DONETSK (UCRANIA), 3 (Reuters/EP)
A pesar del acercamiento de posturas anunciado esta mañana entre el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, y el de Rusia, Vladimir Putin, los combates continúan en el este de Ucrania, aunque según el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Defensa ucraniano, Andréi Lisenko, han disminuido, algo que los rebeldes niegan.
"La situación en la zona de la operación especial en las regiones de Donetsk y Lugansk se mantiene difícil, pero vemos una disminución de los combates, en particular, de la utilización de la artillería y demás armamento pesado", ha asegurado Lisenko a la agencia de noticias rusa RIA Novosti.
Sin embargo, los separatistas prorrusos han negado que hayan relajado su estrategia militar en Donetsk, al tiempo que han mostrado su escepticismo hacia las palabras de Putin y Poroshenko, que auguran un alto el fuego.
"Un alto el fuego siempre es algo bueno, pero nuestra condición principal sigue en pie: la retirada de las tropas ucranianas de nuestro territorio. Esa es la única vía razonable", ha asegurado el viceprimer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Vladimir Antyufeyev.
Además, las milicias de la región del Donbás, la zona este de Ucrania, dudan de que todos los bandos armados que luchan a favor del Gobierno cumplan la decisión de Poroshenko, pues el líder ucraniano controla solo una parte de estas fuerzas.
"Hace tres meses que podrían habernos ofrecido la autonomía. Pero dada nuestra posición ahora, después de haber dado todo por nuestra causa, no hay vuelta atrás", ha asegurado un líder rebelde que ha indicado que no pararán hasta conseguir la independencia.
El centro de Donetsk, la mayor ciudad industrial del país, ha sufrido pocos bombardeos en los últimos días porque los separatistas han lanzado una nueva ofensiva hacia el sur. Pero este miércoles los combates han vuelto a la ciudad, sobre todo a su aeropuerto, controlado por las fuerzas gubernamentales, que se han atrincherado.
"CONDICIONES INHUMANAS"
"Las condiciones aquí son inhumanas pero tenemos pan y agua para un año si es lo que necesitamos para vencer a Kiev", ha asegurado Tatiana, una mujer de 55 años de edad que trabaja en un puesto de correos de Donetsk. "Poroshenko debería venir a vivir con nosotros para ver por sí mismo lo que nos está dando", ha añadido.
No todo el mundo culpa a Poroshenko de las condiciones de vida en Donetsk que, al igual que la mayor parte del este de Ucrania, es de habla rusa, tiene estrechos lazos económicos con el país vecino y desconfía del Gobierno de la lejana Kiev.
"Debería marcharme de la ciudad pero solo soy una pensionista que no tiene dinero y tengo todos mis bienes en mi piso, por eso estoy aquí", ha comentado Lidia, de 75 años. "Ningún Gobierno debería haber permitido tal derramamiento de sangre y eso va para Kiev y para la República Popular de Donetsk", ha declarado.
Las bombas y los proyectiles siguen cayendo sobre la maltrecha ciudad de Donetsk a pesar del acercamiento de posiciones y la lejanía del frente del conflicto. "Un amigo me ha llamado para ir a cenar con él y por eso no estaba trabajando en mi jardín cuando ha caído la bomba", ha asegurado el propietario de una de las casas que han sufrido los últimos ataques. "Se está haciendo imposible vivir aquí", ha añadido.
Los combates han dejado Donetsk como una gran ciudad desierta, las tiendas están cerradas y casi hundidas. Las pocas gasolineras que quedan abiertas solo ofrecen diesel porque la mayoría dejaron de recibir gasolina y gas hace mucho tiempo.
"Nos han dicho que no habrá entregas de gas mientras la lucha continúe. Todavía tenemos gasolina para un mes más o menos, pero no nos ha llegado nada nuevo últimamente", ha explicado Ruslan, que trabaja en una de las gasolineras del centro de Donetsk.
Mientras, los líderes de ambos bandos se preparan para una nueva reunión que se celebrará el próximo 5 de septiembre en Minsk y que tiene como objetivo acabar con un conflicto que ya ha dejado más de 2.500 muertos y alrededor de un millón de desplazados.