MADRID, 18 Ene. (EUROPA PRESS) -
El periodista británico Robert Fisk declaró hoy en Madrid que las tropas estadounidenses y británicas acabarán por irse de Irak, pero en estos momentos no pueden "porque están atrapadas" por la situación bélica creada por ellas mismas en el país. Por ello, tarde o temprano Estados Unidos "se verá obligado a hablar directamente con los insurgentes", sobre todo debido a las dificultades que atraviesan las relaciones de Washington con sus posibles intermediarios en Irak, Siria e Irán.
"No se irán tan rápidamente como las tropas españolas", bromeó Fisk, pero "se irán, tienen que hacerlo, pero no pueden porque están atrapados", añadió el periodista durante la presentación en Madrid de su libro 'La Gran Guerra por la Civilización: la conquista de Oriente Medio', en el que relata las estrategias de Estados Unidos y sus aliados en Oriente Próximo para controlar militar, política y económicamente la región.
"Me avergüenza estar sentado aquí y no con los periodistas; yo soy periodista, no político", afirmó Robert Fisk en el inicio de la rueda de prensa de presentación de su libro. Fisk, radicado en Beirut como corresponsal para el diario 'The Independent' en Oriente Próximo, es uno de los mayores expertos mundiales en los conflictos de la zona --en la que reside desde hace casi 30 años-- y autor de varios libros sobre el tema. Aparte, Fisk fue uno de los periodistas occidentales más incisivos sobre el terreno durante la operación angloamericana contra Irak en la primavera de 2003.
Para que la retirada de Irak fuese posible, afirmó el periodista, Washington debería contar con el apoyo de Siria e Irán. Por ello, "la crisis entre Estados Unidos e Irán no es una buena noticia". "Al final van a tener que hablar directamente con la insurgencia; no me refiero a Al Qaeda, hablo de iraquíes que en su mayor parte fueron soldados durante la guerra entre Irán e Irak y que tienen mucha experiencia en la lucha contra una superpotencia", advirtió Fisk. "Estados Unidos ha dicho que no está dispuesto a hablar con los terroristas, pero eso es lo que se dice siempre", remachó.
En su libro, Fisk analiza, entre otras cuestiones, cómo Estados Unidos contribuyó a crear a sus propios enemigos en la región, como el líder de la red Al Qaeda, Usama bin Laden --a quien entrevistó hasta en cuatro ocasiones en Sudán y Afganistán cuando aún no era enemigo de Washington--, o el ex presidente de Irak, Sadam Husein. El primero se vio favorecido por su apoyo a los afganos durante la invasión soviética y el segundo por su intervención contra Irán en 1980, lo que le convirtió en aliado de Occidente.
"Una de las cosas más siniestras de la historia de Oriente Próximo y Medio es que mucha de la gente a la que ahora odiamos al principio nos gustaba", afirmó Fisk. "En un principio nos gustaba (el que fuera presidente egipcio Gamal Abdel) Nasser, hasta que nacionalizó el Canal de Suez y lo bombardeamos; los americanos al principio aprobaban a (el líder libio, Muamar) Gadafi, hasta que nos enteramos de que había sido responsable de un atentado en una discoteca de Berlín", prosiguió. "Durante la guerra entre Irán e Irak también nos gustaba mucho Sadam Husein. Invadió Irán y nos encantó, invadió Kuwait y lo bombardeamos", añadió.
Al respecto, Robert Fisk advirtió de que los países occidentales están contribuyendo a que se repita la historia en Afganistán. "Ya está pasando con los señores de la guerra en Afganistán", a los que se ayudó en 2001 durante la campaña militar contra los talibán. "¿Qué va a pasar cuando uno de esos señores de la guerra decida invadir Kazajistán? Pues que habrá un nuevo Sadam Husein", aseveró.
