Actualizado: viernes, 12 junio 2009 10:17


MADRID, 12 Jun. (EUROPA PRESS) -

Unos 46 millones de electores están llamados a las urnas el viernes en Irán en unas elecciones que serán determinantes para el futuro del país persa dentro de la comunidad internacional, ya que los votantes deberán elegir entre el continuismo del actual presidente, Mahmud Ahmadineyad, y la apertura y reformismo que supondría la victoria de su principal contrincante, el moderado ex primer ministro Mir Hosein Musavi.

En principio, Ahmadineyad cuenta con más apoyos dentro de la población y de la línea dura del Estado encarnada por el Consejo de Guardianes y la Guardia Revolucionaria, además del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei. Pero no hay que descartar una dura batalla electoral, pues Musavi se ha hecho con las simpatías de las nuevas generaciones.

El también moderado Mehdi Karubi, ex presidente del Parlamento, y el ultraconservador Mohsen Rezai, ex comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, son los otros candidatos a ocupar la Presidencia de Irán, pero son los que a priori tendrían menos opciones de hacerse con el cargo, según han revelado distintas encuestas.

A sólo un día de los comicios, todo parece indicar que la primera vuelta no revelará un claro ganador, sino que lo más probable es que el favorito, Ahmadineyad, y el principal aspirante a sucederle, Musavi, tengan que acudir a una segunda vuelta, ya que los sondeos vaticinan que ninguno logrará el 50 por ciento de los votos necesarios. En tal caso, la segunda vuelta se celebraría sólo una semana después, el 19 de junio.

Según una encuesta realizada por dos institutos de sondeos en Washington, el actual presidente conseguiría el 34 por ciento de los votos, seguido por Musavi, con el 14 por ciento. Karubi obtendría un 2 por ciento y Rezai se quedaría en el 1 por ciento.

Las autoridades iraníes esperan una alta participación para las décimas elecciones presidenciales desde la victoria de la Revolución Islámica en 1979. Por ello, el responsable del Comité de Elecciones del Ministerio del Interior, Kamran Daneshjoo, anunció que se ha previsto la instalación de 45.713 urnas por todo el país, de las cuales 14.258 son móviles para que la población que vive en las zonas más alejadas de las ciudades, los enfermos en los hospitales, presos y militares puedan ejercer su derecho a voto.

Los poderes del presidente en Irán están claramente limitados dentro de un sistema político dominado por la máxima autoridad religiosa, el ayatolá Jamenei. El mandatario es el que define la política económica, preside el Consejo Nacional Supremo de la Defensa y la Seguridad y puede firmar acuerdos con gobiernos extranjeros. Pero todas las cuestiones importantes deben pasar por Jamenei.

El resultado de la primera vuelta de estas elecciones se anuncia ajustado por los malos resultados económicos de los últimos cuatro años con Ahmadineyad al frente del país, así como su política internacional, que ha generado una mala imagen de Irán en todo el mundo por su programa nuclear.

La inflación se sitúa actualmente, según el Banco Central de Irán, en el 26 por ciento y el desempleo se ha disparado. Además, 15 millones de hogares viven con menos de 600 dólares al mes, datos que pueden hacer que Ahmadineyad, que consiguió la Presidencia gracias principalmente al apoyo de las clases populares, le reste algo del respaldo que obtuvo esa primera vez.

Como medidas contra la crisis, el presidente anunció en plena campaña que el Gobierno venderá obligaciones petroleras a los iraníes con el objetivo de redistribuir las ganancias. En 2005 ya había prometido repartir los beneficios del crudo entre la población, pero los iraníes no han percibido tales medidas.

LOS CUATRO AÑOS DE AHMADINEYAD

Procedente de una familia pobre, Ahmadineyad, que formó parte de la Guardia Revolucionaria y fue instructor de la milicia bassidj, que aplica con celo los principios de la Revolución de 1979, se hizo conocido en todo el mundo por el programa nuclear que relanzó en 2006, aunque siempre ha subrayado los fines pacíficos del mismo.

A pesar de ello, el régimen de los ayatolás ha sido objeto desde entonces de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU al no querer suspender el enriquecimiento de uranio, con el que podría fabricar la bomba atómica.

Su enfrentamiento con Estados Unidos, más concretamente con la anterior Administración de George W. Bush, por este asunto ha hecho que Ahmadineyad se haya convertido en la voz más crítica hacia Occidente y sus políticas en Oriente Próximo. Su defensa de los palestinos y la frase "borrar a Israel del mapa" situaron al país en primera línea de la política internacional.

Y por la campaña electoral, no parece que su política vaya a variar si gana mañana. El mandatario sigue reclamando el liderazgo de Irán en Oriente Próximo, aunque ha prometido dialogar sobre el programa nuclear con el Grupo 5+1 o Grupo de los Seis, formado por los cinco miembros del Consejo de Seguridad más Alemania.

CANDIDATOS OPOSITORES

Por su parte, Musavi, primer ministro durante la guerra entre Irán e Irak en los ochenta, se presenta como el principal rival de Ahmadineyad. Defensor del liberalismo y de relajar las tensiones con los países occidentales, ha prometido bajar la inflación y aprobar políticas de creación de empleo. Asimismo, ha hablado de cambiar la imagen "extremista" del país y ha denunciado el derroche de dinero público en estos últimos años.

Este político moderado y reformista parece haber seducido ya a los ciudadanos de las grandes urbes, aunque su punto débil siguen siendo las clases populares, todavía feudo del actual presidente, por lo que en sus discursos ha subrayado la necesidad de "justicia y libertad".

La mujer de Musavi, Zahra Rahnavard, está jugando un papel clave en la campaña para atraer el voto femenino. De hecho, el candidato es el único que se ha comprometido a revisar las leyes que resultan injustas para la mujer, empezando por modificar las normas judiciales, según las cuales el testimonio de la mujer vale la mitad que el del hombre, así como el divorcio, el acceso a puestos de trabajo y a los que toman las decisiones políticas.

El tercer candidato es el clérigo moderado Mehdi Karubi, uno de los más críticos con Ahmadineyad, contra el que ya se presentó en las elecciones de 2005. Durante su campaña ha renovado la promesa de compartir las ganancias del sector petrolero con todos los iraníes mayores de 18 años.

Karubi, de 72 años, ejerció una destacada Presidencia del Parlamento entre 2000 y 2004 al oponerse a la presión religiosa y militar que bloquearon ciertas reformas que pretendía introducir el entonces presidente Mohamed Jatamí.

Al igual que Musavi, está a favor de mejorar las relaciones con Estados Unidos, pero tampoco está dispuesto a doblegarse y ha pedido en varias ocasiones al Gobierno que no ceda ante las presiones que llegan de Occidente. Los analistas coinciden en señalar que la candidatura de Karubi podría restarle votos a Musavi en la primera vuelta, lo que beneficiaría a Ahmadineyad.

Por último, el más joven de los cuatro aspirantes es Mohsen Rezaie. Nacido en 1954, su única opción es captar el voto más conservador, pero todas las encuestas le dan muy pocas posibilidades de conseguir suficientes apoyos.

Es el único que ha prometido desarrollar una política continuista a la de Ahmadineyad, pero cree que hay que mejorar la imagen de Irán, para lo cual también aboga por la privatización para impulsar la industria del petróleo.

Rezaie tiene en contra una orden internacional de arresto, que fue emitida en el año 2006 por su presunta implicación en el atentado con bomba perpetrado en 1994 contra el centro judío de la AMIA en Buenos Aires, que causó 85 muertos y 300 heridos.