LONDRES, 22 Oct. (EUROPA PRESS) -
El conflicto social presente en Reino Unido y que involucra a la minoría musulmana presente en el país se ha reflejado claramente a lo largo de esta semana, después de que el parlamentario laborista Shahid Malid pidiera a la maestra de escuela Aishah Azmi, que fue expulsada del centro de enseñanza en el que trabajaba por llevar el tradicional velo musulmán que cubre el rostro de la mujer por completo, que desistiera de su lucha en los tribunales.
Azmi, de 24 años, perdió los juicios por discriminación y acoso pero ganó la causa por persecución en el trabajo, y sostuvo al final del proceso judicial que "las musulmanas que llevan el velo no son extraterrestres, no es una barrera". Sin embargo el velo completo o niqab se ha convertido en una cuestión de debate que ha llegado hasta las más altas esferas políticas.
Así, el primer ministro británico, Tony Blair ha calificado el niqab de "una marca de separación" y ha llamado a la celebración de un debate para tratar el tema. Sus declaraciones fueron respondidas por el líder del partido conservador, David Cameron, que advirtió el pasado viernes de que la polémica iniciada en Reino Unido sobre el velo podría causar malestar social y alertó a los políticos de los efectos que sus comentarios pueden provocar, ya que que los musulmanes británicos pueden verse como "el objetivo de las críticas".
El efecto ha sido el contrario, en parte a través de las declaraciones del líder de la Cámara de los Comunes y ex ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, que ha sembrado el malestar entre los grupos de musulmanes al sugerir que las mujeres que llevan el velo pueden dificultar las relaciones entre las distintas comunidades. Straw indicó que el velo "es un ejemplo visible de separación y diferencia" y pidió a las mujeres que consideren sacárselo.
Straw es el parlamentario de la circunscripción de Blackburn, en la que una cuarta parte de los ciudadanos son musulmanes. Pidió a las mujeres que consideren mostrar sus bocas y nariz, lo que puede llevar a conversaciones "cara a cara" con los demás ciudadanos, para que puedan ver "lo que la otra persona quiere decir y no solo oír lo que dice". Straw indicó que sólo realizaría esta petición si en el lugar en el que se encuentra hay otra mujer.
UNA RELACIÓN COMPLEJA
El artículo de hoy en la edición electrónica del diario New York Times proporciona una panorámica histórica de la relación entre los grupos religiosos que cohabitan en Reino Unido. Desde hace 40 años, el país ha desarrollado una política de multiculturalismo que celebra la diversidad étnica y sus emblemas. Dicha política evolucionó durante los años sesenta, en un momento en el que los inmigrantes musulmanes, en su mayoría procedentes de Pakistán, llegaban al país para trabajar como mano de obra barata.
Ahora, los británicos conviven con los descendientes procedentes de la primera generación de inmigrantes, que se enfrentan a un reexamen de la fe que profesan sus padres y abuelos.
El niqab no es la única prenda que expresa una noción distintiva de piedad religiosa, y es perfectamente equiparable al turbante sij o a la toca de una monja. Ninguno de ellos han sido, según el artículo del Times, objeto de crítica o polémica alguna. Sin embargo, el niqab es la única prenda que cubre por completo el rostro de su portador. El velo se entiende como el ejemplo de una cultura que limita a la mujer y que solo la permite mostrar su cara delante de otras mujeres o de los hombres de su misma familia.
PELIGRO DE DISTURBIOS
Hoy domingo, el director de la Comisión para la Igualdad Racial, Trevor Phillips, ha señalado que Reino Unido se ha convertido en víctima de un debate "polarizado" que podría iniciar una serie de violentos disturbios. Para Phillips, esta polémica podría ser el detonante de protestas raciales en todo el país, en una espiral "similar a la que terminó en los disturbios de hace cinco años en el norte del país", afirmó, en declaraciones al diario 'The Sunday Times'.
Phillps, miembro del partido Laborista y uno de los líderes más respetados por la comunidad negra, ha advertido de que la multiculturalidad que se ha convertido en una de las señas de identidad del país es un arma de doble filo que podría arrastrar al Reino Unido hacia un estado de segregación racial. En declaraciones al programa de radio BBC One AM, Phillips ha estimado que este debate sobre el velo "parece haberse enfocado como un juicio a una comunidad concreta de personas y eso no puede ser correcto".
El político puso como ejemplo los disturbios producidos en París el pasado año, al tiempo que señalaba que a pesar de las diferencias entre los grupos raciales, es fundamental que la sociedad aprenda a pensar como una comunidad en conjunto.
"Así es como creas un país para el que no es fácil vivir consigo mismo. Lo hemos visto en francia, el año pasado, donde los franceses permitieron a las comunidades magrebíes desarrollarse por separado, sin sentirse parte del país", afirmaba Phillips en declaraciones a la cadena BBC.
DEBATE CONDICIONADO
La opinión pública considera a través de las recientes encuestas que los intentos de integración por la comunidad musulmana en la sociedad británica son insuficientes. Solo un 22 por ciento de los británicos encuestados tras las declaraciones de Straw consideran que que los musulmanes habían hecho lo suficiente para integrarse en la comunidad, frente a un 57 por ciento que opina lo contrario. Pero para muchos, el debate está condicionado por otros factores.
"No es una conversación neutral", señala Salma Yaqoob, concejal del ayuntamiento de Birmingham. "Los no musulmanes se perciben a sí mismos como víctimas de la minoría musulmana, y toman una posición hostil frente a los musulmanes, que adoptan una postura defensiva", indica. Para Yaqoob, "el contexto ahora está tan politizado que la gente se pregunta '¿Por qué se nos demoniza tanto?'"
El diputado laborista Shaid Malik, procedente de la misma zona de Yorkshire que la maestra expulsada, ha dado la bienvenida a este debate para que este tema "no se quede almacenado de cara al futuro" y, al igual que Straw, ha incidido sobre todo en que, en el caso concreto de la profesora Azmi, la correcta educación infantil y la responsabilidad profesional prevalece sobre las costumbres religiosas.
"Como individuos, todas las mujeres tienen el derecho y la libertad de ponerse lo que quieran, y con toda la razón del mundo", señala el diputado. "Sin embargo, hay ciertas ocupaciones en las que los códigos de vestuario deben ceñirse a las reglas del lugar de trabajo. Es cuestión de sentido común, tanto para los musulmanes como para los que no lo son, que los profesores no lleven velo para no afectar el aprendizaje de los niños (...) y en este caso el bienestar y la educación infantil son prioritarios", opinó Malik.