Las presidenciales en Afganistán, marcadas por la amenaza de los talibán y la suspensión del proceso de paz

Un trabajador de la comisión electoral afgana lleva urnas y material electoral para ser enviado a colegios electorales
Un trabajador de la comisión electoral afgana lleva urnas y material electoral para ser enviado a colegios electorales - REUTERS / PARWIZ PARWIZ 
Actualizado: viernes, 27 septiembre 2019 11:20

Ghani busca la reelección en medio de las dudas sobre la limpieza del proceso

MADRID, 27 Sep. (EUROPA PRESS) -

La población de Afganistán acudirá este sábado a las urnas para unas presidenciales que tendrán lugar nuevamente en medio de la amenaza de los talibán y tras la suspensión de las conversaciones de paz entre los insurgentes y Estados Unidos, en las que hasta ahora no han participado las autoridades del país centroasiático.

Las elecciones --que tendrán lugar tras dos aplazamientos por motivos de seguridad y falta de tiempo para su organización-- serán las cuartas presidenciales que celebra el país desde la caída del régimen de los talibán tras la invasión encabezada por Washington en 2001.

Durante la jornada se celebrarán además los comicios a los consejos provinciales y las parlamentarias en la provincia de Ghazni, aplazadas en su momento por razones de seguridad.

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El actual mandatario, Ashraf Ghani, figura como uno de los principales candidatos y aspira a lograr la reelección, mientras que el primer ministro, Abdulá Abdulá, y el antiguo 'señor de la guerra' Gulbuddin Hekmatyar son otros dos de los nombres destacados que figurarán en las papeletas.

Abdulá ha sido un aliado incómodo para el presidente durante su mandato, ya que aceptó el cargo de primer ministro tras quedar en segundo lugar en las últimas presidenciales de 2014 y después de un largo proceso de negociaciones a raíz de las irregularidades y las denuncias de fraude.

Por su parte, Hekmatyar ha vuelto a la primera línea política después de que su partido, Hezb-e-Islami, firmara en 2017 un acuerdo de paz con el Ejecutivo. Desde entonces ha denunciado la corrupción en el país y ha pedido a los talibán que sigan su ejemplo y sellen un acuerdo para poner fin a la insurgencia.

En total hay 18 candidatos y, si bien tres de ellos se han retirado durante la campaña, no lo han notificado de forma oficial a la comisión electoral, por lo que aparecerán en las papeletas y los votos que reciban serán considerados como no válidos.

Entre los principales nombres que se han apartado está el de Hanif Atmar, antiguo asesor de Seguridad de Ghani --cargo que ocupó hasta 2018-- y exministro del Interior con Hamid Karzai. Atmar ha indicado en los últimos días que no apoyará a ninguno de los otros candidatos.

Los sondeos no apuntan a un ganador claro en esta primera vuelta --en la que un candidato debería recabar más de la mitad de los votos para ser declarado vencedor--, por lo que parece probable que se celebraría una segunda ronda, prevista para el 23 de noviembre.

Los colegios electorales abrirán sus puertas a las 7.00 horas (hora local) y contarán con un importante despliegue de seguridad para intentar evitar ataques contra los votantes y los trabajadores electorales. El Ministerio del Interior ha anunciado el despliegue de 72.000 miembros de las fuerzas de seguridad.

Las cifras oficiales apuntan a cerca de 9,7 millones de afganos inscritos para votar en los comicios, de los que el 65 por ciento son hombres. Sin embargo, las "inconsistencias" en el registro y las debilidades del proceso de verificación ponen en duda la calidad de estas listas, según ha afirmado la Afghanistan Analysts Network.

LAS AMENAZAS DE LOS TALIBÁN

Los insurgentes, que llevan meses negociando con las autoridades de Estados Unidos para intentar lograr un acuerdo de paz, han emitido nuevamente advertencias a la población de cara a la votación y han amenazado con ejecutar atentados durante la jornada electoral para afectar el proceso.

