Bernardino León, nuevo director de la Academia Diplomática de Emiratos
ACADEMIA DIPLOMÁTICA DE EMIRATOS
Actualizado: viernes, 18 diciembre 2015 16:58

Pondrá a prueba una vía alternativa de hacer la transición, que pone por delante la construcción de consensos a la celebración de unas elecciones

MADRID, 18 Dic. (EUROPA PRESS) -

El diplomático español Bernardino León, muñidor del acuerdo de paz firmado por las partes enfrentadas en Libia, ha destacado como aspecto del pacto el que obligue a ambos bandos a "compartir el proyecto de construir un país". Si esa fórmula se muestra exitosa, puede servir de modelo para otros países en guerra civil como Siria o Irak, apunta.

En declaraciones a Europa Press, León --que abandonó el puesto de enviado especial de la ONU para Libia en noviembre pasado-- ha recordado cómo en otros países de la Primavera Arabe la revolución se truncó cuando el grupo vencedor en las elecciones excluyó a la oposición, como ocurrió en Egipto con los Hermanos Musulmanes y antes en Libia.

"Constituir un proyecto común de país requiere algo más que la aceleración de un proceso para aprobar una Constitución y hacer unas elecciones", explica poniendo en valor que Libia será el primer país en poner a prueba esta vía alternativa tras sumirse en una guerra civil.

Las dos administraciones rivales de Libia firmaron el jueves en Marruecos un acuerdo para compartir el poder que tiene, como principal eje, la creación de un gobierno de unidad nacional que aúne a las autoridades legítimas de Tobruk y a los rebeldes de Trípoli.

El Parlamento, por su parte, quedará constituido por los miembros de la Cámara de Representantes de Tobruk, y se creará una segunda cámara de carácter consultivo, un Consejo de Estado, integrado por unos 150 representantes que proceden del Congreso General Nacional de Trípoli.

El pacto da algo más de tiempo a la Asamblea de expertos a la que se le encargó redactar una Constitución para terminar sus trabajos. En el primer año de aplicación del acuerdo firmado ayer, la Constitución debería estar redactada y votada.

LA AMENAZA DE LOS QUE NO APOYAN EL ACUERDO

El acuerdo contó con el respaldo de más de cien representantes de las delegaciones gubernamentales de Tobruk y Trípoli, aunque no con la firma de los presidentes de las dos cámaras legislativas.

León admite que los elementos que no han secundado el acuerdo aún "representan una amenaza", pero recuerda que no son mayoría. "El acuerdo nunca aspiró a resolver todos los problemas de Libia, sino a empezar a resolverlos", explica.

Se espera que el Consejo de Seguridad de la ONU apuntale el acuerdo aprobando una resolución por la que la comunidad internacional reconozca al nuevo Gobierno de unidad nacional como el único representante legítimo de Libia.

EL DINERO DEL PETRÓLEO

Será clave comprobar si el Banco Nacional Libio --donde las compañías internacionales ingresan el dinero por la compra de crudo-- transfiere esos beneficios al Gobierno de unidad nacional, en lugar de repartirlos como hace en la actualidad entre los dos bandos enfrentados, que emplean ese dinero en mantener a las milicias que les prestan apoyo.

El primer desafío al que deberá enfrentarse el nuevo Gobierno de unidad nacional es, en opinión de León, conseguir establecer su sede en Trípoli, para lo que deberá llegar a acuerdos con las milicias que controlan la seguridad en esa zona, las brigadas de Misrata.

En Trípoli, no obstante, ya hay representantes del Gobierno de unidad nacional, puesto que uno de los seis viceprimeros ministros elegidos para apoyar al primer ministro de consenso, Faiz Serraj, procede de la capital.

El segundo gran desafío al que deberá enfrentarse Libia lo constituye la irrupción en el país de Daesh (el autodenominado Estado Islámico). El diplomático confía en que la amenaza común que representa este grupo logre unir en un frente común a las brigadas de Misrata y a las de Zintan dirigidas por el general Haftar, afín al bando de Tobruk.

En su opinión, Libia no necesitaría apoyo militar de la comunidad internacional para enfrentarse a Daesh, teniendo en cuenta la cantidad de armamento actualmente en manos de todo un enjambre de milicias. Si acaso, algo de entrenamiento y apoyo en cuanto a información de inteligencia.

Junto a estos dos retos, las nuevas autoridades deberán estabilizar asimismo el país desde el punto de vista económico, recuperando la industria del petróleo, pero también atendiendo las necesidades de tipo humanitario de su población, sin olvidar abordar el conflicto que existe en Benghazi (este), con continuos combates entre las fuerzas de Haftar y milicianos islamistas, y la necesidad de controlar las porosas fronteras del país.

NUEVO PUESTO

León abandonó el puesto de enviado especial para Libia en noviembre pasado, tras haber aceptado varias prórrogas de su mandato, que expiró en septiembre. Antes de terminar su misión, León ya se había comprometido a aceptar un puesto académico en la Escuela Diplomática de Emiratos, algo que conocía el secretario general de la ONU, que aún así le pidió aplazar su marcha.

Pero poco antes de despedirse de la ONU, se filtraron a la prensa correos electrónicos en los que León comparte con miembros del Gobierno emiratí su estrategia de negociación en Libia, por lo que ha recibido críticas sobre su supuesta parcialidad en favor del bando de Tobruk.

León atribuye la filtración a elementos libios con interés en minar el proceso de negociaciones y se defiende recordando que no solo recibió críticas del bando de Trípoli, sino también de las facciones de Tobruk.

El sustituto de León en el puesto, el alemán Mark Kobler, así como el Gobierno español han elogiado el trabajo realizado durante todos estos meses por el diplomático español.


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