BAGDAD, 16 Jul. (OTR/PRESS) -
El presidente de Irak, Nuri al-Maliki, lanzó ayer un tímido llamamiento a las fuerzas internacionales desplegadas en su país, especialmente las estadounidenses, para que se vayan "cuando quieran". Las autoridades iraquíes se ven preparadas para asumir en solitario "la total responsabilidad de la cartera de seguridad".
Maliki compareció ayer en rueda de prensa y habló de las posibilidades del país que dirige de afrontar el futuro sin apoyo militar internacional sobre su territorio. En este sentido, se dirigió a las fuerzas norteamericanas desplazadas para decirles que pueden abandonar Irak "cuando quieran". "Decimos con total confianza que somos capaces, si Dios quiere, de soportar la total responsabilidad de la administración de la cartera de seguridad si las fuerzas internacionales se retiran, en el momento en que lo deseen", añadió sin poner fecha.
El líder iraquí es consciente de las dificultades a las que tendría que hacer frente su gestión, especialmente en lo que a control de la violencia se refiere. "No estamos hablando de un gobierno en un entorno político estable, pero sí de uno bajo la sombra de un enorme reto", afirmó asumiendo "los puntos negativos" del proceso a encarar.
"EXPERIMENTO DE EEUU"
Uno de los más cercanos asesores a Makili, Hassan al-Suneid, no se mostró tan comprensivo ante la presencia de las tropas estadounidenses en Irak. Según Suneid, para el Ejecutivo Bush la intervención en el país es únicamente un "experimento de laboratorio que puede tener éxito o fracasar".
Lo cierto es que, jornada tras jornada, las víctimas se suceden en Irak. Ayer, se contabilizaron al menos 26 muertos en dos atentados. El primero de ellos se produjo en la plaza Husein, en pleno centro de Bagdad, según fuentes de los hospitales que acogieron a las víctimas. Al menos 10 resultaron muertas en este ataque con coche bomba y otras 25 sufrieron heridas de diversa consideración. "Hubo una gran explosión y después el fuego", recordó un testigo.
A estos muertos se añaden otros 16 que perdieron la vida en diversos actos de violencia por todo el país. En el norte del país, una emboscada insurgente terminó con la vida de seis oficiales iraquíes que viajaban en un convoy, según un miembro de los servicios aduaneros. Un séptimo guardia murió en el combate posterior al suceso. Además, se produjeron sendos tiroteos en las ciudades de Mosul y Kirkuk, que dejaron tras de sí un trágico balance de ocho muertos.