LÍBANO, SIRIA E IRÁN
Robert Fisk se encontraba a sólo 400 metros del lugar cuando se produjo el atentado mortal con coche bomba, en febrero de 2005 en Beirut, que costó la vida al ex primer ministro libanés Rafik Hariri. "Vi cómo la Policía se llevaba todas las pruebas y 'The Independent' publicó al día siguiente los nombres de esos policías", comentó. Como resultado de estas informaciones, "no soy muy popular en Líbano", añadió.
El periodista recuerda que cuando comenzaron las investigaciones internacionales sobre el magnicidio se pensaba que "los asesinos se retirarían a sus madrigueras", pero, muy al contrario, siguieron matando a personas, incluidos amigos del propio Fisk. "Cada día que pasa en Líbano sin que estalle la guerra civil es un día que hay que celebrar; la gente pensaba después de lo de Hariri, yo incluido, que iba a estallar otra guerra civil", agregó.
"No creo que nadie dude de que Siria está detrás del crimen, pero la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que se exigía la retirada de las tropas sirias de Líbano, ha sido utilizada realmente para desmantelar a (la guerrilla chií libanesa) Hezbolá y como mecanismo para debilitar a Líbano, para obligarlo a aceptar las condiciones de Israel", denunció.
Respecto a la actual crisis internacional creada por la reanudación del programa nuclear iraní, Robert Fisk aseveró que "Irán no ha cometido ningún delito, sólo hay sospechas de que podría hacer algo con armas nucleares".
"Es realmente extraño que a un país mucho más peligroso, como Corea del Norte, sí se le permita tener armas nucleares y no se le amenace con invadirlo", se preguntó. "Seguramente no se le invada precisamente por tener armas nucleares, los países van a llegar a la conclusión de que estarán más seguros con armas nucleares", añadió. Otro ejemplo es el de Pakistán, un país nuclear "mucho más peligroso a causa de los movimientos islámicos que amenazan con desestabilizarlo".
IRAK
La situación en Irak ocupa muchas páginas del libro, en el que denuncia que tras la primera Guerra del Golfo (1991) la población iraquí fue víctima tanto de la "barbarie" de Sadam Husein como de los bombardeos y las sanciones estadounidenses. Fisk informa también de aspectos poco conocidos sobre Irak, como los graves problemas de salud creados por el uranio empobrecido utilizado por Estados Unidos en la guerra de 1991 o el comercio de armas generado alrededor de este país.
Irak vive un estado de "anarquía y caos, pero Bush y Blair no lo cuentan, a nadie le preocupan los iraquíes, nadie se molesta por dar las cifras exactas de árabes muertos", afirmó Fisk, en alusión al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y al primer ministro británico, Tony Blair.
"Tras registrar los registros mortuorios comprobé que sólo el pasado mes de julio habían muerto 1.100 iraquíes en Bagdad", indicó. Si se unen las cifras de otras ciudades, prosiguió, la cifra puede llegar a ser de "entre 48.000 y 50.000 muertos al año, muy por encima de los 30.000 de que habló Bush", aseguró.
La población iraquí es víctima también de toda una "industria del secuestro" practicada tanto por la insurgencia como por delincuentes comunes. "Secuestran a muchos niños que devuelven a cambio de un rescate, a veces incluso los devuelven muertos después del pago", denunció. "Hay mucho tráfico de mujeres que acaban en Yemen, y a veces, cuando se les libera y vuelven a Bagdad, sus hermanos y familiares las matan porque suponen una deshonra", aseguró.
Los periodistas extranjeros sufren graves riesgos en Irak debido a que los iraquíes consideran que todos los occidentales son ocupantes y a que su única referencia es un sistema político "en el que no había libertad de prensa, bajo el yugo de Sadam Husein".
"Tengo mis dudas de si merece la pena regresar a Irak, más aún teniendo en cuenta lo difícil que es conseguir historias sobre el terreno; allí sólo puedo coger retazos, pero no la historia entera" a causa de la falta de seguridad y de los recelos de la población, concluyó.