La mayoría quiere regresar, pero barrios enteros han sido ocupados por desplazados internos y milicianos suníes y chiíes
MADRID, 21 Dic. (EUROPA PRES) -
Naciones Unidas y Estados Unidos se opusieron tajantemente cuando el Gobierno iraquí animó a regresar al país a 1,4 millones de refugiados que habían huido de sus hogares y que actualmente viven en Siria. De hecho, propuso el envío de autobuses para poder llevarles de vuelta, a lo que tanto la ONU como Washington reaccionaron de forma negativa por los riesgos en seguridad y en las condiciones de vida que podría acarrear el fuerte incremento de la población, a lo que se añade la segregación religiosa entre chiíes y suníes.
Responsables del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) advirtieron inmediatamente contra este repentino movimiento de seres humanos, ya que consideraron que estas llegadas podrían agravar los índices de indigencia o el paro. Para el Ejército estadounidense, la posibilidad de que los refugiados que vuelvan a Irak reclamen sus antiguas viviendas, ahora ocupadas por otros desplazados internos, sobre todo en Bagdad, amenaza con destruir las pequeñas mejoras que se han experimentado en el ámbito de la seguridad.
"Es un problema que todo el mundo puede comprobar: volver a la casa que dejaste y encontrarte con que alguien se ha instalado allí, quizá porque se ha visto obligado a huir desde otra parte del país. Y es más difícil en el caso de que las milicias hayan tomado el control de algunos barrios", explicó un diplomático estadounidense citado por el diario 'The Washington Post'.
El gran número de personas afectados por la violencia sectaria en Irak ha dejado al país al borde de otra gran crisis, aparte de las provocadas por la guerra. Al menos uno de cada seis iraquíes --unos cuatro millones y medio de personas-- han huido de sus hogares, algunos hacia otras partes del país y otros a países vecinos.
Pero muchos se han quedado sin dinero o sin opciones para trabajar en Siria, Jordania y otras naciones árabes, las cuales, según 'The Washington Post', han intensificado recientemente sus esfuerzos para expulsar a los refugiados iraquíes. Otros iraquíes sencillamente han agotado su paciencia y los recursos de familiares y amigos que les acogen. Así, atraídos por los mínimos avances en seguridad y animados por la actitud del Gobierno iraquí de insistir en una mejora en la situación general del país, han comenzado a volver poco a poco en los últimos dos meses.
SIN AHORROS NI TRABAJO
"Es muy fácil decir 'Volved a casa'. ¿Pero volver dónde y cómo? Es mucho más complejo que eso. Hay que fijarse en cómo les aceptará la comunidad (a los refugiados que vuelvan) y si es económicamente viable. Hay muchas cosas que el Gobierno tiene que hacer", remarcó Guy Siri, uno de los coordinadores humanitarios de Naciones Unidas.
Kareem Sadi Haadi, un ingeniero iraquí de 48 años que ahora trabaja en una tienda de zapatos en el barrio bagdadí de Karrada, cuenta que volvió de Damasco el mes pasado con su mujer y su hija sólo porque se agotaron sus ahorros y no podía trabajar legalmente en Siria. Según explica, su intención es volver a ahorrar para huir de nuevo de Irak.
En su opinión, el Gobierno iraquí no debería decir a los refugiados que el país es seguro ni ofrecerles un medio de transporte para volver de Siria. "Están engañando al cien por cien de los iraquíes. El 80 por ciento de los que quieren volver es por las complicaciones para vivir en Siria", señala.
Todos estos problemas se tornaron evidentes cuando el primero y, de lejos, único grupo de familias que regresó de Siria en un autobús fletado por el Ejecutivo iraquí el pasado 28 de noviembre. Según la ONU, sólo un tercio de esas 30 familias han vuelto a sus antiguos hogares en Bagdad. La mayor parte del resto encontraron sus barrios tomados por la insurgencia, por lo que se mudaron con familiares que vivían en otras partes de la capital.
Pero el asentamiento de las milicias en viviendas de iraquíes que huyeron por la guerra no es el único problema con el que se pueden encontrar los que regresen. Muchas casas han sido saqueadas o destruidas. Además, la mayoría de los barrios bagdadíes, donde antes convivían los chiíes y los suníes, han sido transformados en bastiones religiosos muy homogéneos donde los miembros de una y otra confesión no se tratan entre sí.
SEGREGACIÓN RELIGIOSA
Altos mandos militares y diplomáticos estadounidenses destacados en Bagdad reconocen que la reciente disminución de la violencia es resultado, en parte, de la segregación de la ciudad. Para el coronel William E. Rapp, un asesor del general David H. Petraeus, los refugiados iraquíes se tienen que preguntar a sí mismos si realmente quieren volver porque "un barrio ya no es suní, sino que ahora es chií", o viceversa.
El Ejército norteamericano estima que hay 350.000 desplazados en Bagdad, de los cuales el 80 por ciento eran residentes originales de la capital que tuvieron que dejar sus barrios por la violencia entre confesiones religiosas.
"Esta es una cuestión que probablemente se resolverá con una nueva construcción de viviendas. Pero hemos estado pidiendo, suplicando, al Gobierno iraquí que esto venga acompañado de una política en la que permitan a nuestros batallones que estén presentes sobre el terreno", explicó Rapp.
Además, el Gobierno iraquí aceptó este mes suspender temporalmente la oferta de viajes en autobús para los refugiados que quieran volver desde Siria. Mientras, el número de iraquíes que regresan por sus propios medios es todavía relativamente bajo. La Media Luna Roja en Irak estima que unos 25.000 han regresado de Siria desde septiembre de este año, mientras que el Gobierno iraquí sitúa las cifras en 60.000 personas que han vuelto de Siria y Jordania, donde los refugiados ya son casi 700.000.
EXPECTATIVAS
Encuestas recientes encargadas por ACNUR presentan situaciones desesperadas en la vida del refugiado. En Siria, un tercio de los iraquíes afirman que sus recursos durarán menos de tres meses. Con los nuevos requisitos y restricciones de los visados impuestos por las autoridades sirias, casi la mitad de ellos aseguran que sus hijos han tenido que dejar el colegio.
Según Guy Siri, coordinador humanitario de la ONU, un iraquí que vive en Damasco tiende a pensar que si muchas familias han vuelto a Irak, quizá ese sea su momento para regresar también. "Se crea así un efecto de bola de nieve", subrayó.
A esto se une que, mientras los viajes organizados por el Gobierno se han suspendido temporalmente, la televisión estatal continúa emitiendo anuncios instando a los iraquíes a volver a su país y diplomáticos iraquíes en Damasco se quejan ante las agencias de ayuda de la ONU por intentar que los refugiados no vuelvan todavía.
"El Gobierno hace esto básicamente para restablecer la confianza en sí mismo, sobre todo porque Bagdad es más seguro ahora, pero la principal razón es que pueden mostrar que están haciendo algo", consideró Herve Richard-Thomas, de los Cuerpos Médicos Internacionales, una organización estadounidense de ayuda humanitaria.
Pero el Gobierno está siendo más cauteloso acerca del asunto de los refugiados. "En realidad, el Ministerio no puede absorber una vuelta a esa escala. Si la afluencia es grande, entonces ni el Ministerio ni el Gobierno entero podrán manejarlo", advirtió el ministro de Migración, Abdul Samad Rahman, en una rueda de prensa este mes.