Actualizado: lunes, 31 agosto 2015 21:27

VILNA, 31 Ago. (Reuters/EP) -

Hasta 66 ciudadanos de Rusia, Bielorrusia y Ucrania han sido acusados de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por la muerte de trece civiles durante la represión de la URSS contra el movimiento a favor de la independencia del país báltico en 1991, según ha informado este lunes la Fiscalía.

Los cargos han sido presentados contra antiguas autoridades del Partido Comunista de la Unión Soviética, de los ministerios de Defensa e Interior de la URSS y del KGB. Sin embargo, el ministerio público ha rechazado las peticiones de imputar al exlíder soviético Mijail Gorbachov, por falta de pruebas. Los fiscales intentaron interrogarle como testigo, pero Rusia se ha negado a ofrecer ayuda legal.

La decisión de no perseguir a Gorbachov ha provocado la ira de Vytautas Landsbergis, líder de los independentistas cuando tuvieron lugar las muertes. "Deberían ir a la guardería, a primaría, leer libros sobre aquellos eventos y testimonios de testigos. Son unos fiscales patéticos", ha criticado Landsbergis, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias BNS.

Mientras que Gorbachov es ampliamente alabado en Occidente por acceder a la reunificación de Alemania y por emprender reformas liberales en la Unión Soviética, muchos lituanos le culpan de no evitar la masacre.

LA ACCIÓN MÁS MORTÍFERA

Además de las trece personas que murieron, más de 1.000 personas resultaron heridas cuando las tropas soviéticas asaltaron la torre de televisión de Vilna el 13 de enero de 1991. Otra persona murió de un ataque al corazón.

Fue la acción más mortífera a manos del Ejército soviético en su intento por aplastar los movimientos separatistas en Lituania, Letonia y Estonia. No obstante, los tres ganaron la independencia tras el colapso de la URSS en 1991, y se convirtieron en miembros de la OTAN y de la Unión Europea.

La única persona detenida y a la espera de juicio por las muertes es el ruso Yuri Mel, un exconductor de tanques que fue arrestado en marzo de 2004 en el paso fronterizo de Lituania con el exclave de Rusia de Kaliningrado.

La imputación ha tenido lugar en un momento en el que las relaciones entre Lituania y Rusia se han tensado a causa del conflicto de Ucrania, el cual ha despertado el temor en los países bálticos a que Moscú podría buscar recuperar la influencia en la región.

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