Haftar pilló por sorpresa a las potencias mundiales con su ofensiva sobre Trípoli

El primer ministro italiano, Conte, y el general libio Haftar en Palermo
REUTERS / GUGLIELMO MANGIAPANE - Archivo
Europa Press Internacional
Publicado: miércoles, 10 abril 2019 12:30

Diplomáticos occidentales trataron sin éxito de disuadirle hace dos semanas de que lanzara una operación militar

TÚNEZ, 10 Abr. (Reuters/EP) -

Diplomáticos occidentales se sentaron durante tres horas con el comandante libio Jalifa Haftar en su bastión en el este de Libia en marzo para intentar disuadirle de que lanzara una ofensiva contra el Gobierno reconocido internacionalmente en Trípoli.

Todos ellos le instaron a que no sumiera al país en una guerra civil y le dijeron que podría convertirse en un exitoso líder civil si se comprometía a buscar un arreglo político, según dos fuentes conocedoras del encuentro fuera de Benghazi.

Pero Haftar, a quien sus detractores describen como el nuevo Muamar Gadafi, no les hizo caso, según las fuentes, que han pedido mantener el anonimato. El militar dijo que estaba preparado para negociar con el primer ministro, Fayez Serraj, pero si no había un acuerdo de reparto de poder, podría invadir la capital.

Dos semanas después, el 4 de abril, envió a las tropas de su Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés) hacia Trípoli, justo coincidiendo con la visita a la ciudad del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para preparar la conferencia de reconciliación nacional que iba a celebrarse este mes y que los ayudantes de Guterres pensaban que Haftar apoyaba.

Para las potencias mundiales, incluidas Francia, Italia y Reino Unido, la campaña militar del general, la mayor en Libia desde el levantamiento en 2011 que terminó con la caída de Gadafi, representó un duro revés. Llevaban años intentando atraer a Haftar, de 75 años, a un acuerdo político que estabilizara el país tras casi una década de conflicto que ha servido de caldo de cultivo para los grupos islamistas.

Incluso Emiratos Árabes Unidos y Egipto, que han respaldado a Haftar y le consideran una pieza clave contra los islamistas en el norte de África, parecen estar sorprendidos por su rápido avance. Una fuente diplomática francesa dijo que París, que también ha ayudado al general, no fue avisado de antemano de la ofensiva.

Los llamamientos de los diplomáticos a la contención militar en la reunión de marzo se hicieron eco de otros que emisarios occidentales y de la ONU que habían viajado a la base de Haftar a las afueras de Benghazi en las semanas anteriores, según cuatro fuentes diplomáticas.

NADIE SABÍA QUE IBA A LANZAR LA OFENSIVA

En una señal de lo lejos que estaba de su control la situación en Libia --y Haftar--, los enviados de la ONU y Occidente en sus contactos diarios con su bando sobre la conferencia no tenían ni idea de que iba a lanzar la ofensiva, según las citadas fuentes diplomáticas.

Algunos incluso pensaron que el general iba de farol. "Estos son solo juegos psicológicos", contestó en un mensaje de texto a Reuters un responsable de la ONU después de que fueran avistadas al sur de Trípoli las primeras fuerzas de Haftar.

Algunos diplomáticos que se habían reunido con Haftar varias veces y habían presionado a sus gobiernos para que hicieran la vista gorda a sus comentarios --como que Libia no estaba preparada para la democracia-- se desesperaron cuando quedó claro que estaba decidido a tomar Trípoli por la fuerza. "He malgastado casi dos años en Haftar", dijo uno de ellos.

Haftar, por su parte, ha sido coherente en sus discursos y declaraciones sobre su compromiso con la fuerza militar en su misión declarada de restaurar el orden en Libia y también dejó entrever su intención última de gobernar el país.

Cuando anunció por primera vez sus intenciones en febrero de 2014, lo hizo delante de un mapa de Libia vestido con uniforme militar y prometió un golpe de Estado. Los países occidentales abandonaron Libia tras los enfrentamientos en Trípoli en 2014, cerrando embajadas y poniendo fin a los programas de entrenamiento de la OTAN, antes de regresar en 2016.

