Bush protagoniza un nuevo y simbólico viaje sorpresa a Irak

Europa Press Internacional
Actualizado: martes, 4 septiembre 2007 2:01

BAGDAD, 4 Sep. (OTR/PRESS) -

El presidente de Estados Unidos, George W.Bush, visitó ayer Irak, por tercera vez desde el inicio de la invasión en marzo de 2003, esta vez acompañado por la más alta cúpula de la Casa Blanca, incluidos el secretario de Defensa, Robert Gates, y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Una visita sorpresa, pero planeada con semanas de antelación por sus asesores, no en vano el simbolismo fue la nota dominante en la misma, de cara a reforzar la imagen del presidente de EE.UU. frente a un próximo debate en el hostil Congreso norteamericano en torno a la guerra de Irak.

La primera visita de Bush a Irak fue en 2003, el Día de Acción de Gracias, cuando se le pudo ver llevando un enorme y fotogénico pavo -que luego resultó ser de plástico- a los soldados estadounidenses, y la segunda en junio de 2006. Sin embargo, la de ayer no fue una visita cualquiera, sino todo un acto programado y calculado por sus asesores, que en los últimos tiempos han conseguido que la Casa Blanca derive gran parte de la responsabilidad de la parálisis que se vive en Irak al propio Gobierno iraquí. No en vano el viaje del presidente se produce en una jornada festiva en EE.UU., por conmemorarse el Día del Trabajo, en la que los norteamericanos tienen más tiempo libre para prestarle atención a la noticia en cuestión.

Además, el viaje se produjo el mismo día que las tropas británicas abandonaron el que hasta ayer fue su cuartel general en el Palacio Presidencial de la ciudad de Basora, en la provincia homónima, para ceder el control de la seguridad al Ejército iraquí y al Gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki. Un "repliegue", que no "retirada" se remarcó en Londres, igual que hizo Bush en el aeródromo de Anbar al reafirmar que "Estados Unidos no abandonará al pueblo iraquí" y que "la victoria es posible", dos eslóganes que el presidente se ha esforzado por repetir en los últimos meses, en los que su popularidad ha alcanzado cotas negativas de carácter histórico.

Tampoco fue en vano que el 'Air Force One' pasara de largo Bagdad y aterrizase en la base de Al-Asad, en la provincia de Anbar, una base aérea que en su día fue uno de los bastiones del Ejército del dictador Saddam Hussein. El hecho de que se evitara una visita de la capital, más que por motivos de seguridad, ya que en este tipo de visitas ningún aspecto que tenga que ver con la seguridad de los dirigentes queda al azar, se interpretó como un síntoma del disgusto de Washington por los lentos avances que la clase política iraquí ha conseguido en su país.

MENSAJE AL PUEBLO AMERICANO

A pie de pista, aguantando los más de 40 grados de temperatura, se encontraban Gates, el máximo responsable de las tropas en Irak, el General David Petraeus, y el embajador norteamericano en Irak, Ryan Crocker. Poco después, Bush, acompañado ya por Rice, se reunía con el primer ministro iraquí, el presidente del país, Jalal Talabani y la cúpula militar de Bagdad, pero antes se detenía a hablar con un piloto de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. "¿Cómo está la moral?", "muy alta señor", respondía marcial el piloto tras advertir al presidente que las actuales rotaciones de tropas permiten poco tiempo de descanso y de entrenamiento.

El punto de reunión, la provincia de Anbar, fue otro gran mensaje al pueblo estadounidense, pues se trasladó hasta una provincia de mayoría suní al primer ministro, un chií, además de ser uno de los pocos lugares en Irak en los que los niveles de violencia se han reducido. Esto se ha conseguido gracias a la alianza de las milicias locales suníes con el Ejército estadounidense para luchar contra los miembros de Al Qaeda, lo que justifica que entre las reuniones que mantuvo Bush estuvieran los líderes tribales de Anbar, según informaciones del diario 'The Washington Post' recogidas por OTR/Press. Reunirse en Anbar fue mostrarle a los críticos con la guerra que las cosas no pintan tan mal en Irak.

Preparados para el argumento de que Bush sólo buscaba la foto para evitar un nuevo varapalo en su popularidad en el debate ante el Congreso -dominado por los demócratas- que tendrá lugar la semana que viene, los asesores del presidente ya tenían escrita la respuesta: "Hay gente que intentará reducir este viaje a una simple oportunidad de foto. Se equivocan de todo corazón", sentenció la vicesecretaria de prensa de la Casa Blanca, Dana Perino. La comparsa fue el consejero de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, que aseguró que "no hay ningún sustituto a sentarse, mirarle -a Al-Maliki- a los ojos y tener una conversación con él".

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