Cuatro testigos kurdos relatan las torturas y los abusos cometidos por los agentes de Sadam
BAGDAD, 9 Oct. (EP/AP) -
El juicio contra Sadam Husein acusado de genocidio contra la población kurda en la operación Anfal se reanudó hoy con la declaración de cuatro testigos kurdos, después de 12 días de descanso, con la presencia del ex presidente iraquí y otros seis acusados, pero no así de sus abogados defensores que estuvieron ausentes de sala.
Una antigua prisionera de 31 años testificó hoy sin dar su nombre por miedo a represalias, detrás de una cortina y en kurdo, a través de un interpretador árabe, cómo los guardias de presión de Sadam enterraban a las personas vivas además de mirar cómo las mujeres detenidas se bañaban, además denunció que sólo era una niña de 13 años cuando ella y varios miembros de su familia fueron encarcelados al sur del país y que las tropas de Sadam destruyeron su barrio al norte de Irak en 1988.
"ENTERRADOS VIVOS"
De uno de los guardias de prisión, al que identificó como Hajaj, cuyo nombre fue dado por anteriores testigos, dijo que "solía arrastrar a las mujeres con las manos y los pies atados y las dejaban expuestas al sol durante horas". "Conozco el destino de mi familia. Fueron enterrados vivos", delató cuando la acusación presentó al Tribunal documentos que mostraban restos de sus familiares aparecidos en una fosa común. Por ello, pidió una "compensación" porque, insistió que los hombres de Sadam saquearon sus propiedades "tres veces" en toda su vida.
Por su parte, un segundo testigo, Abdul-Hadi Abdullah Mohamed, campesino de 41 años, aseguró que su madre murió mientras la detenían y varios miembros de su familia desaparecieron en 1988. "El destino de mi familia todavía es incierto hasta ahora", admitió.
Asimismo, otro de los testigos, Jalil Lateef Saleh, campesino de 64 años, relató cómo a su mujer, a sus hijas de entre 6 y 9 --a las que no ha visto desde su detención-- y él mismo fueron arrestados en medio de la noche 1988 durante un ataque del ejército a su pueblo cerca de Sulaimaniya. "Rompieron mi carné de identidad y lo tiraron en mi cara, diciéndome que era un iraní y no mecería un carné iraquí", relató.
TORTURAS Y GOLPES EN LA CABEZA
La última testigo explicó cómo perdió a tres de sus hijos, incluida una niña de un año, al ser detenidos en 1988. Su marido, también arrestado en otra prisión se volvió "loco" y "paralítico" después de "ser torturado y golpeado en la cabeza", añadió sin dar su nombre. "Los rastros de latigazos permanecieron en su cuerpo un año después de su detención", lamentó y aseguró que su hija murió en prisión, mientras que sus dos hijos fueron "enterrados en una fosa común".
Por su parte, el juez jefe, Mohamed Oreibi al-Khalifa, decidió aplazar la sesión hasta mañana. El juez, que ya aprobó un retraso del juicio después de una sesión convulsa el pasado 26 de septiembre, cuando tanto Sadam como el resto de acusados fueron expulsados de la sala. Entonces, el juez defendió el retraso para que los acusados tuvieran tiempo de convencer a sus abogados de poner fin al boicot del juicio, o bien asignarles nuevos letrados.
A pesar de ello, el principal abogado de Sadam, Khalil al-Dulaimi, confirmó ayer que él y su equipo seguirían boicoteando el juicio en protesta por la sustitución del primer juez del caso, así como por la negativa del Tribunal de dar más tiempo a los abogados para que éstos examinen miles de documentos.
"VIOLACIONES" DEL TRIBUNAL
En este sentido, Al-Dulaimi aseguró que la decisión de continuar con el bloqueo del juicio se tomó, después de reunirse con Sadam el pasado 2 de octubre, debido a las "repetidas violaciones (cometidas) por el Tribunal".
Tanto Sadam como los seis acusados, juzgados desde el pasado 21 de agosto por el aplastamiento de rebeldes kurdos a finales de 1980, podrían enfrentarse a la horca si son finalmente condenados. La acusación señala que 180.000 personas, mayoritariamente civiles, fueron asesinados entonces.