WASHINGTON, 19 Nov. (Reuters/EP) -
Estados Unidos está gravemente preocupado por el aumento de los disturbios políticos y la violencia en Hong Kong, según ha manifestado este lunes el secretario de Estado, Mike Pompeo, que ha urgido a las autoridades hongkonesas a abordar sus exigencias de forma pública y ha pedido a China que cumpla sus promesas de libertad.
"Las protestas y la violencia no se pueden resolver solo con los esfuerzos de la aplicación de la ley. El Gobierno debe dar pasos claros para abordar las solicitudes de la población", ha manifestado el secretario de Estado, al tiempo que ha llamado a realizar una investigación independiente en torno a los incidentes relacionados con las protestas.
Por su parte, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, ha indicado que espera poder llegar a un acuerdo para aprobar un proyecto de ley que permita someter la situación de Hong Kong a un mayor escrutinio.
De este modo, ha pedido al presidente, Donald Trump, abordar la situación de Hong Kong y no centrarse únicamente en los esfuerzos para asegurar un acuerdo comercial con China.
McConnell ha sido acusado de retrasar el voto para aprobar una legislación que obligaría a Estados Unidos a imponer sanciones a los funcionarios chinos y de Hong Kong que cometan abusos contra los Derechos Humanos y que requiere que Pompeo revise compruebe cada año que Hong Kong mantiene su autonomía.
Al respecto, McConnell ha afirmado que Estados Unidos no necesita esperar por ninguna ley para actuar sobre Hong Kong.
En una escalada significativa de las protestas, la Policía de Hong Kong irrumpió el lunes en la Universidad Politécnica de Hong Kong disparando balas de goma y gases lacrimógenos para hacer retroceder a los manifestantes antigubernamentales armados con cócteles molotov en un intento por evitar que huyeran.
Los manifestantes han criticado la intromisión de China en las libertades prometidas a Hong Kong después de que la colonia británica volviera al dominio chino en 1997. Así, han señalado que su protesta es una respuesta al uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía.
Por su parte, Pekín niega haber interferido en los asuntos de Hong Kong y culpa a los países occidentales de provocar los disturbios, lo que representa el desafío popular más importante para el presidente de China, Xi Jinping, desde que llegó al poder en 2012.
