportador de referencia. En concreto, ha apuntado que es el caso del níquel y del paladio, entre otros, "sin olvidar que Ucrania suministra cereales a buena parte de Europa y África", por lo que "quedarán afectadas las manufacturas y la industria agroalimentaria".
Azpiazu ha añadido que, además, la incertidumbre se está extendiendo entre los agentes económicos y la "prudencia anima a contener el gasto". El consejero ha subrayado que, en el caso de las familias, la inflación "resta poder adquisitivo", por lo que el consumo privado "se está mermando" y, en relación a las empresas, sus socios comerciales reducirán la demanda por la incertidumbre, "a la que habrá que sumar las tensiones que vuelven a aparecer en las cadenas de suministros".
Por el lado de la demanda, el nuevo escenario difiere del anterior en el comportamiento del saldo exterior. En concreto, en 2021, las exportaciones vascas tuvieron un resultado excelente y se consiguió una aportación positiva al PIB en el segundo semestre. Por ello, en el anterior cuadro macroeconómico se mantenía esa tónica favorable y se esperaba una nueva aportación positiva en 2022.
Sin embargo, el contexto actual de "menor demanda externa, mayor incertidumbre, de alta inflación y de cuellos de botella", hace pensar en que el saldo comercial pueda ser ligeramente negativo este año y positivo, aunque pequeño, el próximo.
Asimismo, se estima que las familias moderarán su consumo por el aumento de la inflación y por la "incertidumbre" que ha traído la guerra, lo que hará que el ahorro acumulado durante la pandemia tarde más en concretarse en consumo. Por ello, se reduce la estimación del consumo privado desde el 6,6% del escenario de diciembre al 4,8% actual. En sentido contrario, el consumo público tendrá que mantener "el tono expansivo" de 2021 y ahora se revisa cuatro décimas al alza su incremento para este año.
Por otro lado, la incidencia del nuevo contexto sobre la formación bruta de capital es también "muy significativa", debido a la incertidumbre, encarecimiento de las materias primas, reducción de la demanda y retrasos en los pedidos. En este caso, la previsión baja desde el 6,7% de diciembre al 5,0% actual.
En el análisis de la oferta, el empeoramiento del escenario se extiende a todos los sectores principales, pero destaca por encima del resto la corrección a la baja de la industria, que pasa del anterior 6,6% al actual incremento del 3,9%. El Gobierno vasco estima que, en principio, esta será la actividad productiva que "más acuse la dificultad del momento, pero también el resto se verá afectado".
Por su parte, la construcción perderá intensidad por el encarecimiento de las materias primas, que limitará su producción y los servicios, en especial los destinados a satisfacer la demanda de las familias, "notarán la moderación del consumo privado".
INFLACIÓN
El consejero ha manifestado que la inflación es "una de las consecuencias más visibles" de la guerra en el Este de Europa y se espera que el deflactor del PIB suba hasta el 4,2% este año en media anual, si bien el próximo "se irá moderando hasta un final de año por debajo del 2%". Azpiazu ha precisado que la subida de los precios hará que el PIB nominal se incremente un 8,8%, siendo en 2023 la subida prevista del 6,5%.
Azpiazu ha asegurado que la duración del conflicto y la respuesta que se dé desde Europa a este momento, en materia fiscal y monetaria, definirán la evolución de la economía vasca en los próximos trimestres.