Miedo, ansiedad y un final feliz en Nigeria

El CICR ayuda a reunir a familias que se han visto desplazadas por la violencia

Niños separados de su familia en Nigeria
CICR
   
Europa Press Internacional
Actualizado: jueves, 27 octubre 2016 11:52

GINEBRA, 11 Jun. (Por el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR) -

Miedo y ansiedad. En Nigeria, existen emociones que un adolescente, un ciego y dos hermanos tuvieron en común después de que el estallido de violencia los obligara a huir rápidamente y perder el rastro de sus familiares. Los cuatro también tienen algo más en común: un final feliz.

ABBA

Abba, de trece años de edad, estaba jugando con amigos cuando una lluvia de disparos hizo que el pueblo de Mubi entrara en pánico una tarde de 2014. Abba huyó hacia las montañas cercanas. Separado de sus familiares, el adolescente recorrió casi 200 kilómetros hacia el norte, principalmente a pie, hasta la ciudad de Maiduguri.

Pasaron varios meses hasta que se adaptó a la rutina en un campamento para personas desplazadas. Luego llegó el día en que conoció a un equipo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que se especializa en reunir a familiares separados.

Con el tiempo, la paz regresó a Mubi, su pueblo natal. Y así lo hicieron los familiares de Abba, que también habían huido. Pero los familiares de Abba no sabían nada acerca de él, y temían que hubiese muerto. Cuando un equipo del CICR visitó su hogar, todos se alegraron al enterarse de que Abba se encontraba con vida.

"Cuando hablé con mis padres por primera vez desde el teléfono del campamento, estaba feliz", cuenta Abba. "Enseguida me preguntaron si iba a volver a casa pronto y les respondí que sí", añade.

Los familiares de Abba se reúnen en Mubi, su pueblo natal, luego de que se vieran obligados a huir por la violencia CICR

MOHAMED Y SADIQ

La violencia obligó a dos hermanos, Mohamed de 17 años y Sadiq de 15 años de edad, a huir dos veces. Sus familiares fueron expulsados de Gwoza, su pueblo natal. Se reasentaron en Mubi, pero el repentino estallido de violencia los obligó a huir rápidamente. Los hermanos, que habían perdido contacto con sus familiares, se dirigieron primero a Yola y luego a Maiduguri. Allí conocieron a los colaboradores del CICR.

"Les di el número de teléfono de un familiar que conocía de memoria", relata Mohammed. El CICR logró localizar al padre del adolescente a través de ese familiar. "Estoy ansioso por ver a mi familia", dijo Sadiq el día en que abandonó el campamento para volver a casa.

Abubakar, padre de Mohammed y Sadiq, firma el certificado del CICR luego de dar la bienvenida a sus hijos. CICR

MOHAMMADU

El caso de Mohammadu era muy especial. El hombre, ciego, de 66 años de edad, había tenido que desplazarse en varias ocasiones. Trasladarse le resultaba difícil. En una oportunidad, aldeanos que huían lo abandonaron en la carretera hasta que un grupo de mujeres lo ayudó a encontrar el camino. Tras varios días de caminata, llegó a Maiduguri.

El año pasado, la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias de Nigeria solicitó al CICR que ayudara a Mohammadu a localizar a sus familiares. "Solo quisiera volver a casa y reunirme con mis familiares antes de morir", le dijo Mohammadu al equipo del CICR. La situación en su pueblo natal no era estable aún, pero un sobrino en Yola dijo que recibiría a Mohammadu en su hogar.

El conflicto que comenzó en el noreste de Nigeria afecta ya a toda la región del Lago Chad, lo que ha ocasionado el desplazamiento de más de dos millones de personas y la separación de innumerables familias. Una de las actividades principales del CICR es el "restablecimiento del contacto entre familiares", para lo que localiza a las personas y las vuelve a poner en contacto con sus familias.

Tras meses de angustia y soledad, cuatro compatriotas improbables, un adolescente, un ciego y dos hermanos, subieron a bordo de un avión del CICR a mediados de abril para emprender el viaje a casa.

Mohammadu, de 66 años de edad, comienza el viaje de regreso a casa tras haber pasado quince meses separado de sus familiares CICR

EL REENCUENTRO

Todo fue sonrisas y alegría cuando Abba, de 13 años de edad, se reencontró con sus padres en Mubi. Mustapha, un tío que crió a Abba, no podía contener la alegría. "Lo buscamos por todas partes cuando volvimos a Mubi", relata. "Teníamos informaciones contradictorias sobre su paradero hasta que tuvimos noticias del CICR. Ahí fue cuando nos enteramos con inmensa felicidad de que lo volveríamos a ver", añade.

El padre de Mohammed y Sadiq recibió con alegría el regreso de sus dos hijos. Aunque siguen viviendo como personas desplazadas en Mubi, la familia espera volver pronto a Gwoza, sana y salva.

A Mohammadu lo recibió su sobrino Ishaya en el aeropuerto de Yola. "Ya nos habíamos resignado a pensar que no estaba con vida", cuenta Ishaya. "Estoy muy agradecido al CICR por haberlo traído a casa", agrega.

Al llegar a la casa de su sobrino, Mohammadu se sentó a la sombra de un árbol y dijo con evidente alivio: "Me siento como un hombre muerto a quien le han devuelto la vida".

((Este artículo fue publicado originalmente aquí))

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