Huerto escolar en Níger
WFP/TIPHAINE WALTON
   
Actualizado: domingo, 22 julio 2018 14:22

Cómo pequeños terrenos con verduras están transformando comunidades en Níger

NIAMEY, 13 Ene. (Por Tiphaine Walton, responsable de comunicación del PMA en Níger) -

En la región de Balleyara, en Níger, a dos horas al este de la capital, Niamey, un proyecto para crear huertos escolares está transformando localidades enteras. La iniciativa, apoyada por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), se ha convertido en una fuente de esperanza para todos en las comunidades y representa un modelo de desarrollo para la región, desde hace tiempo víctima de la desertificación.

Si uno visita el huerto escolar en la localidad de Illouamiza, en Nïger, verá un panorama inusual. Naranjos, viñedos e higueras junto a cultivos autóctonos como moringa y mandioca, junto con otras variedades exóticas que es más probable ver en el Mediterráneo que en el Sahel. Es un verdadero oasis, floreciendo en medio de una llanura árida donde poco consigue crecer. Hasta ahora.

Rachida al Hassan, una estudiante de 19 años, cuida el huerto con sus amigos. "Esta os muy orgullosas de este huerto", nos cuenta. "Podemos cultivar mijo, mandioca, sorgo y mangos. Mis hermanos y hermanas pequeños pueden comer mejor ahora y pueden concentrarse en clase. En cuanto a mí, espero ir a la universidad y convertirme en la primera enfermera en la localidad", afirma.

Tiphaine Walton

En Níger, el PMA y sus socios han estado experimentando con los huertos escolares desde hace tres años, comenzando con 50 escuelas en todo el país. El PMA gestiona fondos del Banco Mundial y la agencia para el desarrollo francesa que han sido concedidos al Gobierno de Níger para financiar actividades que mejoren la educación.

"Estas actividades en torno a las cantinas escolares, como los huertos escolares, muestran cómo una escuela puede ser un punto de entrada para el desarrollo comunitario participativo e inclusivo", explica Nafiou Issaka, el responsable en Níger del Programa del PMA de Comidas Escolares.

El proyecto muestra cómo estas tierras áridas y desérticas en realidad tienen mucho que ofrecer a cambio de la pequeña inversión necesaria para el equipamiento para extraer agua. En Balleyara, este equipamiento funciona con energía solar.

Los estudiantes aprenden nuevas técnicas para mejorar el cultivo. Se les enseña sobre desarrollo sostenible y a respetar el medio ambiente. Esto está ayudando a cambiar las percepciones de la vida agrícola y rutal, que ya no eran consideradas como un futuro atractivo para los jóvenes.

"El huerto es también un incentivo para mandar a los niños a la escuela porque las familias tienen garantizado que los chicos recibirán una comida al día", explica la directora de una de las escuelas que participan en el programa en la localidad de Taizarma.

Tiphaine Walton

Económicamente, los huertos están reduciendo el coste de las comidas electorales y creando una fuente de ingresos adicional para las escuelas y las comunidades.

En la localidad de Léllé, Hadiza Hadou, de 56 años, nos muestra orgullosa el molino en el que puede moler ahora los granos. Fue construido gracias a los ingresos generados por el huerto escolar en su localidad. Hadiza pertenece al grupo de mujeres que cuida el molino, lo que les permite complementar sus ingresos.

"Desde que se construyó el molino, no tengo que pasarme horas moliendo los granos, algo que era muy agotador", cuenta. "Se ha convertido en un punto de reunión donde podemos juntarnos para charlar. La llegada del huerto y luego el molino han ayudado a crear cohesión social en la localidad", subraya.

Mientras recorre el huerto y nos muestra las diferentes parcelas, se sienta entre las plantas de sorgo y añade: "La cantina escolar usa el producto del huerto y los niños comen mejor. En el molino, todo el mundo contribuye con una pequeña suma, y los fondos ayudan a la cantina cuando los recursos son limitados. El huerto ha traído muchas cosas a la localidad y la bomba solar también nos permite suministrar agua a los centros de salud".

Tiphaine Walton

Los huertos están creando relaciones y rejuveneciendo las localidades, pero su impacto va más allá de eso. Están revitalizando otros terrenos, considerados antes estériles e incultivables. Hadiza, por ejemplo, ahora tiene acceso a agua suficiente y ha plantado un huerto delante de su casa.

"Aunque los huertos en nuestra zona fueron plantados hace menos de un año, la gente ya es autónoma", resalta Elhadji Gagere, de la ONG Gage, que trabaja con el PMA en Balleyara. "Estamos convencidos de que este ejemplo de mejora de tierra aparentemente estéril nos permitirá desarrollar la agricultura familiar. Estoy seguro de que en un año más o dos, otras muchas familias habrán plantado sus propios huertos", augura.

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