MADRID, 13 Ene. (EUROPA PRESS) -
El primer ministro de Pakistán, Raja Pervez Ashraf, ha viajado este domingo a la ciudad de Quetta para reunirse con los comités chiíes todavía de luto tras las muertes de 96 integrantes de la comunidad Hazara en uno de los atentados sectarios más sangrientos de los últimos años en el país.
Ashraf se reunirá con el gobernador de la provincia de Balochistán, Zulfiqar Magsi, y podría incluso acudir a la sentada multitudinaria que ha reunido a víctimas y familiares en la ciudad, según fuentes de la cadena paquistaní GEO TV. Dependiendo del resultado de su visita, el primer ministro podría recomendar posteriormente al presidente, Asif Alí Zardari, que el Ejército asuma el control de la ciudad, como exigen los chiíes.
Los Hazara llevan dos noches velando los cuerpos sin vida de las víctimas de la explosión y se niegan a enterrar los cadáveres hasta que se garantice su seguridad, aunque por ello desobedezcan los principios del Islam, que llaman a cubrir los restos mortales tan pronto como sea posible.
El primer ministro se ha visto obligado a acudir en persona después de que los Hazara se negaran a hablar con ministros y funcionarios locales. "Lo que queremos es una garantía de que los responsables serán arrestados para que no mueran nuestros hijos más pequeños", declaró a Reuters Sakina Bibi, madre de dos niños fallecidos en los ataques.
El Gobierno, en general, permanece en silencio y no se ha pronunciado sobre los ataques, cuya responsabilidad ha asumido el grupo miliciano suní Lashkar-e-Jhangvi, que aboga por la expulsión de la minoría chií del país, que conforma el 20 por ciento, más o menos, del total de 180 millones de paquistaníes.