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OTTAWA, 2 Abr. (Reuters/EP) -
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, sigue firme en su versión de que no hizo nada malo en medio del escándalo sobre un caso de corrupción, una estrategia que está frustrando a destacados miembros de su partido liberal y que amenaza su reelección en las elecciones de octubre.
La exministra de Justicia Jody Wilson-Raybould denunció recientemente las presiones del Gobierno en 2018 para ayudar a la empresa SNC-Lavalin Group Inc a evitar un proceso criminal contra la compañía simplemente pagando una multa.
Wilson-Raybould dimitió el 12 de febrero tras ser degradada por el gabinete, mientras que una segunda ministra, Jane Philpott, dimitió como forma de protesta tras ver cómo se estaba gestionando la crisis.
Algunos diputados liberales están empezando a presionar a Trudeau y su equipo para que cambien de rumbo, unas maniobras que han acabado en gestos públicos de división, algo que no había visto el partido en 20 años.
El estado de ánimo entre los principales asesores del gabinete del primer ministro ha sido en la mayoría de las veces "desalentador", según dos miembros del partido liberal conocedores de la materia.
"La frustración es más palpable de lo que era hace un par de semanas... no es el lugar más feliz para pasar mucho tiempo", ha asegurado uno de ellos, que accedió a hablar con la condición de anonimato.
A pesar de la oleada de titulares desfavorables y de las encuestas que muestran que los liberales van camino de la derrota en las elecciones federales de octubre, la estrategia de Trudeau sigue siendo la espera.
El apoyo de Trudeau para mantener a las dos exministras en las primarias del partido, y por lo tanto optar a ser elegidas en octubre, es inexplicable para algunos diputados liberales, que consideran que estas maniobras amenazan la unidad del partido.
Muchos diputados liberales están enfadados con el enfoque de Trudeau y su inacción para cerrar cuanto antes el escándalo que estalló el 7 de febrero. Como gesto simbólico, están maniobrando para expulsar a Wilson-Raybould de las primarias en la siguiente reunión, prevista para este miércoles.
"Han hecho una chapuza desde el principio. Deberían haber pedido perdón, un compromiso para hacerlo mejor en el futuro y seguir adelante", ha asegurado una de las figuras más veteranas del partido.
En lugar de eso, Trudeau negó al principio que su oficina hubiese presionado a Wilson-Raybould, que testificó lo contrario públicamente. Además, la exministra publicó más pruebas el viernes pasado, lo que ha mantenido la historia en todos los medios.
Otros diputados liberales lamentan que el círculo más cercano a Trudeau le ha mantenido alejado de la polémica, por lo que es más complicado hablar con el primer ministro y que ha ignorado a mucha gente con experiencia dentro del partido.
Trudeau, de 47 años, llegó al cargo en 2015 con un pequeño grupo de gente de confianza que ejercía de cerebro en la sombra. Entre ellos estaba Gerald Butts, un gran amigo además de asesor político, que dimitió en febrero por el escándalo.
Los miembros del equipo de Trudeau están tratando de acallar las críticas asegurando que lo hacen lo mejor que pueden.
"Nadie está diciendo que esto se ha manejado bien, pero no estoy seguro de que podría haber ido mejor si hubiésemos intentado hacer algo distinto", ha reflexionado otro diputado del partido.
Un funcionario del Gobierno, bajo el foco de las críticas incluso de los propios liberales, ha asegurado que el primer ministro está "muy orgulloso de su equipo" y centrándose en su agenda.