LONDRES 3 Feb. (EUROPA PRESS) -
El presidente estadounidense, George W. Bush, expresó al primer ministro británico, Tony Blair, su intención de atacar Irak con o sin el consentimiento de la ONU durante el encuentro que mantuvieron ambos en enero de 2003, es decir, dos meses antes de la invasión de este país, según revela hoy el diario británico 'The Guardian', que se hace eco de un memorando de dicho encuentro.
A su vez, Blair le aseguró a Bush que respaldaba "solidamente" la postura estadounidense, pese a que no había pedido consejo sobre la legalidad de la invasión de Irak y pese a que no había una segunda resolución de la ONU que la autorizara, según el diario, que subraya que Bush estaba dispuesto a atacar a Irak aun cuando los inspectores internacionales no encontraran pruebas de armas de destrucción masiva.
De acuerdo con el citado documento, Bush insistió en su encuentro con Blair en que "la estrategia diplomática tenía que arreglarse en torno a la planificación militar", mientras que el primer ministro británico no planteó objeción alguna y aseguró al presidente estadounidense que le apoyaba y que estaba "dispuesto a hacer lo que hiciera falta para desarmar a Sadam".
Estas revelaciones, según el 'Guardian', están incluidas en el libro del profesor Phillipe Sands, del University College de Londres, en su libro 'Un mundo sin ley' ('Lawless World'). Según el memorando al que ha tenido acceso Sands, Bush admitió a Blair que pese a que había utilizado aviones espía U2 "pintados con los colores de la ONU", no había encontrado pruebas contra el régimen de Sadam, por eso, esperaba que hubiera algún desertor que hiciera "una presentación pública de las armas de destrucción masiva de Sadam" e incluso planteó la posibilidad de que el presidente iraquí fuera "asesinado".
Por su parte, Blair le previno de que una segunda resolución de la ONU sería "una política de garantía" y daría "cobertura internacional, incluso de los árabes" si algo saliera mal en la campaña militar o si Sadam optaba por quemar los pozos petrolíferos, asesinar a niños o fomentar las divisiones internas en Irak.
En este sentido, el 'Guardian' destaca que el hecho de que Blair apoyara los planes de Bush de ir a la guerra sin el respaldo de la ONU contrasta con las declaraciones que el primer ministro hizo al Parlamento el 25 de febrero de 2003, asegurando que Londres daba "a Sadam una última oportunidad para desarmarse voluntariamente". "Incluso ahora estamos dispuestos a dar un paso más para lograr el desarme pacífico", señaló entonces.
Downing Street, según el diario, no ha negado la existencia del mencionado documento pero dijo que "el primer ministro sólo comprometió las fuerzas británicas en Irak tras conseguir la aprobación de la Cámara de los Comunes en una votación el 18 de marzo de 2003", es decir, un día antes de la invasión.
Desde la oficina del primer ministro se destaca que la decisión de atacar a Irak se tomó después de que todos los intentos por desarmar al régimen iraquí fracasaran. "Por supuesto, por aquella época hubo frecuentes discusiones entre los gobiernos británico y estadounidense sobre Irak, pero no comentamos las conversaciones entre el primer ministro y otros dirigentes", añadieron desde Downing Street.