SAMARRA, 22 Feb. (EUROPA PRESS) -
Una gran explosión provocó hoy importantes daños en la cúpula dorada de una de las más famosas mezquitas chiíes de Irak, la de Askariya en Samarra, tras lo cual se han registrado protestas en las calles y se han producido numerosos ataques de represalia contra los templos suníes.
Según las autoridades, y pese a que los líderes chiíes han llamado a la calma, al menos seis mezquitas suníes han sido atacadas en la capital y otras dos en Basora (sur). Asimismo, se produjo un tiroteo entre milicianos chiíes y guardias de un partido político suní en Basora y el capitán del Ejército Jassim al Wahash indicó que se ha desplegado a unos 500 soldados a los barrios suníes de Bagdad para evitar enfrentamientos entre suníes y chiíes.
Ningún grupo ha reivindicado la responsabilidad del ataque ocurrido esta mañana en la mezquita de Askariya, en Samarra, 95 kilómetros al norte de Bagdad, pero se sospecha de grupos extremistas suníes como Al Qaeda en Irak que dirige el jordano Abu Musab al Zarqaui.
El Ministerio de Interior informó de que cuatro hombres, uno de ellos vestido con uniforme militar y tres de negro, entraron en la mezquita a primera hora de la mañana y detonaron dos bombas, una de las cuales provocó el hundimiento de la cúpula y provocó daños en parte del muro norte del templo.
El Gobierno indicó en un comunicado que "varios sospechosos" han sido detenidos y algunos de ellos "podrían estar implicados en perpetrar el delito". La Policía cree que podría haber algunas personas bajo los escombros tras la explosión registrada a las 6:55 horas, pero por el momento esta información no se ha confirmado.
El templo contiene las tumbas de dos reverenciados imanes chiíes, ambos descendientes del profeta Mahoma, y figura entre los lugares de culto de Irak más venerados por los chiíes. Por este motivo, el ataque sobre este templo amenaza con inflamar aún más las pasiones sectarias en un momento en el que las conversaciones entre chiíes, suníes y kurdos para formar el nuevo gobierno están en suspenso.
Los principales grupos suníes también se sumaron a la condena del ataque, mientras que el principal clérigo chií, el gran ayatolá Ali al Sistani, dio instrucciones a sus seguidores para que no ataquen las mezquitas suníes, especialmente las principales en Bagdad y pidió siete días de luto, según sus ayudantes.
Tras la explosión, las fuerzas estadounidenses e iraquíes rodearon el templo y comenzaron una búsqueda casa por casa en la zona. Además, cinco agentes de Policía responsables de proteger la mezquita han sido puestos bajo custodia, indicó el jefe de los comandos de la Policía en Samarra, coronel Bashar Abdulá.
En algunas zonas chiíes de Bagdad y en otras ciudades de produjeron actos de protesta, y en el caso de Basora, milicianos chiíes realizaron disparos contra los guardias de la oficina del Partido Islámico Iraquí, suní. En la ciudad santa de Nayaf, alrededor de 1.000 personas recorrieron las calles enarbolando banderas iraquíes y gritando eslóganes religiosos.
En el barrio de Sadr City, en Bagdad, miles de chiíes, algunos de ellos con Kalashnikov, recorrieron las calles con proclamas antiestadounidenses. Unas 3.000 personas se manifestaron en la ciudad chií de Kut, quemando banderas estadounidenses e israelíes. Mientras que en Samarra, ciudad en la que se produjo el ataque, miles de personas se concentraron en torno al templo, enarbolando banderas iraquíes y copias del Corán.
El presidente iraquí, Jalal Talabani, condenó el ataque y pidió contención, afirmando que el acto buscaba sabotear las conversaciones sobre la formación de un gobierno de unidad nacional tras las elecciones del 15 de diciembre pasado. Por su parte, el primer ministro, Ibrahim al Jaafari, instó a todos los iraquíes a condenar el ataque e instó tanto a los líderes musulmanes como cristianos en el extranjero a "redoblar sus esfuerzos para ayudar al Gobierno iraquí a detener a estos saboteadores".