Su ausencia abrió la puerta a países árabes como Egipto y EAU, que ofrecieron entrenamiento y asistencia militar, según informes de expertos de la ONU que supervisaban el embargo de armas impuesto en 2011 y diplomáticos. Las fuerzas de Haftar recibieron aviones así como vehículos militares de EAU, que también construyó una base aérea en Al Jadim, lo que permitió al LNA obtener superioridad aérea para 2016, según un informe de la ONU de junio de 2017.

Mientras, Haftar se esforzaba por progresar en su campaña inicial lanzada en mayo de 2014 contra los milicianos islamistas en Benghazi, bautizada como 'Operación Dignidad'. Su armamento pesado y aviones arrasaron los edificios residenciales pero no lograron desalojar a los yihadistas extranjeros atrincherados en casas sembradas de bombas.

APOYO DE FRANCIA

Fue en ese momento cuando Francia, que tiene intereses petroleros en el este del país y está políticamente cerca de EAU y Egipto, ofreció asistencia, según fuentes libias y francesas. A finales de 2015, Francia envió asesores militares y fuerzas especiales que acamparon en una base aérea cerca de Benghazi, según las fuentes. Esta ayuda sirvió para cambiar el curso y permitió a Haftar cantar victoria en Benghazi en 2017.

Francia ha ayudado al general a lograr legitimidad internacional a medida que su campaña progresaba. En 2017, el presidente francés, Emmanuel Macron, recibió a Haftar y a Serraj, primer ministro del Gobierno reconocido internacionalmente, cerca de París para intentar persuadirles de sellar un acuerdo, lo que elevó el estatus diplomático del general.

Macron y su ministro de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, ven a Haftar de forma parecida al presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, como un tapón contra los milicianos islamistas en el norte de África, según fuentes oficiales galas.

Tras el avance de Haftar sobre Trípoli, Al Sisi subrayó la necesidad de una acción internacional urgente para evitar que la situación se deteriore, sin mencionar la ofensiva de sus fuerzas. Los gobiernos de Francia, Italia, EAU, Reino Unido y Estados Unidos expresaron en un comunicado conjunto su preocupación por los combates.

Por su parte, Le Drian dijo a los parlamentarios este martes que Francia teme un conflicto más grave y añadió que Haftar y Serraj tienen que acordar un alto el fuego antes de reanudar su diálogo.

DE ALIADO A RIVAL DE GADAFI

Haftar fue uno de los oficiales que ayudó a Gadafi a llegar al poder en 1969 pero se distanció de él durante la guerra de Libia con Chad en los 80. Haftar fue tomado como prisionero por los chadianos y fue rescatado por la CIA tras haber trabajado desde Chad para derrocar a Gadafi.

Vivió durante unos 20 años en Virginia (Estados Unidos) antes de regresar al país en 2011 para sumarse a otros rebeldes en el levantamiento que terminó derrocando a Gadafi. Tres años después, Haftar lanzó su propia campaña en Benghazi.

Entonces, había reunido unos 200 soldados y trece helicópteros, según Jalel Harchaoui, investigador del 'think-tank' Clingendael Institute, de La Haya. Sin embargo, pronto atrajo a otros soldados como la unidad de elite Saiqa (rayo) así como a elementos de las tribus.

Actualmente, los analistas estiman que el LNA tiene miles de efectivos. Solo Saiqa cuenta con 3.500 hombres y los hijos de Haftar también tienen unidades bien equipadas. Haftar ha engrosado sus filas incluyendo no solo a antiguos soldados de Gadafi sino también a milicianos salafistas y mercenarios extranjeros, según analistas.

Después de Benghazi, Haftar se hizo gradualmente con el control de todo el este de Libia, antes de centrar su atención en el sur. Sin embargo, su ofensiva en Trípoli es su apuesta más arriesgada. Ha trasladado al grueso de sus fuerzas al oeste, dejando su base en el este expuesta, lo que hace casi imposible que se retire sin perder respaldo entre amigos y enemigos.

Su operación relámpago ha unido a sus rivales en el oeste de Libia, que no se hablaban entre sí desde hacía tiempo pero ahora se han unido en armas.

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