El dirigente de Corea del Norte, Kim Jong Un
KCNA KCNA / REUTERS
Actualizado: domingo, 17 enero 2016 10:56

Sólo un 16 por ciento de los hogares de todo el país tienen unos estándares de consumo alimentario aceptables, según la ONU

   MADRID, 17 Ene. (EDIZIONES) -

   El hermetismo en el que vive sumido Corea del Norte apenas deja hueco para la obtención de información sobre un país que, según Naciones Unidas, sufre graves carencias en términos humanitarios. Su ambiciosa carrera armamentística contrasta con el hambre que padece la población alejada de la élite comunista.

   Sobre las pocas cifras que se conocen sobre Corea del Norte sobrevuela siempre la sombra de la duda, hasta el punto de que ni siquiera está clara la edad de su dirigente, Kim Jong Un, nacido supuestamente el 8 de enero de 1983 --acabaría de cumplir 33 años--.

   Las estadísticas dibujan un país donde la media de edad es de 34 años y el ciudadano estándar es aquel que vive en una zona urbana y tiene dos hijos. El norcoreano vive de media hasta los 70 años y muere, según la Organización Mundial de la Salud, por una enfermedad cardiaca o pulmonar.

   El informe sobre población mundial difundido en julio del año pasado por la ONU cifra en 25,1 millones el número de habitantes de Corea del Norte, de los cuales 12,3 millones son hombres y 12,8 mujeres.

   De hecho, más de 1,1 millones de norcoreanos forman parte activa de las Fuerzas Armadas y otros 7,7 millones figuran en la reserva, según los datos de los que presume --de estos sí-- el Gobierno de Kim Jong Un. Una tercera parte de la población sería movilizada en caso de conflicto armado.

HAMBRE

   El exhibicionismo de poderío militar, como quedó de manifiesto este mes con la supuesta prueba de una bomba de hidrógeno, contrasta con la falta de datos referentes a la situación real de la población, hasta el punto de que el Índice de Desarrollo Humano que elabora la ONU carece de datos suficientes para valorar.

   El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y las agencias de Naciones Unidas son de los pocos actores externos con permiso, aunque sea parcial, para intervenir en un país cerrado a los ojos externos y que sólo abre sus puertas al mundo cuando y como quiere, generalmente con intereses promocionales.

   El Programa Mundial de Alimentos (PMA) proporciona desde 1995 ayuda alimentaria al país asiático, que cada cierto tiempo sufre carencias que dejan a los norcoreanos al borde de la hambruna. La asistencia también se refuerza cuando se producen desastres naturales, si bien en todos estos casos Pyongyang concede las autorizaciones con cuentagotas.

   Según un informe sobre necesidades humanitarias de Corea del Norte difundido el año pasado por la ONU, alrededor del 70 por ciento de la población depende del Sistema de Distribución Pública de alimentos, variable en función de los cambios en la producción. Este sistema contempla el reparto de 573 gramos de cereales por persona y día, si bien en 2014 la ración llegó a caer a los 383 gramos.

   Sólo un 16 por ciento de los hogares de todo el país tienen unos estándares de consumo alimentario aceptables y la situación se agudiza en zonas rurales alejadas de la capital, Pyongyang, donde los niveles son mejores. El PMA calcula que 18 millones de personas no siguen una dieta adecuada y, de ellas, 1,8 millones corresponden a casos de especial vulnerabilidad como niños, mujeres embarazadas o lactantes y ancianos.

   La malnutrición crónica afecta a uno de cada cuatro niños menores de cinco años y, para el 4 por ciento, la malnutrición alcanza un nivel 'agudo', según un informe de 2012 al que la ONU seguía dando plena validez el año pasado. El 85 por ciento de los niños con menos de 24 meses de vida no disponen de una dieta mínimamente diversa.

   Las preocupaciones de Naciones Unidas también giran en torno a los efectos que pueda tener para la población norcoreana las carencias del sistema de salud deficiente y de la red de aguas y saneamiento. El Gobierno, en un estudio apoyado por UNICEF, reconoció en 2014 que sólo el 77 por ciento de los hogares estaban conectados a la red de aguas, una proporción que caía al 56 por ciento en el caso de las escuelas o al 54 por ciento en el de instalaciones sanitarias.

   La falta de electricidad es la principal causa del mal funcionamiento del sistema de reparto de agua, lastrado por una infraestructura envejecida. En la mitad de los casos, no funcionan por falta de electricidad, mientras que en el 25 por ciento se debe a las malas condiciones de los equipos de bombeo.

DE SANCIONES Y AYUDAS

   La comunidad internacional se enfrenta en este escenario al dilema de quien se arriesga a tender la mano para que se la muerdan. La ONU pidió el año pasado 111 millones de dólares (algo más de 100 millones de euros) para sufragar sus "prioridades clave" para Corea del Norte, principalmente relativas a iniciativas del PMA.

   El anuncio de la cuarta prueba nuclear ha tensado aún más las mínimas relaciones entre Corea del Norte y el mundo, hasta el punto de que ya ni siquiera China, tradicional defensor de su vecino, se atreve a sacar la cara por él en público. Las principales potencias de la ONU han amenazado con adoptar nuevas sanciones contra un régimen que, a la vista de los datos, antepone la lucha contra sus fantasmas al bienestar de la población.

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