Las conversaciones entre Washington y los talibán, que en ningún momento han implicado al Gobierno de Ghani --al que los insurgentes consideran un "títere"--, se derrumbaron el 8 de septiembre con el anuncio por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre la cancelación de un encuentro en Camp David después de que el grupo admitiera estar detrás de un atentado en Kabul que acabó con la vida de un soldado estadounidense y otras doce personas.

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Las negociaciones, que se extendieron durante meses y que distintos actores internacionales están intentando relanzar, se centran en la exigencia de los talibán sobre la retirada de las tropas internacionales y la reclamación de Estados Unidos de garantías de que el territorio afgano no volverá a ser utilizado por grupos terroristas para planear o perpetrar atentados, entre otros asuntos.

A pesar de estos contactos, los talibán anunciaron el 8 de agosto que había una orden a sus combatientes para "evitar" que las elecciones tuvieran lugar y desde entonces han perpetrado varios atentados en campaña, entre ellos dos dirigidos contra actos de Ghani.

Uno de ellos, ejecutado en Kabul el 28 de julio, dejó 20 muertos --Amrulá Salé, candidato de Ghani a la Vicepresidencia, escapó ileso--, mientras que otro perpetrado en la provincia de Paruán el 17 de septiembre causó 26 muertos. Tanto Ghani como Salé escaparon con vida, al encontrarse a varios cientos de metros del suicida que se inmoló.

Además, los talibán han pedido esta misma semana a los afganos que se queden en sus casas y no vayan a votar para evitar exponerse a los ataques, al tiempo que han descrito las elecciones como una conspiración "para cumplir las metas de los ocupantes".

A este contexto de fragilidad a nivel de seguridad se suma la presencia del grupo yihadista Estado Islámico, cuyas células han perpetrado decenas de atentados en los últimos años en el país.

Por todo ello, la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) ha reclamado a todas las partes que pongan de su parte para garantizar la seguridad y la credibilidad del proceso electoral y para que el mismo se celebre "libre de miedo, intimidación y amenazas de violencia".

"Los votantes deben tener todas las oportunidades de ejercer su derecho constitucional a depositar su voto y elegir a los representantes políticos de manera pacífica", dijo el jefe de la misión, Tadamichi Yamamoto, quien subrayó además que los ataques contra colegios electorales y civiles son "claras violaciones del Derecho Internacional que podrían equivaler a crímenes de guerra".

EL ESCENARIO POST ELECTORAL

Las preocupaciones sobre la seguridad y la fragmentación del escenario político en Afganistán, así como la incertidumbre en torno al proceso de paz, serán algunos de los principales problemas a los que hará frente el ganador de estas elecciones.

A ellos se suman problemas profundos como la pobreza, el paro y la falta de oportunidades para la población, especialmente en las zonas remotas del país.

Los problemas políticos en el país se han visto ejemplificados durante los últimos meses en la necesidad de prorrogar el mandato de Ghani tras el último aplazamiento electoral, una decisión aprobada por el Tribunal Supremo en medio de las críticas por parte del resto de candidatos a la Presidencia.

Además, las denuncias sobre la corrupción entre las autoridades se vieron reforzadas por la decisión la semana pasada del Gobierno de Estados Unidos de suspender parte de la financiación de un proyecto de infraestructura energética en Afganistán a causa de la falta de transparencia y las sospechas de corrupción.

"Las instituciones gubernamentales y los líderes de Afganistán deben ser transparentes y rendir cuentas ante el pueblo afgano", dijo el Departamento de Estado, que hizo hincapié en que Washington "está en contra de los que abusan de sus posiciones de poder e influencia para privar al pueblo afgano de los beneficios de la ayuda extranjera y de un futuro más próspero".

Pese a ello, el factor esencial será la capacidad de Estados Unidos y los talibán de firmar un acuerdo de paz y la materialización de los contactos posteriormente entre los insurgentes y las autoridades del país de cara a la finalización de un conflicto que ha devastado el país durante los últimos 18 años.

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