El ex embajador británico ante la ONU afirma que la legitimidad de la guerra de Irak es "cuestionable"

Actualizado: viernes, 27 noviembre 2009 19:40


LONDRES, 27 Nov. (EUROPA PRESS) -

La invasión que se hizo en el año 2003 de Irak fue legal pero "legítimamente cuestionable" puesto que ni Reino Unido ni Estados Unidos pudieron persuadir a otros países de la necesidad de comenzar una guerra, según declaró este viernes el entonces embajador británico ante Naciones Unidas, Sir Jeremy Greenstock.

"Considero nuestra participación en la acción militar que tuvo lugar en marzo de 2003 en Irak como legal, pero de una legitimidad cuestionable puesto que no contaba con el respaldo democrático de la gran mayoría de estados miembro de la ONU ni quizás con la mayoría de ciudadanos de Reino Unido", declaró Greenstock en la investigación oficial sobre las razones que llevaron a Reino Unido a participar en la guerra de Irak.

Anteriormente, Greenstock afirmó en su testimonio que amenazó con dimitir si el Consejo de Seguridad de la ONU no aprobaba una resolución sobre Irak en la etapa previa a la invasión. Tanto Greenstock como otros miembros de la delegación ante la ONU creyeron que una resolución era "esencial si cualquier acción militar pretendía contar con una legitimidad internacional".

El diplomático continuó afirmando que había presionado al Gobierno para que se estudiara un retraso en la invasión hasta el mes de octubre, pero la "decisión de Estados Unidos para llevar a cabo una acción antes pesó más que nuestro intento por contrarrestarla", recoge el diario británico 'The Guardian'.

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1441 el 8 de noviembre de 2002 en el que allanaba el camino para que regresaran los inspectores de armas a Irak, pero Reino Unido y Estados Unidos no lograron una segunda resolución en la que se autorizara directamente a la guerra después de argüir que el ex dictador Sadam Husein no cooperaba con los inspectores.

La falta de una segunda resolución provocó las críticas de la acción militar, a la que se reprocha que fue ilegal de acuerdo con el Derecho Internacional, una acusación que el Gobierno británico siempre ha negado.

Según Greenstock, habría estado "más incómodo" si la participación militar británica en la invasión se hubiese producido sin una resolución. "Alerté al Ministerio de Asuntos Exteriores en octubre de 2002 de que tendría que considerar mi propio puesto si las cosas seguían así", añadió.

ESCASA PERSPECTIVA DE ÉXITO

En un comunicado escrito a la investigación, también criticó la beligerancia de Washington. "El intento británico por volver a construir un consenso tenía una perspectiva escasa de éxito, reducida aún más por el reconocimiento de que (...), Estados Unidos no apoyaba proactivamente los esfuerzos británicos y parecía que se estaba preparando a un conflicto decidiera lo que decidiera Reino Unido", añadió.

Asimismo, aseguró que la presión estadounidense hacia la guerra dañó los esfuerzos por conseguir una segunda resolución. "Me pareció que la opción de invadir Irak en octubre de 2003 se merecía una reflexión mayor", aseguró. "Los razonamientos del primer ministro para conseguir más tiempo, tal y como los observé desde Nueva York, parecían que intentaban ganar dos semanas, pero no más", añadió.

El ex diplomático hizo estas revelaciones en el cuarto día de audiencias públicas de la investigación que está llevado a cabo un equipo de cinco investigadores encabezados por John Chilcot, un antiguo funcionario.